Las fuentes escritas, preferentemente la prensa, hacen referencia a su paulatino desuso, prohibición tajantes con saladas multas y represiones, tildada de incómoda costumbre y recomendación de incorporar a la isla al llamado Carnaval culto y civilizado.
En 1928, en primera página, Diario de Avisos (el 28 de febrero) publica un columna esclarecedora. Por un lado subyace el incumplimiento de la disposición gubernativa y termina afirmando todo lo contrario, el acatamiento a la orden gubernativa. Muy buena crónica histórica de la realidad del Carnaval palmero.
Al títular le antecede la fuente informativa: Nota de la Delegación. El subtítulo "Sobre la prohibición de arrojar polvos".
No es nieve, son polvos de talco en los Carnavales de Los Llanos de Aridane de 2012
El texto es el siguiente:
A pesar de que el Delegado del Gobierno esperaba confiadamente de los habitantes de la isla, que cumplieran sus órdenes respecto a la prohibición de arrojar polvos y harinas en los Carnavales pasados, así como expenderlos con dicho fin, no por eso, deja de hacer público su sincero agradecimiento a todos los palmeros y en especial a los vecinos de esta Ciudad, Capital de la Isla, por su cooperación y acatamiento a las disposiciones gubernativas, que han hecho desterrar, sin medidas de violencia, una fea y antihigiénica costumbre, felicitándose así mismo como hijo de esta tierra de la comprensión de todos al procurar desaparezca esa forma tradicional de jugar los Carnavales y esperando que en años sucesivos se transformen las fiestas de Carnaval en algo artístico que demuestre la cultura y sensatez de nuestro pueblo.
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Han pasado décadas y distintos régimenes políticos y la deseada sensatez de nuestro pueblo no ha llegado; todo lo contrario: ha convertido la vieja manifestación de los polvos de talcos y harinas en señas de identidad del Carnaval de La Palma.