Vivió en Valladolid y en Lisboa, ciudades en las que edita su única obra conocida: Libro Real de las alabanzas de la gloriosa Santa Ana, y su carta ejecutoria (1604), dedicado precisamente a la hija del Condestable. Hay edición facsímil de 1994. Aunque se habla de su inclinación hacia las vanidades de la vida, esta obra es una colección de poesías de carácter religioso-moral, cuyo propósito -según advierte el propio escritor- es disponer la voluntad, desterrar vicios y desdeñar el mundo y sus “viciosas profanidades”, con el fin de avivar la devoción religiosa. Al parecer, se trataba de un fragmento que publicó como adelanto de otro libro mayor: Libro Real del pleito de Dios y el hombre, que no se llegó a editar. Atento observador de los sucesos civiles y políticos de los que fue testigo, Álvarez de los Reyes, al decir de Viera y Clavijo, habría redactado también Gobierno y Mesa de Bastimentos para el remedio de muchos daños de las Yslas de Canaria y en la mar y hacienda del Rey, obra que se ha perdido.