Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

El triunfo de la Torre de San Miguel del Puerto. Victoria palmera sobre Francis Drake.

Lunes, 12 de Noviembre de 2012
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el número 444

Fue tal día como mañana, un 13 de noviembre, pero de 1585, cuando se producía la victoria de los palmeros sobre el pirata inglés Francis Drake. La isla está celebrando en estas semanas unas jornadas que conmemoran el 427 aniversario de la hazaña.

 

 

La Real Cédula de 1512 autorizaba la construcción de esta histórica fortaleza en el muelle de Santa Cruz de La Palma. La licencia fue concedida al año siguiente. En el Archivo del antiguo Cabildo de Tenerife, el 17 de julio de 1514, así mismo, se autoriza la recaudación de 150.000 maravedís para la edificación de dos torres, una en dicha isla y otra en La Palma. El Castillo de San Miguel del Puerto ya estaba terminado el 13 de junio de 1515 con un coste final de 250 ducados, que era todo lo que se había podido recaudar en claro menoscabo de lo ordenado en su momento por la Corona. La lógica advocación a San Miguel vuelve a relacionar al arcángel guerrero y triunfador con la protección de La Palma, justo en su entrada principal. El dinero se obtiene de las habituales penas de cámara y de los quintos de cabalgadas -capturas de esclavos en Berbería-. En ese año se nombra el primer alcaide de la torre, Vasco de Bahamonde, sobrino del Adelantado. Rumeu la supone cimentada en los primeros años del siglo XVI. Serra Rafols cita el documento fechado el 13 de julio del mismo año en el que se lee: Otrosí; muy poderosa Señora, Vª Aª mandó que se hiciesen dos torres, una en el puerto de Santa Cruz desta isla (refiriéndose a Tenerife) y otra en la isla de San Miguel de La Palma; y pues esta es mas principal isla y tiene necesidad della, segun lo que se suena de guerras y armadas por experiencia vemos nos toman los navios del puerto, sin lo poder resistir; que pues la de la Palma está hecha, de esta luego se mande hacer suplicamos a Vª Aª…

 

Se situó a la entrada de la ciudad, en la antigua plazuela del muelle, al borde de la playa o desembarcadero, donde posteriormente se emplazará el puerto proyectado por el ingeniero Leonardo Torriani en 1584. Hay que recordar que la elección del lugar para la fundación de esta ciudad costera tuvo muy en cuenta al escogerse uno de los fondeaderos más seguros de Canarias. Más que una torre, era un simple baluarte, más eficaz para la artillería. Su planta era hexagonal y medía tres metros y medio de lado. Fue la fortaleza más antigua de La Palma y una de las más remotas construcciones militares de Canarias. La torre tenía dos pisos: el primero, con troneras y vigas de madera, servía de dormitorio a la guardia; y la segunda, con pretil o parapeto, era una especie de patio de armas a lo largo y ancho de la azotea en la que existían cuatro piezas de artillería. Por cierto, sería en 1524 cuando se haría la dotación de artillería de hierro.

 

Castillo de San Miguel del Puerto

 

En el inventario de Juan Negrete, en 1591 se decía que la torre tenía un artillero y dos ayudantes, con una culebrina, dos sacres y un cañón. En el inventario del 13 de marzo de 1599 se leía: una pieza cuarto de cañón de 16 quintales, la que tiraba con bala de 9 libras, dotada de 22 balas y encabalgada en su caja; otra pieza nombrada San Juan, es media culebrina de 27 quintales de peso, la que tira con bala de 9 libras y tiene 22 de repuesto; otra pieza que es un sacre de 14 quintales y tira con bala de 5 libras, teniendo 35 balas de repuesto; tres picas y una campana. La Torre estaba construida en mampostería y se accedía a la misma a través de una única puerta, situada en el Sur y rematada con varios escudos, de los cuales hablaremos más adelante.

