Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

El león que vivió en El Madroñal.

Viernes, 12 de Octubre de 2012
Pedro Socorro Santana (Cronista Oficial de la Villa de Santa Brígida)
Publicado en el número 439

Desde 1904 un león custodiaba la finca de don Joaquín Apolinario en El Madroñal (Santa Brígida), hasta que sus rugidos provocaron que la leche de las vacas y las cabras se secara. Para entonces el fiero animal ya había despertado todos sus naturales instintos.

 

Corrían desapacibles los primeros años del siglo XX y Las Palmas no conocía aún un parque zoológico ni contaba siquiera con un animal feroz. Pero apenas iniciado 1900, un caprichoso ciudadano muy conocido de la capital, don César Navarro Ruiz, propietario del popular Café Madrid de la Plaza de Cairasco, tuvo la ocurrencia de comprar un hermoso cachorro de león que había sido cazado en los lejanos desiertos del África Subsahariana. El animal fue puesto en una estancia de su casa de la calle General Bravo y pronto atrajo la curiosidad del vecindario, que acudía en tropel a contemplarlo.

 

Natural de Telde aunque establecido desde muy joven en Las Palmas, don César estaba casado con María del Rosario Navarro Díaz, tenía nueve hijos y era hermano menor del que fuera Doctor en Medicina, político local, escritor y Cronista Oficial de Las Palmas Carlos Navarro Ruiz (1862-1947), creador de la Sociedad llamada Fomento y Turismo, verdadero vivero de iniciativas, festivales y mejoras artísticas y sociales.

 

De carácter abierto y resuelto, don César compró el leoncito de pocos meses, aún criado a biberón, en uno de los habituales barcos extranjeros que recalaban en el Puerto de La Luz a su regreso de las colonias africanas, y lo llevó a su casa. En ese momento, el futuro rey de la selva era lo que pudiera llamarse «una monada»: tierno, juguetón, simpático, no dando la menor muestra de ferocidad, según contaba Carlos Ramírez Suárez (1902-1978), abogado, Cronista y ex alcalde de Santa Brígida, en su libro En la ruta de mis recuerdos1.

 

Cada mañana, provisto de collar y cadena, don César se llevaba a su leoncito al Café Madrid, como si se tratara de un perro dócil. Y también le acompañaba a sus habituales tertulias y partidas de dominó en el Gabinete Literario, donde algunos socios lo miraban con natural recelo y prevención, y otros hubo que se ausentaron ante la presencia del felino.

 

Con el tiempo y buena carne el león fue creciendo hasta convertirse en un ejemplar magnífico que pesaba más de doscientos kilos y lucía ya una esplendorosa melena, lo que contribuía a resaltar la potencia muscular de su cuerpo y el fulgor de sus ojos amarillos. Su fisionomía obligó al propietario a realizar, en 1903, una jaula de hierro en unos talleres del Puerto de La Luz, mientras soñaba incluso con crear en la ciudad un futuro zoo.

 

En los talleres de los Sres. Hernández y Hnos. se está construyendo una jaula de hierro para el león que posee D. César Navarro. Dicho señor piensa adquirir algunas fieras más para formar en esta ciudad un pequeño parque zoológico2.


Pero llegó el triste instante en que la confianza del dueño en su mascota se transformó en miedo e intimidación para su familia, sus vecinos y también para los socios del Gabinete Literario, que pidieron a la presidencia que no admitiera a la fiera en la sala de juegos. Del desagradable huésped se cansó don César Navarro, que terminó regalándolo a Joaquín Apolinario Suárez (1861-1920), comerciante de Triana y asiduo a la institución cultural, que entonces lo puso en unas dependencias de la calle de La Marina, donde residía su suegro, pero con tan mala suerte que el león causaría daños a un niño.

 

En la mañana de ayer, un chico de 10 años, Juan Santana Padrón, entró en la casa de la calle La Marina, propiedad de don Lucas Alzola, y como se acercara a la jaula del león que allí tiene don Joaquín Apolinario, la fiera le dio un terrible zarpazo que pudo tener aún mayores consecuencias desgarrándole el cuerpo por varias partes y las ropas. Como a los gritos del chico acudió en el acto un sirviente a los pocos momentos fue Juan Padrón llevado a la Casa de Socorro de San Martín, donde le reconocieron los doctores Millares y Ramírez, apreciándole una desgarradura en la cabeza, cuello, antebrazo izquierdo y mano, y otras dos en el pecho que parecen como producidas por un cuchillo, tales son las zarpas del soberbio animal.

      Aunque las heridas no eran graves, el niño tuvo que ser cloroformado para curarse, pues los citados doctores le cosieron las desgarraduras dándole unos cuarenta puntos3.

