Desde primeras horas de la tarde, una multitud en la que se mezclaban adultos, jóvenes y niños, esperaba aguantando el calor, las guaguas para trasladarse a la montaña sagrada.
Arriba, en pleno corazón de las medianías guienses, el clima cambió, como si la Virgen quisiera aliviar el sufrimiento del camino, inundando de una fresca brisa la tarde festiva. Sobre las cinco de la tarde, los tambores, cajas de guerra y caracoles sonaron con fuerza, iniciando la marcha hacia el templo matriz.
Con la caracola colgada al cuello estaba Ariday, que a sus doce años ya lleva cuatro participando en la Rama de Las Marías, siempre con el bucio que aprendió a tocar él solito. Junto a Ariday estaban Ixemad y Acodami, de siete años, haciendo sonar también sus caracolas, y Yamely, con su tambor, que aprendió a tocar en la Escuela de Verano, según contaba orgullosa.
Para seguir leyendo y ver una amplia galería de fotos, pincha aquí.