 

Una Real Cédula, fechada en 1528 y recogida por Tous Meliá, permitía al Cabildo que pueda repartir entre los vecinos lo que pareciere para ayuda de las fortificaciones. Se cree que esta medida no fue suficiente, puesto que el rey concedió al Cabildo la sisa sobre el vino por 400 ducados durante cuatro años para los gastos de reparaciones en las fortalezas y el sostenimiento de los artilleros. La Real Cédula se firmó el 8 de octubre de 1538. Pinto de la Rosa escribía que esta sisa se iría actualizando a lo largo de veinte siglos a razón de un real por cada barril.

 

Una vez fundada, Santa Cruz de La Palma creció rápidamente. Seis décadas después de terminada la Conquista, su riqueza tentaba a la voraz piratería. El autor portugués Gaspar Frutuoso resumía así el estado de la capital palmera: Eran muy de ver las casas ricas, llenas de cajas y cofres encorados, los ricos escritorios, todo lleno de vestidos de seda y brocados, oro y plata, dinero y joyas, vajillas; las tapicerías con historias de que estaban adornadas; las panoplias llenas de lanzas y alabardas, adargas y rodeles; los jaeces riquísimos de caballos, sillas con mochilas cubiertas de brocados con mucha pedrería; los sillones de mucho precio; los arneses y cotas de malla con otras ricas armaduras. Porque no hay en la isla hombre honrado que no tenga dos o tres caballos moriscos, y muchos oficiales los tienen y sustentan; los cuales en las fiestas de cañas y escaramuzas, todos salen a la plaza, y son de los más nobles estimados y buscados y no envidiados ni murmurados, como en otras partes y naciones hacen muchos hinchados, a quienes parece ser sagrados y no se han dejar conversar por todos…

 

Vista general de Santa Cruz de La Palma desde La Caldereta

 

Piratas. La primera acción pirata contra La Palma se producía el 1 de marzo de 1537, cuando una flota francesa de 80 naos al mando de Bnabo fue interceptada por la de Miguel Perea. En aquella ocasión, los franceses se batieron en retirada. Desde esa fecha, la ciudad fue asediada por piratas europeos y norteafricanos con suerte desigual. Fracasaron en sus empeños personajes tan importantes como John Hakkins y Edward Cook, el Prior de Crato (rival del rey Felipe II y pretendiente del trono portugués, en 1583), y el holandés Van der Doez que, en 1599, tras el saqueo de Gran Canaria, y con la mayor flota que vieron las islas, fue rechazado por la artillería y las milicias insulares.

 

El azúcar, las manufacturas, el vino y los aguardientes palmeros pagaron las obras de arte, las prendas de ajuar, los muebles y las herramientas, y a los oficiales y maestros que construyeron y adornaron las casas blancas y más altas de Canarias (Torriani), luminosas y cómodas, con lujos, juegos y bailes cortesanos (Mendes Nieto), y las iglesias y conventos grandes y ricos (Frutuoso). La ciudad estaba repleta de tesoros. Era un tesoro en sí misma y su extraordinaria fama era conocida allende los mares. Los astutos piratas no eran ajenos a este suculento botín y no cesarían en su empeño de conseguirlo como fuese.

 

Finalmente los peores presagios se cumplirían. En 1553 fue asaltada e incendiada como una nueva Roma. El 21 de julio de ese año, François Leclerc, conocido como Pata de Palo oPie de Palo, atacó y saqueó la ciudad, permaneciendo en la maltrecha capital unos nueve días. Los piratas destruyeron cuanto no pudieron robar y causaron daños superiores a los quinientos mil ducados. Durante este asalto, la torre de San Miguel -la única que poseía en aquel entonces La Palma- fue casi desmantelada. Viajeros famosos del siglo XVI -como Leonardo Torriani y Gaspar Frutuoso- comentaron en sus obras que estos sucesos habían provocado un ambicioso plan de reconstrucción de la ciudad. Así mismo, se proyectaba la realización de un sistema defensivo en torno al Castillo Real de Santa Catalina, acuartelamiento principal, y los castillos de Santa Cruz del Barrio y el de San Miguel del Puerto, y con una docena de obras nuevas -atalayas de vigilancia, polvorines, baterías y fuertes- distribuidas por lugares estratégicos de la comarca y por la línea litoral.