 

Aquel incidente aceleró la marcha del león al campo, donde don Joaquín contaba con una hermosa casa y finca, hoy propiedad de Lorenzo Olarte Cullen. Y así fue como a partir de 1904 la hermosa quinta de El Madroñal se convirtió en una especie de circo rural que pronto atrajo la curiosidad de los vecinos, cada vez más expectantes. Hasta allí acudían numerosos visitantes, como los socios del Círculo Mercantil de Las Palmas que, en sus habituales giras al interior de la Isla, a bordo de los carruajes, aprovechando la mejora de la carretera del Centro, terminaban con la visita al exótico león de Vista Alegre.

 

Por todos estos motivos resultó en extremo agradable la excursión que llevaron a efecto ayer los socios del Círculo Mercantil. El día era hermoso, fresco y agradable. El lugar designado, la Hoya de Bravo, un rincón paradisiaco de la tierra canaria, el cual, si no existiera aún la montaña de Doramas y Osorio, sería una prueba de que en esta isla estuvieron los Campos Elíseos... Bajo aquellas arboledas, se pasó un día magnífico, del que conservamos todos una gratísima impresión. Cinco carruajes condujeron a los sesenta excursionistas. A las 7 y 11 se hizo alto en Tafira, donde se les sirvió el desayuno en casa de D. Severo de La Fe. En Santa Brígida se volvió a hacer alto, y una hora después los expedicionarios bajaban al hermoso valle donde habían de pasar el día, por la carretera recientemente construida a expensas del acaudalado propietario D. Ramón Madan, dueño de la magnífica finca Hoya de Bravo (…). La fonda del Sr. Medina, de Santa Brígida, sirvió la comida y mereció unánimes elogios. En una plazoleta del bosque, se extendieron los manteles, y allí comimos como príncipes, servidos con un esmero que no se encontrará siempre con muchos hoteles de la ciudad. Después de la comida, muchos de los expedicionarios se dedicaron a tirar al blanco, luciéndose en el ejercicio los excelentes tiradores que componen la sociedad del Círculo y tanta vida dan á la sociedad con los concursos que organizan.

     Coros y voces, acompañados de guitarras, cantaron cantares de la tierra y hasta el Te veo Mateo y el Pin pan pun, del Circo. Otros organizaron bailes campestres. En fin, que se pasó un día alegre, sin que el menor contratiempo ni incidente turbara la satisfacción que en todos reinaba. A las cinco se sirvió magníficamente el té, y poco después los excursionistas dejaban Hoya de Bravo dirigiéndose al Madroñal a visitar el león que posee en su quinta el Sr. Apolinario. A las 8 de la noche regresamos a Las Palmas. Todos los expedicionarios confiesan que la excursión de ayer fue la más agradable de la serie que están llevando a cabo. Por nuestra parte podemos decir que pasamos un día en extremo agradable y que quedamos muy agradecidos de las atenciones de que nos hicieron objeto los socios del Círculo Mercantil y su presidente el Sr. Alzola4.

 


Un grupo de personas en una excursión realizada a la Hoya Bravo en 1906 (Fondo: Fedac).


Para entonces el fiero animal ya había despertado todos sus naturales instintos, exhibiendo unos imponentes y afiladísimos colmillos con grave riesgo para los trabajadores de la hacienda, encargados de su cuidado y de su alimentación, y de transportarlo en carruaje, como en una ocasión, a la ciudad para que fuera el número especial del Circo Cuyás.

 

Tenemos entendido que dentro de pocos días se exhibirá en el Circo de Cuyás con las seguridades convenientes, el león que posee en su finca de Santa Brígida D. Joaquín Apolinario5.

 

Durante seis años permaneció el gran león recluido en una jaula que su propietario tenía al fondo de su bella residencia de campo, hasta que ocurrió algo inusitado y hubo de buscarle un nuevo destino. Durante un tiempo, al menor atisbo de alguien que se acercaba el león se lanzaba con violencia contra los barrotes de la jaula, y toda su rabia y desesperación se hacían rugido que atronaba y empavorecía a todo corazón viviente en varios kilómetros a la redonda. Los bramidos de la fiera causaron espanto a los pacíficos habitantes de la Vega de Enmedio, e incluso secaron las ubres de las vacas y cabras que habitaban en los alpendres próximos, lo que provocó las quejas de los ganaderos locales. Un fenómeno curioso pero nada extraño porque, según es sabido, los animales domésticos barruntan, por instinto, la presencia de una fiera a través de sus gemidos o rugidos, produciéndoles un miedo natural, aunque jamás la hayan visto o sentido.

