Según el relato tradicional, esta aparición estuvo acompañada de distintos prodigios, si bien otras versiones le quitan al asunto todo carácter sobrenatural e interpretan la aparición en el marco del final de la conquista de Gran Canaria por la Corona de Castilla y los intentos de aculturación de la población prehispánica; existen numerosos ejemplos de otras apariciones marianas tanto en la Península -en el contexto de la Reconquista- como en Canarias, tales como la aparición de la Virgen de Candelaria.
Sea como fuere, este hecho distinguió de manera especial a esta zona de las demás. La población adquirió cierta importancia como núcleo agrícola durante los siglos XVI y XVII.
El XVIII fue un siglo muy importante en la consolidación de la devoción de la Virgen en Gran Canaria y constituye, además, un momento de particular importancia para la villa al configurarse en gran medida su zona central. Entre las novedades arquitectónicas destaca la construcción de la torre que a principios de la centuria se había adosado a la iglesia (1708), siguiendo la traza de las góticas de la Catedral de Santa Ana, con planta poligonal y rematada en chapitel. Este campanile, construido con la característica cantería amarilla del lugar, subsistió cuando se levantó la nueva fábrica de la parroquial (1760-1767).