"Trabajamos de forma coordinada con la Universidad de La Laguna y el Organismo Autónomo de Museos de Tenerife, en un proyecto que ya en un primer contacto reveló restos arqueológicos de posible procedencia romana. Ahora de lo que se trata es de trabajar en más profundidad para ver si se confirman las expectativas. De ser así estaremos hablando de uno de los hallazgos más importantes para la arqueología canaria", explicó Juan Jiménez. La investigación se lleva a cabo gracias a la colaboración que mantienen el Cabildo de Fuerteventura desde su Departamento de Patrimonio Histórico y bajo la dirección de Mila Estupiñán, con el Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife -en el marco de un convenio que ya venía funcionando desde hace doce años-, y a través del trabajo de un equipo científico dirigido por Carmen del Arco Aguilar, catedrática de Prehistoria de la Universidad de La Laguna (ULL).
Juan Jiménez recordó que los primeros sondeos se realizaron a raíz del descubrimiento casual de determinados vestigios "que apuntaron en una valoración inicial a la época del alto imperio romano. En virtud de la presencia de claros procesos de extracto de púrpura procedente de determinados moluscos, se puede especular con la posibilidad de que estemos ante un asentamiento posiblemente estacional de población o destacamentos romanos. En todo caso, sí estaríamos ante la perspectiva de una línea de investigación que se lleva esperando desde hace muchos años en Canarias". Los trabajos de hace unos meses permitieron realizar unos primeros estudios a modo de sondeos o catas para evaluar, primero, si existía el yacimiento, y segundo, para corroborar la importancia del mismo. Esa primera aproximación confirmó que se trataba de un descubrimiento importante. A lo largo de las próximas semanas ya se actuará con más detalle y de forma sistemática, para avanzar en la investigación sobre el terreno, con la intención de luego desarrollar un estudioso más minucioso en laboratorios sobre el material que se pueda extraer.
Diversos investigadores como Pablo Atoche ya habían referenciado de la presencia de restos romanos en otros puntos de Canarias, pero este caso es especialmente llamativo por la diversidad de la cerámica hallada y por la actividad a la que estaría asociada, la extracción de la púrpura para su posterior comercialización en el Mediterráneo. Entre el material hallado en los sondeos previos a los que se refiere esta catedrática de Prehistoria en la ULL se encuentran con distintos tipos de cerámica -no sólo la utilizada para el transporte de materiales, sino también vajilla (terra sigilatta) de uso cotidiano-, fragmentos metálicos, restos de fogones, restos de cabras, un conchero de gran tamaño, restos de lapas, etc. Por lo tanto, y a falta de un análisis más detallado, las primeras hipótesis indican la posibilidad de que los restos de cerámica encontrados en la Isla de Lobos sean de torno y, los concheros, de thais (un crustáceo del que se la púrpura, un tinte muy apreciado), de manera que su procedencia podría asociarse a un asentamiento de la época imperial Romana.
Romanos y aborígenes. En lo respectivo a la cerámica de torno, su localización es muy importante debido a que, si se confirma su cronología, se demostraría que en Canarias hubo desde una época muy temprana emplazamientos de pueblos que conocían su utilización y que de alguna forma convivieron o mantuvieron contactos con los aborígenes, quienes para la realización de objetos de cerámica recurrían a la elaboración a mano. Hasta ahora sí se habían localizado en Canarias de forma puntual otros restos de cerámica de torno relacionada con las culturas clásicas del Mediterráneo, pero la singularidad del yacimiento en Isla de Lobos radica en que la cerámica aparecería ya contextualizada en un emplazamiento concreto y con actividad también relacionada con la obtención de tintes para su posterior comercialización.
Comercialización de la ansiada púrpura. Los tejidos teñidos de púrpura gozaron de gran popularidad en todo el mundo antiguo, desde los fenicios hasta los romanos. Eran considerados objetos de lujo y signo de distinción social, hasta el punto de que el propio Estado controlaba su monopolio y se organizaban expediciones comerciales y militares en busca de los productos necesarios para su elaboración. También se establecieron bases en la costa africana atlántica para su extracción. Las costas de la denominada Mauritania-Tingitana tenían una potente industria de púrpura, por lo que debido a su cercanía con Canarias, se podría apuntar como teoría que también la tuvieran las Islas, donde ya los autores clásicos situaron los Campos Elíseos. En este sentido, cabe recordar que ya desde el I milenio a. de C. se desarrolló la expansión comercial desde el Mediterráneo oriental a cargo de pueblos navegantes como los fenicios y griegos, que buscaban fuentes de abastecimiento de materias primas y nuevos mercados para sus productos. Los conocimientos náuticos de estos pueblos para navegar en alta mar permitieron esta expansión.
Esta actividad se vio acompañada de numerosos viajes exploratorios o periplos que propiciaron el establecimiento de colonias y emporios fenicios en la costa atlántica, como los de Gadir, Lixus y Mogador, en donde se desarrolló una importante industria pesquera. La producción de garum (una conserva realizada a base de pescado) dio origen a una rica industria de salazón que era comercializada por todo el mundo púnico, griego y romano. Y que también podría ser otra de las justificaciones de la presencia romana en la Isla de Lobos.
Las Islas Canarias, si se confirman las hipótesis iniciales apuntadas con localizaciones como la de Isla de Lobos, no fueron ajenas a este largo proceso comenzado desde el milenio I a. de C. que finalizaría con la crisis del Imperio de los s. III-IV d. C. y el posterior abandono de las factorías de salazones de la Mauritania Tingitana. En este sentido, la situación estratégica del Archipiélago Canario facilitó el establecimiento de las rutas comerciales de navegación atlántica. La gran riqueza en túnidos de las aguas del banco pesquero canario-sahariano pronto convertiría las Islas en una valiosa fuente de recursos pesqueros. La descripción de las Islas Afortunadas que Plinio extrae de la expedición de Juba II nos revela el conocimiento y la frecuentación del Archipiélago desde la Antigüedad. Existen evidencias indiscutibles que confirman en las Islas la presencia de poblaciones púnicas y romanas relacionadas con la explotación de estos y otros recursos naturales como la madera o el múrex, que propició el desarrollo de rentables industrias de tinte de púrpura en la Antigüedad.
Crónicas de asentamientos en Lobos. La Isla de Lobos también tiene un papel destacado en las crónicas de la Conquista de Canarias por los europeos, pero ya a comienzos del siglo XV. Tras la conquista de Lanzarote (1402), la expedición del normando Jean de Bethencourt regresó a la Península en busca de más refuerzos, dejando un destacamento al mando de su socio Gadifer de la Salle que se asentó en el islote de Lobos, que serviría de base para la posterior conquista de Fuerteventura.
Más sobre Arqueología Canaria.