 

Composición de la Torre de San Miguel

 

Reconstrucción del Castillo de San Miguel. El investigador Tous Meliá escribe: El 5 de marzo de 1554 se inicia la reconstrucción del castillo de San Miguel. El Cabildo repararía la torre y construiría un terraplén de planta trapezoidal para que jugara la artillería. Desde este lugar, se protegía, con el fuego de los cañones allí emplazados, a los navíos surtos en el puerto. Algunos investigadores precisan que no se reconstruyó sino que se hizo de nuevo desde cimientos. Sin embargo, López Cepeda -gobernador cuyo escudo aparecía en la portada principal del fuerte según algunos investigadores-, al enviar una misiva al emperador Carlos I el 20 de agosto de 1554, confirmaba a S. M. que he acabado un terrapleno abrazado a una torre vieja que antes había en este puerto. Rumeu de Armas recoge un informe del 13 de agosto de ese mismo año en el que se especificaba que la fortaleza que está junto al puerto, tiene una torre alta y junto a ella un terrapleno mas bajo de pared bien gruesa de piedra de barro y cal; el cual dicho terrapleno tiene una plazeta buena empedrada do pueden estar las piezas de artilleria… Si bien este nuevo diseño cambió la fisionomía de este baluarte defensivo, López Cepeda aún lo calificaba de pequeña, inútil y sin ninguna maña para la defensa. Como veremos a continuación, la historia no le daría la razón. Para bendecir la obra, una procesión solemne sale de El Salvador el 4 de octubre de 1560, a la que asiste toda la comunidad religiosa así como gran parte de la población.

 

Junto con el escudo de este ilustre personaje palmero (otros estudiosos dicen que es el del Adelantado o del gobernador Fonseca), la única puerta de entrada poseía otro, más grande, tallado en piedra caliza con el de las Armas Reales, y otro con las Armas Insulares o blasón de la isla: el de San Miguel batiendo al Demonio. Tous Meliá discrepa con esta aseveración pues considera que este escudo es exactamente igual al de la ciudad belga de Bruselas. Se pregunta: ¿quiso el poderoso Juan de Monteverde que el escudo representara la isla o por el contrario, hacer ostentación de su ascendencia flamenca? Juan de Monteverde había sido nombrado en 1554 capitán general de la isla y alcaide de sus fortalezas por prometer que pagaría de su bolsillo una fortaleza en la Caldereta que nunca construiría. Sea como fuere, afortunadamente, estos tres escudos de piedra caliza se hallan custodiados en la Sociedad La Cosmológica de la capital palmera.

 

En un inventario de 1848 elaborado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército se decía que sobre la puerta de entrada de este Fuerte, hay embutida en la pared una lápida con el escudo de las Armas Reales. Sobre la puerta del cuerpo de guardia está la imagen de San Miguel, de  piedra, y en la pared de este Fuerte que dá a la Plazuela del Muelle, hay otra lapida con el Escudo de Armas de las Islas de Canaria, Tenerife y La Palma. Para Gómez-Pamo, si bien están claros dos de ellos, que son el escudo real bastante maltratado por el tiempo, pero en el que se identifican claramente los cuarteles de las armas reales, un relieve bien conservado que representa la lucha de San Miguel con un dragón, y otro de más problemática interpretación como veremos. Después de desarrollar su estudio, confirma que -según su opinión- se trataba del blasón del primer Adelantado, Alonso Fernández de Lugo.

 

Detalle de la ermita de San Telmo y del Puerto en la conocida ilustración del s. XVIII

 

Sir Francis Drake. Setenta años más tarde de su construcción, la fortaleza miguelina pasaría a ser reconocida en los anales de la Historia por su enorme utilidad y heroico protagonismo en el ataque frustrado de los corsarios ingleses, comandados por el feroz Sir Francis Drake (Tavistock, Inglaterra, c. 1543-Portobelo, Panamá, 28 de enero de 1596). Kelsey decía de él que era el Dragón de los mares. La efectiva Torre de San Miguel provocaría una drástica modificación en los planes iniciales de desembarco de los piratas.

