Revista n.º 1065 / ISSN 1885-6039

El pueblo en versos: doña Clotilde Cruz Peña.

Lunes, 10 de junio de 2013
Jonay Iván Guerra Romero
Publicado en el n.º 474

Clotilde pertenece a la generación de poetas rurales. El contacto directo con las tradiciones de su pueblo, y en especial de su barrio, Aguatona, le ha ofrecido una serie de vivencias cotidianas que Clotilde ha conseguido transformar en óptimos recursos que le puedan proporcionar contenido a sus carismáticos poemas.

Clotilde Cruz Peña.

 

 

La tarde del 18 de mayo del 2013 me acerqué al barrio de Aguatona, en el municipio de Ingenio, para visitar a una de las mujeres que mejor custodia, mantiene y fomenta las tradiciones costumbristas canarias de los últimos tiempos en el municipio de Ingenio (Gran Canaria). Clotilde Cruz Peña me recibió con enorme alegría y me hizo sentir testigo del don natural que su prodigiosa mente mantiene intacto mientras recitaba un poema tras otro, que siempre tenía presente en su amplio repertorio de obras que se almacenan en la impecable biblioteca de su mente. Sus ochenta y seis años no son en absoluto ningún obstáculo para mantener la viveza que siempre le ha caracterizado a la hora de crear y recitar algunas de sus obras. Ella misma afirma que si no fuese por mi espalda, ahora mismo estaría brincando.

 

Como bien afirmaba el archiconocido Blas Sánchez, Clotilde pertenece a la generación de poetas rurales. El contacto directo con las tradiciones de su pueblo, y en especial de su barrio, Aguatona, le ha ofrecido una serie de vivencias cotidianas que Clotilde ha conseguido transformar en óptimos recursos que le puedan proporcionar contenido a sus carismáticos poemas. En resumidas cuentas, como bien diría Demócrito: Aguatona ha sido su microcosmos e Ingenio su macrocosmos. Por ello, a la pregunta de cuál de sus poemas es su preferido, y seguramente, el más simbólico para ella, Clotilde mostró una risueña faceta de alegría al nombrar el título de su entrañable obra: "A Mi Viejo Barrio". Y también mostró satisfacción al nombrar su primera obra: "Aguatona y su Pasado", la cual fue creada a la edad de cincuenta y seis años y que le sirvió de inspiración para que a partir del año 1983 comenzase a crear obras de manera desinteresada y desenfrenada hasta nuestros días, siguiendo así los pasos de su abuela, que si bien recitaba de una manera magistral, nunca las plasmó en papel, como sí pudo hacer Clotilde.

 

 

A MI VIEJO BARRIO

Viejo barrio de Aguatona
primer retoño de Ingenio
remanso de agüita clara
cuna de nuestros abuelos.

Avecilla solitaria
de soledad y silencio
eres como un cuento de hadas
eres un mágico sueño.

Tu barranco se ha dormido
entre el sentir y el recuerdo
ya no hay manos artesanas
ni yugos de tus labriegos.

Barrio antiguo de Aguatona
entre tuneras y palmas
no te echamos al olvido
te llevamos en el alma.


(Clotilde Cruz Peña. 1984)

 

 

La obra fue tan carismática que fue elegida para el pregón de las fiestas de su barrio. Después de ahí no solo hizo poemas, sino también refranes, adivinanzas, anécdotas familiares esbozadas con un íntimo suspiro de esperanza, y en otras ocasiones animadas con toque de júbilo y complacencia. A todo esto cabe añadir sus innumerables obras de teatro costumbrista que realizaba con el grupo Drago, que comenzaron formando parte del programa de fiestas del pago ingeniense, de las que me nombraba dos con especial cariño: Sólo se muere una vez y La codicia rompe el saco. La primera fue tan popular que llegó a ser interpretada por otro grupo teatral tras habérsela pedido y consiguió ser premiada. La segunda fue tan llamativa que el escritor ingeniense Carmelo Sánchez Cabrera la interpretó en consideradas ocasiones. Pero, por si fuera poco, Clotilde siente especial admiración por la artesanía y es capaz de crear majestuosas obras de arte con restos de plantas que también su barrio le ofrece.

 

Clotilde Cruz con sus obras artesanas al fondo.

Clotilde Cruz Peña con sus obras artesanas

 

Si hay algo que conmueve a Clotilde, además de su familia y barrio, es la enseñanza que recibió de su maestra Candelaria Marrero Marrero cuando asistía al antiguo colegio que estaba situado en Aguatona. Las visitas a la ciudad de Las Palmas, a yacimientos arqueológicos y muchas otras importantes tareas de esta maestra le motivaron tanto a saber que pronto consiguió leerse el libro Los niños y las flores, que fue determinante para comenzar a atreverse con la composición poética, teniendo como base las poesías de Machado y Bécquer.

 

Su admiración fue tan grande por esta maestra que incluso la visitó en Ciudad Real en 1990. Posiblemente también consiguió en esta pequeña andadura en la escuela pública el saber usar las palabras adecuadas para la composición poética, o bien para defenderse a la hora de exponer una conversación o similar; pues sus obras se caracterizan por un lenguaje sencillo, a la vez que una rima sonora, junto a una estructura fina y sutilmente elaborada; pocas veces suele alterar su norma propia, y si ocurriese se puede deber a modificaciones que han sufrido por personas que no comprenden sus textos, cosa que ya ha pasado según me cuenta Clotilde. Pero debemos saber, como bien explicó Blas Laiz Solla, que los versos de Clotilde son como la vida misma, a veces dolidos, otras veces sosegados, por los versos de Clotilde son vida, y en la vida diaria hay días claros y otros llenos de oscuros nubarrones.

