Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

La cochinilla: un pigmento natural con futuro. (PUBLICIDAD)

Lunes, 24 de Septiembre de 2012
Revista Campo Canario (ASAGA Canarias ASAJA)
Publicado en el número 437

Canaturex, empresa exportadora, busca revalorizar este producto regulando la calidad de la producción y la transparencia en la comercialización.

 

El carmín (laca dimetálica del ácido carmínico) de la cochinilla es un colorante muy apreciado en la industria alimentaria, textil, cosmética y farmacológica. Su versatilidad e inocuidad para el consumo humano lo convierten en una cotizada joya. Un kilo se paga en torno a los 60 euros, aunque ha llegado a tasarse en 140 euros, y su uso, aunque ha sufrido altibajos a lo largo de los años, ha resistido el empuje de los tintes sintéticos o anilinas, con lo que su demanda continua siendo creciente.

 

En el pasado, Canarias llegó a ocupar un lugar privilegiado como productor durante el siglo XIX al abastecer a países como Francia e Inglaterra. Sin embargo, en la actualidad “los precios internacionales de este producto no son competitivos para nuestro mercado lo que genera la inexistencia de la fluidez comercial y, en estos momentos, tanto la producción como la comercialización están prácticamente paralizadas en las Islas”, lamenta Lorenzo Oliverio Pérez, exportador de la única marca comercial autorizada del Archipiélago en cochinilla seca artesanal, Canaturex.

 

La empresa, ubicada en Las Palmas de Gran Canaria, pretende romper esta tendencia a la baja y “revalorizar la materia prima canaria en el panorama internacional para que los viejos productores canarios vuelvan a ilusionarse trabajando la cochinilla y además se genere interés en los jóvenes con vocación agrícola. Hoy por hoy se desconoce la cifra exacta de agricultores dedicados a este cultivo y debido a la especulación de precios y muchos factores externos puede acarrear que desaparezca la oferta insular de este producto si no se lleva a cabo una acción pronta y rápida y con ese objetivo se mueve Canaturex”, comenta Pérez.

 

La falta de regulación, información y experiencia en materia de seguridad y trazabilidad son las principales deficiencias que manifiesta el sector de la cochinilla y frenan su desarrollo en Canarias. La propuesta de Canaturex es diferenciar, promocionar y contribuir a la transparencia en el procesado de este producto. Cuentan con mecanismos de control de calidad e incocuidad, supervisados por el Departamento de Sanidad Vegetal de la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias y garantizados a través de un sistema de gestión de calidad como el International Management System Requirement (IMSR). Además, la propia empresa se encarga de asesorar e informar a sus proveedores sobre las pautas correctas a seguir en el proceso productivo para lograr las máximas garantías y que el cliente se lleve un producto en óptimas condiciones. La calidad de la cochinilla se mide en función de la cantidad de ácido carmínico. Con un porcentaje de un 20% se considera una cochinilla de calidad diferenciada. “Nosotros hemos conseguido resultados del 22%”, señala Pérez.

 

La Universidad de La Laguna ha patentado la producción de cochinilla a escala industrial. Canaturex se ha convertido en impulsora de la gestión de calidad agroalimentaria de este pigmento natural, un concepto que abanderan en todas las ferias internacionales a las que acuden para presentar este producto. Según explica Pérez, “tanto el proceso de recolección como de elaboración de la cochinilla se hace siguiendo métodos artesanales, lo que contribuye a preservar la naturalidad al 100% y la calidad del producto pero también el medio ambiente mediante políticas de sostenibilidad. Esta filosofía nos ha permitido exportar en los últimos años a países como Italia para su uso en bebidas alcohólicas y a Alemania donde lo demandan como colorante alimentario. Además, en estos últimos meses, empresas de India y laboratorios de cosmética de Francia también se han interesado por este tinte y ya les hemos enviado muestras gratuitas para que la conozcan y la prueben”. Actualmente son los únicos exportadores autorizados de Canarias por Comercio Exterior Ganadero (CEXGAN) dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

 

En este afán por regularizar el mercado de la cochinilla en Canarias, Canaturex ha solicitado, a través de ASAGA Canarias, la tramitación del símbolo RUP, como estrategia de diferenciación de cara a los productores líderes en colorantes naturales como es el caso de Perú, país que concentra el 85% de la producción mundial, además de para consolidar un producto agrario y autóctono del Archipiélago y evitar así su pérdida.

