Lo poco que conocemos de las momias de Canarias cabría en un dedal. “La estrella” de los hechos arqueológicos de Tenerife permanece pendiente de un trabajo de investigación que “hoy por hoy no existe”, explicó este viernes el catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna, Antonio Tejera Gaspar, en la jornada inaugural del ciclo de conferencias El lugar escondido del Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
Por eso invitó a los jóvenes estudiantes a que continúen una investigación que hasta hoy permanece llena de lagunas e interrogantes. “No sabemos el número de momias expoliadas en los siglos XVIII y XIX, tampoco dónde están o si son ciertas las referencias que existen sobre momias canarias en Londres, Harvard y Alemania; desconocemos la relación entre el proceso de momificación utilizado por los egipcios y los antiguos aborígenes de las Islas y ni tan siquiera entendemos las diferencias entre los distintos tipos de momificación que se dan en las Islas”. Un grado de conocimiento mínimo sobre un hecho que ha sido utilizado más como “bombilla política” que como objeto de investigación.
Tejera afirmó que existen “tres grandes referencias” alrededor de las momias de Canarias: el I Congreso Internacional de Estudios sobre Momias celebrado en Tenerife en 1992; los trabajos del historiador Manuel A. Fariña González y el trabajo de Pablo Atoche Peña en el Congreso Internacional de Momias de Lanzarote. “Debemos continuar esa investigación, porque nos hemos quedado a mitad de camino”, dijo.
Explicó que entró en contacto con las momias a través de Manuel A. Fariña González, que en 1995 lo invitó a viajar a Argentina para investigar la existencia de unos ejemplares que se exhibían en el Museo Sebastián Casilda. Allí descubrieron que había momias tanto en ese museo como en el de La Plata, producto del expolio a un yacimiento en Araya (Candelaria) en el siglo XIX.
Tras seguir la pista a textos de Viera y Clavijo, referencias bibliográficas dispersas y a distintas noticias que podía encontrar sobre las momias, descubrió citas de ejemplares en el Museo Británico, la Universidad de Madrid, la de Harvard (Boston) y en Alemania. “Quizá la solución no empieza por pedir su devolución, sino por viajar hasta allí, contrastar si realmente son momias guanches e investigarlas”, dijo.
Pero también hay que viajar a África, “porque es allí donde podremos reconstruir nuestro pasado”. Todavía hoy mantenemos como “asignatura pendiente” un estudio comparativo entre las momias guanches y el proceso de momificación utilizado por los egipcios, aunque su relación “salta a la vista”, dijo Tejera.
Tejera también habló de La cueva de las mil momias, libro escrito en colaboración con David Galloway, Daniel García y Juan Francisco Delgado, que mezcla la investigación histórica con recursos propios de la novela de misterio para desentrañar las incógnitas del recinto funerario de Herques, en el sur de Tenerife. La obra (Ediciones Herques) ha sido un éxito de ventas y va por su segunda edición. En ella se sigue el relato que hizo Viera y Clavijo en 1763 del hallazgo de una cueva en un cerro escarpado de Araya con “no menos de mil momias”. Lo cierto es que hoy sólo se tienen indicios de dónde puede estar ubicada; por la zona existen cazoletas y canalillos, construcciones que se utilizaban en lugares relacionados con celebraciones de ritos funerarios y nombres que recuerdan a términos aborígenes, pero el lugar exacto donde pudo estar alguna vez este gran panteón funerario se desconoce.
Muchos hilos sueltos y preguntas sin respuesta que requieren un trabajo de investigación completo que “hoy no existe”, añadió Tejera Gaspar.
El lugar escondido está organizado por el Círculo de Bellas Artes de Tenerife y la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.