 

Ante la situación creada, y por el miedo de los vecinos circundantes de que el rey de la selva se escapara de la jaula, don Joaquín Apolinario quiso deshacerse también del soberbio felino y gestionó a través del Ayuntamiento de Las Palmas, que entonces presidía Federico Massieu Falcón, con residencia en El Monte, para que se exhibiera en un lugar preeminente de la ciudad, tal vez algún parque público, para solaz y recreo de sus visitantes. La noticia del regalo del león a la capital corrió como un felino y la prensa, entusiasmada por la idea, se aprestaba incluso a buscarle el mejor sitio. Era 20 de septiembre de 1909.

 

Como dijimos hace días, nuestro estimado amigo D. Joaquín Apolinario ha regalado al Ayuntamiento de las Palmas el magnífico león, de que es propietario, con objeto de que sea colocado, con las seguridades convenientes, en uno de nuestros jardines públicos. Hemos oído a algunas personas indicar como el sitio más apropiado, la margen norte del Barranco, en el límite de la Plaza de la Democracia. En efecto, sobre el barranco, y el sitio que ocupa hoy el kiosko central, que tiene ya un piso sobre el cauce y es susceptible de ensanchar, podía colocarse la jaula que encierra el león, poniendo a distancia conveniente una valla o doble valla de seguridad, para que nadie se acerque sino a distancia donde la fiera no pueda ocasionar el menor daño. Como por el cauce del  barranco pasa una cloaca de hierro, podría colocarse allí un gran sifón empalmando con el piso del kiosko, para hacer la limpieza, completándose ésta con el baldeo que puede hacerse con toda facilidad. Emitimos la idea por si quiere acogerla nuestro Ayuntamiento6.


Y, en efecto, el rey de la selva llegó a la ciudad, pero la gran jaula de hierro macizo no fue instalada cerca del Puente de Piedra, como instaba la prensa, sino depositada, finalmente, en el centro del Parque de San Telmo, frente a la residencia del gobernador militar y a orillas del océano y del viejo muelle de San Telmo, que a fines de 1910 se ensancharía.

 

El lunes próximo quedará instalado en el ensanche de los jardines de San Telmo, el león regalado al Ayuntamiento D. Joaquín Apolinario.

     La muralla de contención hacia el mar, para limitar dicho ensanche empezará a construirse en los primeros meses del próximo verano, quedando para entonces definitivamente terminada tan hermosa reforma que va a realizar el patriotismo y la constancia dignos de todo encomio del Alcalde de Las Palmas Sr. Massieu y Falcón7.

 

Sin embargo, poco habría de durar la estancia del león en aquel céntrico lugar de la ciudad, pues aparte de lo costoso de su mantenimiento para las arcas municipales, su presencia constituía un problema para la convivencia de los vecinos, debido a sus terroríficos rugidos sobre todo por las noches, pero también a la suciedad y el mal olor que se originaba en torno suyo. Así que no tardó mucho tiempo para que el León del Parque, como se le conocía en la ciudad, pasara a mejor vida, sin que se supiera bien cuándo, y terminara como una curiosidad museística. Pero quedaría en la memoria colectiva capitalina y en unas alegres coplas que un orfeón de la ciudad le dedicaría con motivo de un concurso de estudiantinas en los Carnavales de 1909:

 

Ayer que el pueblo dormía
nos velaba un gran león,
hoy ha despertado el pueblo
pero el león se durmió
8.

 

 

Notas

1. RAMÍREZ SUÁREZ, C. (1976): En la ruta de mis recuerdos. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Madrid, págs. 169-170. Don Carlos Ramírez conoció las andanzas del león gracias a los datos facilitados por una hija de don César Navarro y Ruiz, doña Dolores Navarro y Navarro.

2. Diario Las Palmas, 21 de noviembre de 1903.

3. Diario Las Palmas, 1 de enero de 1904.

4. Diario de Las Palmas, 3 de septiembre de 1907, pág. 2.

5. Diario de Las Palmas, 3 de diciembre de 1904.

6. Diario Las Palmas, 20 de septiembre de 1909.

7. Diario de Las Palmas, 31 de diciembre de 1910.

8. La Provincia, jueves 13 de junio de 1912, portada.

 

 

Fuentes bibliográficas

• RAMÍREZ SUÁREZ, C. (1976): En la ruta de mis recuerdos. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Madrid.
Diario Las Palmas: 21 de noviembre de 1903, 3 de septiembre de 1907, 3 de diciembre de 1904, 20 de septiembre de 1909 y 31 de diciembre de 1910.
La Provincia: 13 de junio de 1912.

 

 

Foto de portada: antigua quinta de campo de don Joaquín Apolinario, donde residía el león a comienzos del siglo XX

 

 

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