Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

La Casa Parroquial de San Mateo: la dádiva de un párroco. (y II)

Martes, 10 de Diciembre de 2013
Pedro Socorro Santana (Cronista Oficial de la Villa de Santa Brígida)
Publicado en el número 500

Francisco Pérez Alvarado fallece en su casa el 3 de agosto de 1889. Había muerto como siempre había deseado, en el recogimiento y en la gracia de Dios, pero sin ver lograda la ampliación del templo parroquial al que había dedicado casi toda su vida sacerdotal...

 

 

(Viene de aquí)

 

 

Ampliación de la parroquia. A fines del siglo XIX y comienzos de la siguiente centuria la parroquia de San Mateo conoció ciertas reformas que cambiaron su primitiva fisonomía. Después de muchos reparos al fin se materializaría la aspiración de construir una segunda nave, adosada al templo primitivo pero con igual volumetría y portada. La empresa no fue fácil, sobre todo por la falta de caudales en una época difícil con la guerra de Cuba, con la que Canarias se sentía tan ligada económica y sentimentalmente. Ya desde 1863 existía la idea de reformar el templo parroquial8. Ese año se instruyó el oportuno expediente ante el Gobierno de Madrid con la finalidad de que concediera una subvención para sufragar los gastos de una iglesia que por lo menos reuniese las condiciones indispensables para celebrar los oficios divinos; pero todo fue en vano en aquella época «a pesar de los buenos deseos de nuestros representantes en las Cortes», según aclarara el secretario municipal Antonio Monzón Navarro en una carta a la prensa9. En 1883 se vuelve sobre el asunto, y esto lo sabemos porque el presbítero de San Mateo lo hace constar en su detallado testamento, suscrito en Las Palmas el 11 de marzo de ese año ante el notario Vicente Martínez, cuando contaba con 78 años de edad y algunos quebrantos de salud.

 

Ordena que cuando se reforme la Iglesia Parroquial de dicho pueblo de San Mateo, que ya se haya en bastante mal estado, se enajene también en pública subasta por sus albaceas en unión de una comisión que nombre de su seno el Ayuntamiento de aquel pueblo la casa que el otorgante posee confinando en la plaza de dicha parroquia y adquirió por compra a don Mateo Rodríguez y su importe se invierta como convenga o a juicio y con intervención de dicha comisión y albaceas en la expresada reedificación. Y entretanto no se ejecute ésta, la misma se destinará a habitación del cura de la referida parroquia, rogando a éste que en sufragio del alma del otorgante celebre una misa cantada cada año al patriarca San Francisco que se venera en dicha parroquia en su día encendiéndose cuatro velas cuando se esté rezando el rosario por la noche y en la mañana siguiente hasta la hora de cerrarse la iglesia10.

 

Tal era el deseo de don Francisco en aquel momento, preocupado por la situación religiosa de su pueblo, pues la iglesia seguía siendo pequeña para albergar a tantos feligreses que participaban de los actos religiosos. Está claro que la incapacidad del templo era un problema latente que preocupaba en demasía a la sociedad veguera, pues no había crecido a la par de una población que casi alcanzaba los cuatro mil habitantes ni de su prosperidad. Pese a las dificultades que aquejaban a la agricultura y a la exportación de los frutos canarios, esta excelente Vega agrícola figuraba entre los once primeros municipios, de los noventa de la provincia, que más contribuían al Estado, según el repartimiento publicado en el Boletín Oficial del 24 de mayo de 1886. Y así lo hizo saber el cura Bertrana al Ayuntamiento presidido por el Alcalde Francisco Navarro Navarro quien, a fines de 1886, instruyó un nuevo expediente, pidiendo la intercepción del diputado Fernando León y Castillo, nuevo ministro de la Gobernación, a fin de que la acción política y las disputas cicateras no entorpecieran los deseos de prosperar de San Mateo. Habían transcurrido 20 años desde la última iniciativa de reconstruirla. Ya dicen que las cosas de palacio van despacio...

