“El Cabildo busca, sobre todo, garantizar la integridad de unos grabados que en los últimos tiempos se han visto afectados tanto por la erosión como por la mano del hombre que, por desgracia, a menudo y de forma irresponsable ha provocado estragos en este espacio”, explicó el consejero.
Las primeras acciones se llevarán a cabo en la zona conocida como Balos I, algo así como la “zona cero” del yacimiento y que se corresponde con el macizo rocoso situado en el mismo, vallado actualmente. Así, la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural, arreglará algunos tramos de las escaleras y pasillos interiores, retirará elementos (sedimentos, vegetación invasiva, líquenes, microorganismos…) que podrían afectar a los grabados y realizará sondeos en busca de nuevos petroglifos. Además, consolidará los ya visibles y realizará estudios geológicos del conjunto. Todo ello, con un presupuesto global que no alcanza los 50.000 euros.
En algunos casos, dichas tareas contarán con la colaboración de la Consejería insular de Medio Ambiente (dirigida por María del Mar Arévalo, gestiona el Monumento Natural Roque Aguayro, en el que se enmarca el yacimiento) y el Consejo Insular de Aguas.
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