Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

El dulce de tomate de La Gomera: la repostería casera de antaño.

Sábado, 27 de Abril de 2013
El Campo
Publicado en el número 467

La fábrica Carmita elabora esta y otras delicias artesanales para preservar el valor de la gastronomía local. El dulce de tomate es un perfecto acompañante de pan, queso, paté, salsas, guisos, incluso es posible combinarlo con otros postres. Todo depende de las habilidades creativas de quien esté en la cocina.

 

 

Carmen Mendoza, Carmita, como se la conoce a ella y a la pequeña empresa familiar que ha regentado durante más de doce años en San Sebastián de La Gomera, es consciente de que los buenos productos lo son primero por la materia prima y luego por el proceso de elaboración, más o menos laborioso. Su conocido dulce de tomate, una tradicional receta sencilla que aprendió de su madre y ésta de su abuela, lleva -además de la fruta en cuestión que adquiere de los agricultores locales- una dosis de paciencia ya que la cocción es larga porque hay que remover constantemente durante aproximadamente una hora para evitar que el tomate se pegue, conseguir que todos los ingredientes (matalauva, azúcar y limón) liguen perfectamente y obtener una especie de mermelada de textura dulce y suave. El resultado bien merece la pena.

 

Para esta repostera, ya jubilada, que ha relegado la gestión y producción de su fábrica a sus dos hijos. Antes no había tanta variedad de frutas como hay ahora y cuando la cosecha de tomates era abundante y sobraba una cierta cantidad, teníamos que aprovecharlos para preparar lo que siempre se ha conocido como dulce de tomate. De ahí que también en nuestra fábrica hayamos querido mantener el mismo nombre para no perder la tradición y ofrecerle a la gente un producto que ya era bien conocido por todos en la isla.

 

Elaboración. Para la elaboración no vale cualquier tomate, debe ser rojo, con buena masa y de calidad. Antiguamente, el tomate canario cumplía a rajatabla con estas características, pero hoy en día, además de que hay muchas variedades que no siempre responden a mis necesidades, también tienen más agua, por lo que hay que elegir aquellos que tengan una forma más homogénea, no presenten magulladuras y no estén demasiado verdes para poder preparar este dulce y que conserve todo el sabor y el aroma. Una vez se han añadido todos los ingredientes se comienza a remover a fuego lento para que se vaya evaporando el jugo y comience a tomar consistencia. Hay que tener en cuenta que al ser ácido el tomate lleva más azúcar que cualquier otra mermelada. Una vez esté listo, se envasa en frascos de cristal, explica esta repostera.

 

El dulce de tomate es un perfecto acompañante de pan, queso, paté, salsas, guisos, incluso es posible combinarlo con otros postres. Todo depende de las habilidades creativas de quien esté en la cocina. Además de en la propia fábrica, este producto se puede adquirir en el puesto del Mercadillo del Agricultor donde también se comercializa y en tiendas especializadas de productos locales. Los canarios de la isla son los que más suelen consumirlo, aunque los peninsulares que nos visitan y que se acercan hasta nuestros puntos de venta cuando lo prueban lo quieren comprar, señala Mendoza. No venden fuera de la isla porque resulta bastante complicado exportar el producto y sacarle rentabilidad, y en cuanto a otros formatos comerciales como internet, aunque lo han intentado, no han terminado de cuajar las ventas y al final han desistido.

 

La crisis, como a todos, ha resentido las ventas y ha frenado las acciones promocionales (ferias) por parte de la Administración, e incluso la innovación de muchos empresarios por miedo. Mendoza apunta que de momento nos mantenemos, que es de lo que se trata ahora. Producen además del dulce de tomate una selecta variedad de mermeladas de higo, papaya, dátil y manga, además de miel de palma y mojos. Su fábrica forma parte de la marca Alimentos de La Gomera que el Cabildo Insular se ha encargado de promover como aliciente para contribuir al desarrollo y al fomento del sector agrario local.

 

 

Este texto fue publicado previamente en el número 93 de la revista Campo Canario.

 

 

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