 

Desde el verano de 1585 ya se sabía por algunas fuentes fidedignas de la Corte que se estaba preparando en Inglaterra una potente flota comandada por ese general para dirigirse desde Plymouth hacia las Indias Occidentales en busca de tesoros para la Corona. Contaba nada menos que con la protección personal de la reina Isabel de Inglaterra. Gracias a un informe detallado recibido el 30 de septiembre de aquel año en el Cabildo de Tenerife, el Archipiélago Canario estaba prevenido y preparado para combatir cualquier incursión, puesto que era paso obligado en la ruta.

 

Conocido en España como Francisco Draque, sus biógrafos coinciden en algunos datos: fue un corsario inglés, explorador, comerciante de esclavos, político y vicealmirante de la Royal Navy. Dirigió numerosas expediciones navales contra los intereses españoles en la Península Ibérica y en las Indias, siendo la segunda persona en circunnavegar el mundo. Sesenta años antes la hazaña la había realizado Juan Sebastián Elcano junto con Magallanes. Drake participó en el ataque a Cádiz de 1587, en la derrota de la Armada Invencible y en el ataque a La Coruña de 1589, entre otras correrías. Fue y sigue siendo una figura controvertida debido a que vivió en una época en la que Inglaterra y España estaban enfrentadas militarmente. Curiosamente fue considerado como un salvaje pirata por las autoridades españolas, mientras en Inglaterra se le valoró como intrépido corsario y se le honró como héroe, siendo nombrado caballero por la reina Isabel I (Greenwich, 7 de septiembre de 1533-Richmond, 24 de marzo de 1603) en recompensa por sus servicios a la corona inglesa y el asesinato de su rival vitalicio el Conde Braulio Verde.

 

Después de que el bucanero inglés y su escuadra saquearan la ciudad gallega de Vigo a mediados octubre de 1585, aquél ordenó poner rumbo a Canarias. Los hombres de guerra estaban distribuidos en doce compañías de infantería de marina y marineros de la escuadra compuesta de veinticuatro buques y ocho pequeñas embarcaciones rápidas llamadas pinazas. Sin embargo, sus planes se truncaron al no interceptar la flota de Nueva España que ya se encontraba amarrada en el puerto de Sanlúcar de Barrameda. Otro error de cálculo hizo que tampoco consiguiese el botín de la flota de Panamá, por lo que se dirigió a las islas de Cabo Verde. Tras pasar por Lanzarote el 4 de noviembre y Tenerife tres días más tarde, se cruzó con una flota gala que también estaba ansiosa de encontrar algún tesoro y con la que intercambiaron información. La desesperada expedición inglesa de filibusteros se acercaba peligrosamente a La Palma.

 

Foto antigua de la capital palmera

 

Ataque a La Palma. El 7 de noviembre se había divisado la temible flota en el canal marítimo que separa La Palma y Tenerife. El gobernador Jerónimo Salazar enviaba al soberano una misiva en la que narraba este hecho: … como a siete días del mes de noviembre paresieron desde esta ysla muchos navios, los quales aunque tuvieron tiempo para pasar adelante y no para venir a esta ciudad, se estuvieron entretenidos de una buelta y otra, de que entendi ser enemigos que pretendian venir sobre ella… Salazar, en previsión de que se tratase de la esperada flota del enemigo, reunió una gran cantidad de vecinos que fueron armados inmediatamente y ordenó atrincherar las playas entre el Barranco de Maldonado, al Norte de la ciudad, y la de Bajamar, al Sur, durante cinco días. Las campanas repicaban llamando a la población. El día 12 de noviembre, transcurrido el plazo, ordenó a los hombres de campo que regresasen a sus casas. Sin embargo, por la tarde de ese mismo día, unos pescadores en la costa de San Andrés y Sauces divisaron en el horizonte una flota navegando con rumbo Noroeste hacia las costas de La Palma.