 

Pero en esta ocasión, gracias a las gestiones de León y Castillo en Madrid, apenas dos días después de estar sobre la mesa del Ministerio, esto es, el 30 de diciembre de 1886, el dichoso expediente ya estaba resuelto, como se esperaba. El Ministerio de Gracia y Justicia había aprobado el proyecto de edificación y el presupuesto de otra nave por la parte norte. San Mateo estaba de enhorabuena, celebrándose en el pueblo, en la noche del 14 de enero de 1887, una gran manifestación de júbilo a la que no faltaron las pitanzas y refrescos. Más de 300 vecinos echaron las campanas al vuelo y llenaron el cielo de un número crecido de cohetes y voladores, «organizándose luego una especie de charanga que recorrió las calles de la población durante varias horas, sin que en un punto cesaran los entusiastas vítores al sr. León y Castillo y al ministro de Gracia y Justicia. Así demostró el pueblo de San Mateo su vivo júbilo y su fervorosa gratitud»11. Todos los vecinos eran conscientes del gran paso dado y veían en el proyecto un futuro menos cochambroso que el pretérito. Pese a que el pueblo rebosaba alegría, satisfacción e ilusión, la ampliación de su amada parroquia no pudo comenzar a concretarse hasta 1895, siendo bendecida por el obispo Pozuelo en una visita a La Vega tras la culminación de las primeras reformas el 15 de diciembre de ese año.

 

Con motivo de bendecir el ilustrísimo Prelado de la Diócesis la iglesia parroquial de San Mateo, en la que se han realizado recientemente importantes reformas se celebrarán en dicho pueblo diversos actos los días 14 y 15 actual.

La noche del sábado predicará el Sr. Obispo y en la función del domingo el sr. Cura párroco de la ciudad de Gáldar12.

 

El bueno de don Francisco aún viviría seis años más sin ver levantarse una sola piedra en la pequeña parroquia. De este modo, ocho meses antes de su óbito, el anciano cura párroco hizo llamar a su domicilio a Francisco Romero, notario de Arucas, y allí decide hacer codicilio. Acaba de cumplir los 84 años y quiere precisar algunos aspectos de su testamento, sobre todo lo tocante a su casa de la plaza, desde la que observa cómo por esas fechas se habían concluido los nuevos poyos o bancos de piedra adosados a las paredes laterales de la iglesia que los vecinos llamaban poyitos.

 

(…) que la misma casa se destine desde que fallezca y para siempre a habitación del cura de esta parroquia, rogando a éste, del mismo modo que lo hace en dicho testamento, que en sufragio del alma del otorgante celebre una misa cantada cada año al patriarca San Francisco que se venera en dicha parroquia y que por la noche mientras se rece el Rosario y en la mañana hasta la hora de cerrar la iglesia le encienda cuatro velas13.

 

En otra cláusula, la tercera, advierte: Que si por cualquier causa, desde luego no permitirá que dicha casa y quisiere el gobierno apoderarse de la misma, desde entonces lo considerará nulo dicho legado y pasará a sus herederos que no duda el compareciente le dará dicho destino gratuitamente14.

 

Su partida de defunción recoge también su pretensión: Dejó a la parroquia la casa de la plaza o su valor, siempre que el Gobierno quiera hacerla propiedad suya15.

 

Quizás pensaba don Francisco Pérez que el gobierno local podía optar a la compra, pues la casa consistorial que la Corporación Municipal ocupaba en régimen de alquiler amenazaba ruina por esas fechas y necesitaba una intervención importante. El edificio del Ayuntamiento era, en opinión del médico del pueblo Federico León, el más pésimo del pueblo.  (…) la Casa consistorial, reducida a una pequeñísima habitación destartalada e inmunda, en donde se reúne la corporación todos los domingos, es lo más malo que hay en el pueblo16.

 

Por la lectura de su testamento se nos presenta como un gran devoto de su santo patrón, san Francisco, para el que pidió celebrar una misa anual y fiesta en su honor; una imagen que él había adquirido conjuntamente con su retablo. El cura Domingo Hernández Romero, que había tomado el mando material y espiritual de la parroquia de San Mateo, será el primer beneficiario de la Casa Parroquial y primer encargado de encender las cuatro velas junto a la imagen de san Francisco de Asís, las cuales debían encenderse el día de su onomástica, el 4 de octubre. Una voluntad expresa del testador que fue pasando por sucesivos sacerdotes hasta quedar en el olvido, pues el paso de los años, la mayoría de las veces, borra todo lo escrito en los testamentos. Y ya no se le hacen las lucidas fiestas a san Francisco, como deseaba el párroco.

