Casi un siglo lleva el pueblo de Guía de Isora (Tenerife) atrayendo visitantes de toda la isla, de otras partes de Canarias e incluso del extranjero, a sus fiestas en honor a la Virgen de Candelaria, con el reclamo de los fuegos artificiales, que cada año se celebran el 15 de agosto. Una exhibición de luz, color y sonido de los más espectaculares de Tenerife “y probablemente también de Canarias”, según reconocen los responsables de la pirotecnia Hermanos Toste, que lleva poniendo los fuegos de Alcalá durante unos 80 años, interrumpidos solo algunos años durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Celedonio Toste asegura que “los fuegos de Alcalá son sin duda los más vistosos para el público, pero los más difíciles de colocar desde el punto de vista técnico” ya que la mayoría de los explosivos hay que cargarlos en barcas y llevarlos hasta las bajas (formaciones lávicas de la bahía del pueblo), además de llevar más de 2000 sacos de arena, de entre 20 y 30 kilos de peso cada uno, para colocar las carcasas con los explosivos con seguridad sobre las rocas. Esto supone unos dos o tres días de trabajo.
Campaña de promoción. Dada la singularidad de los fuegos de Alcalá y su dilatada tradición, el Ayuntamiento de Guía de Isora y la Comisión de Fiestas de Alcalá impulsaron durante estos días una campaña de difusión y promoción de “este evento de gran interés cultural y turístico para el municipio isorano”, según resaltaba la concejal de Cultura isorana, Josefa Mesa. Para ello se ha editó un folleto que se distribuyó principalmente durante el día grande de las fiestas, ayer mismo, entre los vecinos, visitantes y turistas. La campaña ha estado colgada también en la web municipal (www.guiadeisora.org) y a través de Facebook, tanto en las páginas del Ayuntamiento como de la propia Comisión de Fiestas de Alcalá, donde incluso puede descargarse el folleto en español e inglés. Este año encargaron también una pieza audiovisual sobre los fuegos, en la que se han empleado unas siete cámaras de alta definición colocadas estratégicamente en distintos puntos de Alcalá para que no se escape detalle.
Un poco de historia. El investigador José María Mesa asegura que en 1925 aparece la primera referencia histórica a esta parte de los festejos. En aquella época, “un bote de pescadores tira fuegos artificiales y avanzaba en paralelo a la costa, hasta que llegaba al final de la muralla”, donde se celebraban los bailes. Eran tiempos de los barcos de cabotaje, que tenían en Alcalá una de sus escalas, y de los veraneantes que bajaban de Chío y Guía. Al año siguiente, 1926, también se tirarán fuegos desde un bote en la zona de la ermita, pero se introduce uno de los grandes aciertos del espectáculo: “también se quemarán bonitos fuegos de artificio en el risco llamado Baja de Afuera”, según recogía el programa de las fiestas de ese año.
Las fiestas incluían los denominados paseos con música o los bailes con pianola, celebrados supuestamente en la muralla, que es la zona elevada junto al embarcadero, hoy calle La Muralla. Uno de aquellos barcos de cabotaje, conocido como el vapor Virgen del Carmen, hacía un viaje extraordinario a La Gomera y volvía con personas que venían «especialmente» a la Fiesta de Alcalá. Los fuegos eran realizados por José y Manuel Rodríguez Alonso, pertenecientes a una familia de afamados fogueteros de Guía de Isora. Estos fuegos de Alcalá fueron novedosos desde el principio, aunque su gran impulso lo alcanzan con el desarrollo de zonas turísticas en municipios vecinos. Hoy resulta difícil ver los fuegos desde Alcalá si no se viene varias horas antes.
Lo que cuestan estos fuegos es uno de los secretos mejor guardados por las diferentes comisiones de fiestas. Como regla no escrita de los últimos años, especialmente las últimas dos décadas, los fuegos suponen la tercera parte del presupuesto de los festejos, aunque según ha reconocido la Comisión de Fiestas “este año suponen casi la mitad del presupuesto de los festejos”. Conseguir ese dinero significa año tras año un gran esfuerzo, pidiendo casa por casa, comercio por comercio, organizando eventos, etc.
Se tiran desde cuatro puntos: la Baja de Afuera, Filo Méndez, Baja de Tierra y un margen de la bahía. El trabajo más duro es transportar los sacos de arena hasta las bajas para sostener las carcasas de los fuegos. Son unas 2500 bolsas de 20 kilos cada una, que se llevan en pequeñas embarcaciones. Si hay suerte con la mar, se tardará dos días en esa tarea.
Los fuegos han crecido en cantidad, calidad y espectáculo, pero mantienen el mismo esquema desde hace más de 40 años. Su encanto está en el escenario, integrado por las bajas de lava volcánica, el embarcadero y la muralla, y en que se tiran de cuatro puntos distintos al mismo tiempo. Si el estado de la mar es bueno, está despejado y corre algo de brisa, la exhibición alcanza su máximo esplendor.