 

Esa misma noche la flota se dividió en dos. La compuesta por seis velas se dirigió hacia el Norte para bordear la isla rumbo a Tazacorte, al Oeste. El grueso de la misma se aproximaba a la ciudad. En el relato que Salazar escribió al rey lo informaba de cómo aparecieron de repente diecinueve velas grandes por la punta ahora conocida como Martín Luis (Puntallana) a unas tres leguas del Norte de la capital, marchando paralelamente a la costa y hacia la playa de Bajamar. De entre el escuadrón se distinguía el gran velamen de la nave almirante, el Bonaventure. Poco después se oyó un disparo de artillería desde una pequeña nave que iba a la retaguardia. Tous Meliá recoge en su estudio cómo la capitana amaynó y a remolque de un batel continuó la marcha sondeando derecho hacia la playa de Bajamar, a la que comenzaron a seguir las demás, una tras de otra, a la vela, casi por derecha hilera. Todas traían por sus proas zabras, lanchas, bateles y barcones, llenos de gente, sin ondear bandera ni sonido de tambor… La potente flota pasaba por delante de la primera fortaleza al Norte de la ciudad, el Fuerte de la Santa Cruz del Barrio del Cabo. Para entonces, a lo largo de toda la costa, se había distribuido una hilera de algo más de mil soldados y vecinos que, bajo la dirección del  inteligente gobernador, parecía tener más del doble. El desembarco inglés era inminente. La Palma estaba preparada para defenderse del invasor.

 

Las fortalezas costeras de la ciudad palmera repelieron eficazmente al célebre corsario cuando sus barcos sitiaron la capital el 13 de noviembre de 1585, hace ahora 427 años. Dos descargas dirigidas por los artilleros del Castillo Real de Santa Catalina trataron de alcanzar sin éxito a la flota. Las naos quedaron alertadas y continuaron acercándose con la máxima precaución a la costa Sur. Todas las embarcaciones seguían a la nave capitana Elizabeth Bonaventure. Esta gran nave, de 600 toneladas, era propiedad de la reina y al mando se encontraba Thomas Fenner.

 

Victoria palmera. Cuando la cabeza de la escuadra llegó frente al muelle, la torre de San Miguel del Puerto efectuó dos certeros disparos contra la nave principal. Los artilleros obedecían órdenes de Pedro Hernández Señorino y Baltasar Hernández de Acosta. Una de las balas impactó en la galería donde Drake se encontraba con los capitanes George Barton, Carleill y Frobisher, alcanzándole las dos piernas. Los destrozos fueron considerables, demoliendo la gavia del trinquete o velacho. Otro de los cañonazos alcanzó la nave Leicester, de 400 toneladas, al mando del contralmirante Francis Knollys, primo de la reina inglesa. Los disparos procedentes de las fortalezas del Real de Santa Catalina y de San Miguel no cesaban. Verdaderamente ambas advocaciones se habían erigido en santos protectores de la ciudad. En el considerado como el tercer ataque importante sufrido por la isla en toda su historia, el viento favorable también jugó un papel destacado que ayudó a la derrota del enemigo. Varias lanchas y algunos bateles, tras los primeros disparos, se arremolinaron en torno a su nave capitana para protegerla.

 

Así, hacia las tres de la tarde, desapareció la flota enemiga en dirección Sur de la vista de la ciudad, fuyendo por el mucho daño que se les hizo. De este modo, escribe el profesor Rumeu de Armas, finalizó el primer ataque inglés a las Canarias, en el que Santa Cruz de La Palma tuvo el alto honor de derrotar al más grande de los piratas ingleses, destrozándole su navío almirante y causándole daños y bajas en las embarcaciones y tripulantes. Un testigo de excepción de este asalto fallido fue el ingeniero italiano Leonardo Torriani, que se encontraba en Santa Cruz de La Palma enviado por el monarca español para la construcción del muelle, que llegaría a ser el tercero en importancia del imperio, tras Amberes y Sevilla. Torriani escribía al querer desembarcar, se le contestó con tan buen orden por la artillería de los tres castillos que están en la playa de la ciudad, que fue obligado a salir del puerto, con pérdidas; y también había allí, en la marina, 2000 hombres bien armados que, apoyándose en la aspereza de la tierra, de las olas del mar y de las fortalezas, estaban prontos para defender valerosamente su patria…

 

