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Lunes, 04 de Noviembre de 2013
José Manuel Quesada Medina
Publicado en el número 495
Hace tan solo unos años, subir a la montaña del Cedro o de Los Cedros era toda una aventura, el caminante debía poner a prueba sus conocimientos del terreno para conseguir culminar sus intenciones sin meterse en un berenjenal.
Hoy en día, la buena labor realizada por individuos anónimos que se dedican a amojonar los pasos a seguir para que la montaña esté más cerca de todos, convierte esta ruta en una ruta mucho más accesible, pues está perfectamente amojonada; solo debemos preocuparnos por disfrutar de las maravillosas vistas y caminar con pie firme y seguro, por el abrasado terreno, fruto de millones de años expuesto al azote de las fuerzas destructivas o erosivas.
Sin embargo, no nos confundamos: para subir se necesitan los conocimientos básicos para arremeter cualquier montaña y un poco más, junto con un decente estado de forma para superar las vertiginosas laderas de esta maravillosa pared que reta a las alturas.