La calurosa noche que cayó sobre el pinar no impidió que los romeros del Valle hicieran el camino en busca de la rama con la que se paga las promesas realizadas al Santo. Así, después de la tradicional despedida, familias enteras subieron a Tamadaba con el anhelo de las horas festivas que quedaban por delante.
A las dos y media de la mañana, después de disfrutar del ambiente de los bochinches, Coky y sus amigos reunieron las fuerzas necesarias para cumplir con la tradición heredada de las antiguas generaciones de vallenses. Llegaron a las seis y media de la mañana, casi sin tiempo para recoger las vistosas y olorosas ramas. Después de muchos años sin hacer el camino, Chano, acompañado de su familia, subió al pinar este año, con el corazón hinchando de profundas emociones.
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