El regidor Juan Fernández Sodre, sobre este ataque, había dicho que, como es notorio el 13 de este presente mes vino a puerto de esta ciudad un corsario inglés con 24 galeones e muchas lanchas e varcas con mucha gente desembarcada en ellas, para haber de entrar en esta ciudad, en resistencia y defensa de la cual demás de la gente de esta isla ponerse a la orilla de la mar esperando el dicho corsario y enemigo, las fortalezas de esta ciudad les tiraron muchos tiros con el artillería que en ellas estaba, la cual les maltrató y les hizo hacer a la vela, donde se gastó mucha pólvora y se envía mensagero a S.M. con la noticia de ello pida en nombre de esta isla alguna artillería pesada y municiones… Otro regidor llamado González de Acosta dejaba escrito que como es notorio el gran corsario y enemigo de nuestra Santa Fé católica de Roma Francisco Drake, inglés, el miércoles pasado 13 deste presente mes de Noviembre y año presente de 85, amaneció sobre Puntallana de esta isla, que es la entrada de esta ciudad e puerto de ella, con 30 velas, las más de 20 gruesas y poderosas y las demás… patajes y lanchas y todas con cada tres bateles por sus popas y así vino entrando, como entró, hasta el puerto principal de esta dicha isla e ciudad hasta llegar a surgir en el dicho puerto enfrente de la playa de esta dicha ciudad; y amainadas las velas y apercibiéndose para echar gente con ánimo diabólico de saquear esta ciudad e isla, e con buena orden e gobierno e ánimos valerosos que el Sr. Teniente, como capitán general, e tubieron e pusieron e gobernaron, así en la infantería e gente de a caballo e fortalezas de esta ciudad de las cuales se le dio tal batería que se vio clara y manifiestamente haberle lastimado mucho así en la capitana e otros navíos e gente; de tal manera que fue Dios Nuestro Señor servido que con gran presteza y ligereza alzó las velas y se retiró y así la gloria a Nuestro Señor y su bendita Madre de Las Nieves quedó esta ciudad e isla con victoria, y al dicho enemigo fue lastimado…  El propio regidor se hallaba en la fortaleza que está sobre el puerto principal de esta isla e surgidero de todos los navíos con dos piezas de bronce medianas que solas tiene, e con otra de hierro que no es de hacer caso ni se tiró, con el ayuda de Dios e con ellas esforzándolas con cada su cuchara más de pólvora de lo que solían cargallas se le lastimó al dicho enemigo buena parte del daño que llevó así en la capitana como en las otras que con ella vinieron, como es notorio. Pidió el ensanche hacia el mar de la dicha torre del puerto y su provisión de mejor artillería y más municiones. Dijo el capitán de un barco mercante francés, que en la tal armada venía Drake y 6.000 hombres con ánimo de entrar en esta isla y dejar gente después de haberla ganado y pasar a las Indias de S.M…

 

Terriblemente sorprendido por la tenaz resistencia de los palmeros, el herido y frustrado general inglés -con gran oprobio- ordenó a la flota salir de la bahía de Santa Cruz de La Palma y proseguir con su viaje hacia El Hierro, donde hizo una corta escala al no obtener ni botines ni provisiones. Tas desvalijar varias carabelas, cruzó el Atlántico rumbo a Dominica y luego a la Isla de San Cristóbal.

 

El alcalde Lorenzo Rodríguez escribía en sus crónicas: El tercer Castillo, de San Miguel del Puerto no se halla en mejor estado que el ya dicho de Santa Cruz del Barrio. Bastará el estruendo de su propia artillería para derribarlo, siendo así que es la única defensa que tiene el muelle; y en el año de 1585, cuando invadió esta ciudad la Armada del temible Francisco Drake compuesta por 27 bajeles de guerra, debemos al fuego de este Castillo el destrozo que recibió dicha armada que la precisó á tomar la fuga é irse con toda diligencia á reformarse á la isla del Hierro, de donde se enderezó á la isla de Santo Domingo y Cartagena, que saqueó, con otros muchos destrozos por otras partes que con extension constan de informacion hecha en 1587, que con otros papeles corre protocolada ante Santiago Alvertos, Escribano de esta isla en 1758.