 

Los premios han sido numerosos y las felicitaciones también. Diferentes medios se han preocupado en conocer de cerca la ambición de nuestra vecina Clotilde, y no es para menos pues yo mismo no he podido dejar de pensar en el esfuerzo que ha hecho nuestra amiga para llegar a convencer a todos de que un barrio puede ser simplemente un grupo de viviendas si tan solo vives en él... o bien la musa de la inspiración poética.

 

Mi admiración por Clotilde se manifestó cuando aprecié en persona cómo era capaz de elegir cualquier poema que almacena en su interior y recitarlo con total fluidez y armonía, cuyas sonoras palabras te ensimismaban hasta tal punto que pensabas que estabas sumergido en las imágenes que proyectaba dulcemente a través de su don: la palabra. Hay que destacar el digno esfuerzo de su hija Adolfina y demás hermanos, que apreciaron también este don y le ayudaron a conseguir su sueño: la publicación de 125 poemas inéditos en su antología poética.

 

Portada de la antología de poemas de la ingeniense Clotilde Cruz.

 

Cada pueblo se mide por su gente, son ellos quienes tienen el testigo para dar valor al lugar en el que nacieron. Las costumbres y las raíces son las únicas propiedades de un pueblo que deben quedar intactas y permanentes en el tiempo para hacernos saber quiénes somos. Sin nuestra identidad propia del lugar donde nacimos y la identidad general del Archipiélago donde crecimos nunca podríamos pensar en evolucionar en las siguientes generaciones. Nuestra identidad es nuestro argumento para sentirnos felices y para diferenciarnos de otras áreas con sus propias costumbres, y para dejar nuestra semblanza en un recóndito lugar del mundo custodiado por semejantes que aprecien también la armonía y placidez que se siente al vivir en una zona tan enriquecida de valores culturales provenientes de nuestros ancestros. En este caso, Clotilde evoca nuestro Ingenio en sus poemas, tal como manifestó la poeta Pepa Aurora: Clotilde Cruz Peña vive en Aguatona en una casa grande con un patio floreado que se abre a los recuerdos, a la luz y a la alegría. Despaciosamente los objetos, las plantas, las formas y hasta el mismo viento que sopla, arremolinando las hojas secas en las esquinas del patio, evocan el Ingenio de mi infancia, al de siempre, al que corre por la sangre de quienes lo amamos y nos sentimos parte de sus gentes. Clotilde es todo Ingenio…Ella es como la alpispa que, como cantara, Néstor Álamo, “chiquitita, vivaracha, coqueta”…

 

No pude dejar de contemplar la facilidad con la que recitaba, ni tampoco fue menos el tesón y sentimiento que ponía en cada palabra que pronunciaba. En esa tarde que estuve con su compañía recitó todo el poema que dedicó a la figura de El Corredera, que tanto éxito ha tenido y que tanto ha sido recitado cuando cuando ha sido invitada por varios centros escolares de Telde. Muchos dicen que uno de sus mejores poemas. Sin embargo, Clotilde no solo recita textos propios sobre Ingenio, sino otros poco conocidos de Juanito Nuez, poemas de su infancia aprendidos en el colegio, poemas de su abuela con connotaciones religiosas, y poemas que reflejan la realidad social de acontecimientos que ocurren hasta el día de hoy en cualquier parte del mundo.

 

Durante toda la tarde que pasé en la casa de Clotilde pude conocer datos del pasado de Ingenio que de no ser por ella posiblemente nunca los hubiera sabido; desde historias reales ocurridas en primera persona como las plagas de cigarras, la inmigración a Cuba de muchos de sus vecinos, hasta las leyendas populares sobre brujos que se trasmitían de generación en generación y que ella guardaba celosamente en su amplio repertorio. Además, nos causaba especial admiración el hecho de que en Ingenio se mantengan hoy día algunas expresiones propias de un habla localista concentrada en los barrios más antiguos, expresiones tales como quellero (cualquier cosa) o mesturado (mezclados).

 

Todos estos esfuerzos se convirtieron en alegrías desde el primer momento en que Clotilde decidió dedicar sus versos al almendro que tiene plantado en su patio y los presentó en Valsequillo para la Ruta del Almendrero en Flor, consiguiendo el pasado mes de febrero del presente año el Primer Accésit con su trabajo “Ya mi almendro floreció”. Además de este premio, en el año 2010 también lo consiguió en Tejeda y en 2011 nuevamente en Valsequillo.

 

Clotilde Cruz junto a su almendro.

Clotilde Cruz Peña en su jardín con el almendro que le inspiró

 

Para finalizar, nos centraremos en el poema que dedicó a su almendro que, al igual que toda la realidad inmediata que observan sus ojos, se traduce luego en imprescindibles recursos que formarán parte del legado cultural de nuestro pueblo de Ingenio.

 

 

YA MI ALMENDRO FLORECIÓ

Planté un almendro en mi patio
y es la ilusión de mi vida
sus flores son un encanto
y mi jardín maravilla.

Muy temprano me levanto
apenas clarea el día
al ver mi almendro de blanco
¡qué entusiasmo!, ¡qué alegría!

De un canario se oye el canto
de la lluvia su armonía
sobre aquel divino manto.

Ya mi almendro florecía
ya no hay pena ni quebranto
brotó mi flor preferida.

 

(Clotilde Cruz Peña. Febrero 2013)

 

 

 

Jonay Iván Guerra Romero es Licenciado en Filología Inglesa y Máster en Español y su Cultura (jonayguerraromero.blogspot.com.es).

 

 

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