Datado entre los siglos VIII y XII, si bien es probable que su uso se prolongase incluso hasta épocas más recientes, el Maipés es un espacio complejo, integrado básicamente por construcciones funerarias individuales, aunque también las hay dobles, definidas por cistas (cajones de piedra que servían para acoger el cadáver) sobre las que se construía una estructura (túmulo) que marcaba el exterior de las tumbas.
El grueso de los trabajos ha consistido en la instalación de diferentes recursos interpretativos, así como en la restauración de medio centenar de esas construcciones funerarias. En total, hay registradas más de 650 que comparten espacio -una superficie de 250.000 metros delimitada por una pared- con otras edificaciones cuya funcionalidad se desconoce.
Desde el punto de vista de la conservación, las actuaciones se han centrado en aquellos túmulos que por sus dimensiones o proximidad a los senderos que recorren el yacimiento resultaban más evidentes para los visitantes. No obstante, en algunos casos, y por razones expositivas, se ha optado por una reposición parcial, que deja al descubierto el interior del edificio tumular.
En cuanto a la musealización, las actuaciones han servido para convertir el Maipés en un yacimiento visitable, dotado de centro de interpretación y diferentes recorridos, con abundante cartelería bilingüe (en español e inglés) y adaptados para personas con discapacidad (éste será, junto al Museo-Parque Arqueológico de la Cueva Pintada de Gáldar, el único cien por cien accesible, por ahora, para las personas con movilidad reducida). Todo ello, para difundir los modos de vida de los antiguos canarios y, en particular, cómo afrontaban la muerte.
Para el consejero de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural, Larry Álvarez, “el esfuerzo ha merecido la pena” porque “al fin contamos con un espacio plenamente acondicionado para la visita pública, con información actualizada y rigurosa desde el punto de vista científico”. “En los últimos años, hemos hecho una gran inversión aquí, y ahora toca ponerla al servicio de los grancanarios y también de los miles de turistas que nos visitan cada año”, añadió.
En ese sentido, el Maipés cumple todos los requisitos para convertirse en un foco de atracción turística, lo que, sin duda, contribuirá a la dinamización cultural y económica del Noroeste de Gran Canaria y, en particular, del municipio de Agaete.
No en vano, y al margen de las inversiones realizadas, este espacio cuenta con numerosos atractivos intrínsecos: es uno de los mejores representantes de los grandes cementerios tumulares característicos de los antiguos canarios y, dentro de éstos, uno de los pocos situados en un malpaís volcánico; complementa a la perfección la ruta arqueológica del Norte de Gran Canaria, integrada, además, por la Cueva Pintada y el Cenobio de Valerón, y se integra en un marco natural y cultural único del que forman parte la Ermita de las Nieves, el Casco Histórico y el Valle de Agaete.
Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Zona Arqueológica en 1973, el Maipés o Maipez de Arriba es uno de los yacimientos arqueológicos más singulares de Gran Canaria y probablemente de todo el Archipiélago.
Ingenio y Las Candelarias. Los consejeros visitaron también el ingenio azucarero de Las Candelarias, hallado casualmente en 2005 por una constructora que trabajaba en la zona. Es uno de los hallazgos más singulares de la arqueología canaria de los últimos años. Fundado en Agaete por el conquistador Alonso Fernández de Lugo, este ingenio es uno de los primeros instalados en Gran Canaria, a finales del siglo XV.
A unos 100 metros de allí, y con motivo en este otro caso de la construcción de un centro de día, aparecieron restos humanos cuya documentación arqueológica también ha sido financiada por el Cabildo, confirmándose el extraordinario interés que atesora no sólo esta zona de Agaete, sino el propio casco histórico del municipio.
En Las Candelarias, los niveles arqueológicos conservados han sido protegidos por el Cabildo, que en la actualidad estudia las medidas más adecuadas para garantizar la protección de los bienes citados, así como su compatibilidad con las obras previstas.