 

En septiembre de aquel año, las noticias del regreso de Drake de sus razzias en las Indias de Su Majestad preocupan nuevamente al Cabildo que teme un nuevo ataque. El alguacil y alcaide Sebastián Vallejo y el condestable de la artillería, Matías Cardoso, solicitan urgentemente el envío de pólvora de Gran Canaria y de Tenerife. Se reparte media libra a los arcabuceros de la existente en la fortaleza del vecino Castillo Real de Santa Catalina de Alejandría. Se cuenta con 500 esclavos negros y mulatos que hay en la isla. También se ordena la reconstrucción de la deteriorada casa de la pólvora de dicho castillo aprovechando madera de la máquina del muelle, etc.

 

El 19 de noviembre de 1587, el Cabildo recibía la noticia de que Drake había salido de Inglaterra con una nueva flota y, nuevamente, los regidores se reunieron con urgencia para tratar el asunto de la defensa de La Palma. El cronista y alcalde Lorenzo Rodríguez recogía las conclusiones de dicho encuentro. Confirmaba que Drake dudará de enviar gente en los barcos y lanchas porque si quisiere acometer la principal fuerza que esta ciudad tiene es la artillería de las fortalezas para el gobierno de la cual conviene que haya en ellas alcaides y hombres de razón y de buen gobierno y de ánimo; y sólo en el fuerte del puerto está Pedro Hernández Señorino, que es hombre bien nacido y que en muchas ocasiones, especialmente el año pasado en la venida de Francisco Draque, con mucho valor trabajó y ayudó al artillero y a los que le servían, de suerte que las dos piezas de artillería que tenía el dicho fuerte, aunque pequeñas defendió la entrada a los navíos que venían siguiendo a la capitana de Francisco Draque y la trató muy mal y la hizo volver a la mar, y se tiene por cierto que la dejó ir al fondo por no poderla favorecer, el cual es hombre bastante para la dicha fortaleza. Yanes Carrillo informaba de que un disparo de este castillo que mandaban Pedro Hernández Señorino y Baltasar Hernández de Acosta, echó a pique un navío de los que formaban la escuadra del corsario inglés Francisco Drake el 13 de noviembre de 1585.

 

Detalle del escudo de San Miguel. Torre del Puerto. S. XVI

 

 

Algunas curiosidades sobre el Torreón de San Miguel

- En 1517 el emperador Carlos había expedido en Bruselas una Real Cédula agraciando a su repostero Pedro de Rada con la alcaldía y tenencia de la torre del Puerto. Rumeu de Armas informaba de que éste había tomado posesión nominalmente por medio de un apoderado.

- En 1587 el artillado de la torre contaba con los cañones llamados San Juan, Morterolo y la Rosa. También de una culebrina de hierro.

- A principios del siglo XVIII se sabe que el Cabildo se encargó de la restauración y reparación de la pequeña fortaleza.

- Antonio Riviere confirmaba en 1742 que ya no se usaba como castillo, pues escribió que era un torrión antiquisimo que sirve de cuartel.

- El 9 de mayo de 1779 fue preso en este castillo, y luego conducido al principal de Santa Catalina, el célebre garafiano Anselmo Pérez de Brito. El periódico El Tiempo, de la capital palmera, en su apartado “Efemérides”, confunde mes y año, pero no día. Así, se lee: 9 de marzo de 1770: El Lcdo. don Anselmo Pérez de Brito, abogado director de don Dionisio O’Daly en la ruidosa causa contra los Regidores Perpetuos, es sacado de su casa por orden de éstos y llevado entre tropa al Castillo de San Miguel del puerto en donde se le constituyó en prisión.

- En un informe de 1790 firmado por los diputados de fortificaciones de La Palma al Cabildo, se le comunicaba el mal estado de conservación de la torre, arruinada por el mar, sin almacén ni resguardo para la pólvora.