 

Partida de defunción del presbítero y cura propio de San Mateo Francisco Pérez Alvarado,

fallecido el 3 de agosto de 1889 en dicho pueblo (P.S.)

 

Francisco Pérez Alvarado fallece en su casa el 3 de agosto de 1889. Había muerto como siempre había deseado, en el recogimiento y en la gracia de Dios, pero sin ver lograda la ampliación del templo parroquial al que había dedicado casi toda su vida sacerdotal. A los actos fúnebres que tuvieron lugar al día siguiente acudió casi todo el pueblo en un emotivo entierro con cruz alta, tal y como había dispuesto.

 

Pocos años después las carretas de bueyes comenzaron a arrastrar pesadas piedras desde la Montaña de Cabrejas. El nuevo párroco, Domingo Hernández Romero, natural de Agüimes, sería el encargado de sustituirle a su muerte y el artífice de las reformas que se llevaron a cabo en la iglesia hasta ver concluida la nave norte con los últimos años del siglo.

 

Testamento del párroco. El testamento suscrito por Francisco Pérez Alvarado es un documento que nos permite asomarnos a ese momento de su despedida de este mundo, pero que nos ayuda, al mismo tiempo, a conocer más detalles de la personalidad del cura veguero. Y así sabemos que lo primero que ordena es que su funeral sea de primera clase, como corresponde a un vecino de su categoría. Y que se digan por su alma y la de sus «padres bienhechores» 200 misas rezadas en la parroquia de San Mateo, para lo cual donaría una peseta y 25 céntimos por cada una de ellas.

 

En su última voluntad no hace mención a sus bienes porque, según manifiesta, «son de sobra conocidos», pero deja su amplia casa de la antigua calle Los Canónigos (hoy López Botas), en la ciudad, de tres plantas, señalada con el número 53 de gobierno, al Hospital de San Martín con el fin de que la vendieran en pública subasta. Es una morada que hacía algún tiempo había adquirido por compra a Antonio Alonso Falcón y sus herederos. El deseo del testamentario era que el dinero recaudado se donara íntegro a la superiora de las Monjas de la Caridad y que «de acuerdo con el director del centro se invirtiera en las necesidades extraordinarias» del centro asistencial, que desde finales del siglo XV hasta el siglo XX atendía a los enfermos y cumplía acciones benéficas.

 

Firma del presbítero Francisco Pérez en su testamento cuando contaba con 79 años de edad, en 1883 (P.S.)

 

Y ahora veamos lo que el párroco de San Mateo deja a cada uno de sus herederos y en qué términos lo hace. A su sobrina le lega varios terrenos plantados de árboles frutales, alpendres y otros cuartos de aperos que poseía en La Reyerta, en Utiaca, que había comprado al vecino Francisco Cabrera y herederos, situados por debajo del camino, junto a la era, por delante de las casas que allí poseía. También le deja un pequeño remanente de agua y un día de agua del heredamiento del Portillo, del barrio de Las Lagunetas, obtenido por herencia de sus padres. Pero le impone como condición para obtener tales bienes que le siga sirviendo hasta el día de su fallecimiento.

 

También tendrá el párroco un gesto de generosidad para su hermano Antonio Pérez, otorgándole todos los terrenos que poseía en La Reyerta, incluidos la casa grande y un cuarto de aperos que se hallaba al testero de ésta, así como otro día de agua del citado heredamiento y parte de un cortijo en La Solana, en el término municipal de Valsequillo, que había comprado a su tío Bernardo Pérez y a su prima María del Pino Pérez. Al fallecimiento de su hermano, el presbítero solicita que gocen de la finca las hijas de éste, Petra y María del Carmen Pérez Pérez y sus herederos, e impone como obligación dar participación en los productos de la finca legada a su otra hermana Francisca Pérez Pérez durante su vida, y mientras no regrese el marido de América, que por su ausencia debía encontrarse en una situación no muy holgada.