 

Un parásito de valor. La cochinilla (Dactylopius coccus Costa) es un insecto fitófago que parasita la tunera o chumbera. La infestación de la planta puede ser natural o artificial. En el primer caso, el viento favorece la propagación de las ninfas migrantes para que se trasladen por sí solas entre planta y planta y comience su ciclo productivo que dura aproximadamente 75 días. En el segundo, como su propio nombre indica, se emplean métodos industriales controlados para favorecer su desarrollo a gran escala. El doctor en Ingeniería Agraria de la Universidad de La Laguna, Damián de Torres, ha obtenido una patente de invención al demostrar que la cochinilla se puede criar en perfectas condiciones en un invernadero adecuado si se le proporcionan unas condiciones favorables para su cría y reproducción. De esta forma se consigue aumentar y rentabilizar la producción en ciclo cerrado de manera continua durante todo el año.

 

Según explica de Torres, “en estos momentos estamos en conversaciones con dos empresas de Tenerife y Gran Canaria para empezar a trabajar con los prototipos de las instalaciones más adecuadas que deberán estar equipadas con sistemas de recolección, clasificación e infestación para el desarrollo de la cochinilla. Los resultados de estos ensayos nos aportarán datos fiables sobre el comportamiento, la producción y multiplicación de este insecto que nos servirá para dar el salto a una industria a gran escala”. El centro, que permitirá la industrialización de la cochinilla de manera rápida y eficaz para su transformación en colorante, se encuentra ubicado en Lanzarote y, según señala de Torres “si todo sale como esperamos podría empezar a funcionar en el año 2013. Hasta ahora no lo había hecho al carecer de materia prima suficiente y con aporte continuo alo largo del año. Hay que tener en cuenta que históricamente Canarias ha exportado este producto y las ganancias (valor añadido) de su transformación en tinte industrial se han quedado fuera en manos extranjeras, ahora el objetivo es que el Archipiélago también se beneficie de este proceso lo que aportará un valor añadido a la cochinilla, generará mayores ingresos para la industria y para los productores y abrirá una puerta al empleo dentro de este sector”.

 

El colorante alimentario resultante de la cochinilla se etiqueta, según la normativa europea, como E-120, conocido internacionalmente como “colorante rojo natural nº 4”, aunque si se procesa de manera conveniente permite la obtención de una variada gama de colores como el violeta, naranja, rojo, gris o, incluso, el negro. La Organización Mundial de la Salud establece un consumo diario limitado a 5 mg/kg/día. Al no ser tóxico está muy cotizado en el mercado como ingrediente en la elaboración de yogures, helados, dulces, mermeladas, sopas, jarabes, así como en cosmética, ungüentos, cápsulas y en el teñido de prendas de vestir.

 

Como curiosidad, las casacas rojas, nombre por el que eran conocidos los temibles soldados del ejército británico que llevaban esta prenda como parte de su uniforme, tanto ceremonial como de batalla en el siglo XIX, estaban teñidos con cochinilla canaria, que le proporcionaba su intenso color y que los hacía visibles desde la distancia lo que causaba pánico entre sus enemigos. Desde un punto de vista más científico, un estudio reciente realizado en la Universidad de SouthHampton del que se ha hecho eco la Agencia Británica de Seguridad Alimentaria sugiere una posible relación entre el consumo de ciertos colorantes alimentarios artificiales y un aumento del síndrome de hiperactividad y falta de concentración en los niños, lo “que está contribuyendo al aumento de la demanda de cochinilla en alimentación”, subraya de Torres.

 

La fama de la cochinilla canaria se la ha ganado a pulso a lo largo de la historia. Hacia 1870 la producción de cochinilla en Canarias experimentó un importante auge en el mercado mundial debido a la decadencia de México, país puntero en producción desde la Conquista de América.

 

Aunque la producción y comercialización de este pigmento ha padecido variaciones importantes, sus cualidades han permanecido inalterables (inocuidad, estabilidad en amplios rangos de temperatura y de ph), de ahí la elevada cotización.

 

La posibilidad de crear una industria en torno a este producto genera enormes expectativas en diferentes ámbitos: agrícola, industrial, social y cultural por lo que no hay que dejar perder la oportunidad.

 

 

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