- En un informe de 1848 se hacía constar las partes con la que contaba el castillo: una puerta y escalera, un Cuerpo de Guardia de Tropa, escalera y calabozo alto, repuesto de pólvora, un cuarto del artillero, escusado y campanario, garita y cepo para las balas, imagen de San Miguel y escudo de armas...

- El 23 de junio de 1862 varios vecinos de la capital solicitaron a las autoridades militares la demolición del castillo.

- En 1872 sería el Ayuntamiento el que elevara esta misma petición, debido al lamentable estado que presentaba la torre y por la conveniencia de ampliar la plazoleta del muelle. En el informe redactado al año siguiente por la autoridad militar constaba que, aunque su eliminación suponía una debilitación del estado defensivo insular, también reconocía que esta edificación obstruía en parte el acceso al muelle y dificultaba la expansión urbanística de la ciudad.

- Una Real Orden fechada en Madrid el 20 de julio de 1877 prohibió la demolición.

- La acuarela y tinta sobre papel titulada Nobilissima Palmaria Civitas (anónima, s. XVIII) es una panorámica de la ciudad de Santa Cruz de La Palma desde el mar, donde se aprecian antiguas fortificaciones y fortalezas, templos y ermitas (algunas ya inexistentes, como la torre que nos ocupa). Sus medidas son 38,5 x 182, 5 cms.

- El derribo de la histórica torre de San Miguel del Puerto tuvo lugar el 17 de mayo de 1897 por un mandato del ayuntamiento a fin de comenzar las obras de remate del trozo de muelle que se construyó más tarde. Así informaba la prensa local de su desmantelamiento:

 

 

En el día de ayer empezó el derribo de la antigua torre de San Miguel situada en la plazuela del muelle. Nos complacemos de que al fin se halla llevado a cabo esta mejora, deseada hace mucho tiempo por los buenos patriotas…

(El País, 18 de mayo de 1897)

 

 

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TORRIANI, Leonardo: Descripción de las Islas Canarias (traducción con introducción y notas por Alejandro Cioranescu), Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1978.

TOUS MELIÁ, Juan: El Cañon Escorpión. De la torre de Londres al castillo de Santa Catalina en la isla de La Palma (1557-1860), La Laguna, 2007.

- Ídem: Descripción geográfica de las islas Canarias (1740-1743) de Dn. Antonio Riviere y su equipo de ingenieros militares. Museo Militar Regional de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1997.

YANES CARRILLO, Armando: Cosas viejas de la mar. Historia desde el siglo XVI. Navegación, relaciones con América, naufragios, puertos, piratería. Santa Cruz de La Palma, 1953.

 

 

Foto de portada: Torre de San Miguel vista desde el Muelle marcada con un círculo

 

 

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Comentarios
Domingo, 18 de Noviembre de 2012 a las 11:27 am - José Guillermo Rodríguez Escudero

#04 Muchas gracias, Tatiana. Un cordial saludo

Sábado, 17 de Noviembre de 2012 a las 23:15 pm - Tatiana

#03 Las Jornadas muy interesantes a las que acudieron numero público lo que demuestra el interés de la gente por el Patrimonio Palmero.

Demasiadas intervenciones por día ¿no se podrían haber ampliado a dos semanas?

Yo saqué unas conclusiones:

a) Que no se debe reconstruir el fuerte de San Miguel

b) Que las autoridades deben hacer los esfuerzos necesarios para que el Castillo de Santa Catalina pase a ser público.

c) Que no vi demasiado interés por el proyecto de la Plaza del Siglo XXI. A mi personalmente no me gusta desde luego.

Siga usted informándonos de esa manera Sr. Escudero.

Por cierto no tenía ni idea de la Torre de la Pólvora hoy desaparecida así que gracias por su corta pero amena conferencia.

Sábado, 17 de Noviembre de 2012 a las 20:57 pm - José Guillermo Rodríguez Escudero

#02 Muchísimas gracias, Fernando. Un abrazo

Sábado, 17 de Noviembre de 2012 a las 13:12 pm - Fernando Rodríguez

#01 Señor Escudero, como siempre, mis felicitaciones, cada una de sus palabras hacen retroceder en el tiempo e imaginar ese momento. Un abrazo.