 

Menos bienes dejaría el cura a su otro hermano, Jerónimo, a quien cede un día de agua delante del Portillo, donde tenía su vivienda. Entretanto, a su también hermano Manuel, quien se había casado en la ermita de Las Lagunetas el 5 de noviembre de 1855 con la vecina María del Jesús Navarro, le dona dos cuartos de habitación en el mencionado lugar. También legaría a sus parientes y a la esposa de otro fallecido hermano todas las propiedades que poseía en el barranco de Sanz y que se conocían como El Manchón de la Rosa, Gallanías y Llanillo sobre el Caidero.

 

En resumen, son los deseos expresos de un párroco que murió siendo amigo de todos, pero que no tuvo el honor de que su nombre se incorporarse al callejero veguero. Curiosamente, una lápida de cantería adosada a la fachada de la que fue su casa muestra hoy el nombre de otro compañero cura que sí logró figurar en el nomenclátor municipal: Antonio Gil Santana (1921-1944). Él, que había logrado algunas adquisiciones y mejoras en el templo, que había donado su casa para que fuera el hogar de los párrocos, y servido a su feligresía durante medio siglo, había sido olvidado y no hay nadie ya que encienda las cuatro velas en honor de san Francisco.

 

 

* Esta crónica se acaba de publicar en la revista Legados de Patrimonio del Ayuntamiento de la Vega de San Mateo nº 14, de este mes de julio. La imagen de portada es la parroquia de San Mateo en torno a 1894, antes de ampliarse la segunda nave (Fondo: Fedac).

 

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

. LEÓN, F.: Datos para la Estadística Médica de la Vega de San Mateo. Publicado en la Gaceta Médica catalana. Barcelona, 1888.

. RODRÍGUEZ SUÁREZ, P.J.: San Mateo (Apuntes para su historia). De Tinamar a la Vega de Arriba, Las Palmas de Gran Canaria, 2001.
- «La Vuelta de la Muerta» en la revista Legados, nº 1, junio de 2006, Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de la Vega de San Mateo.

. STONE, O.: Tenerife y sus seis satélites. Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Valencia. 1995, tomo II, págs. 123-124.

 

Archivo Parroquial de la Vega de San Mateo:
- Libros de Bautismos, Matrimonio y Defunciones.

Archivo Histórico Provincial de Las Palmas Joaquín Blanco:
- Protocolo 3.498, de fecha 3 de agosto de 1883, ante el  notario Vicente Martínez de Las Palmas.
- Protocolo 3.574 de fecha 24 de noviembre de 1888, ante el notario de la ciudad de Arucas, Francisco Romero.

Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas:
- Cajas de documentación de la Parroquia de la Vega de San Mateo.
- Caja 7, expediente 307 de Francisco Pérez Alvarado, año 1825, Seminario Conciliar de Las Palmas.

Hemeroteca de El Museo Canario:
- El Liberal, 15 de enero de 1887.

Ayuntamiento de la Vega de San Mateo:
- Catálogo Arquitectónico de la Vega de San Mateo.

 

 

Notas

8. El País, 31 de marzo de 1863, portada.

9. HMC. Carta de Antonio Monzón Navarro del 15 de enero de 1887 en el periódico El Liberal.

10. AHPLP. Protocolo 3.498, de fecha 3 de agosto de 1883, ante el notario Vicente Martínez de Las Palmas.

11. HMC. Carta de Antonio Monzón Navarro, citada con anterioridad.

12. La Patria, martes 10 de diciembre de 1895, pág. 3.

13. AHPLP. Protocolo 3.574, de fecha 24 de noviembre de 1888, ante el notario de la ciudad de Arucas, Francisco Romero.

14. Ibídem.

15. Libro VI de Defunciones de la Parroquia de San Mateo, fs. 39 y 40.

16. LEÓN, F.: Datos para la Estadística Médica de la Vega de San Mateo. Publicado en la Gaceta Médica catalana. Barcelona, 1888, pág. 45.

 

 

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