Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

La Casa Museo Pérez Galdós reivindica la dimensión literaria y modernidad de Agustín Espinosa.

Viernes, 12 de Diciembre de 2014
Redacción BienMeSabe.
Publicado en el número 552

Hoy viernes, día 12 de diciembre, la Casa Museo Pérez Galdós recordará al que fuera uno de los máximos exponentes de la vanguardia en Canarias, el escritor tinerfeño Agustín de Espinosa, del que se cumple este año el 75 aniversario de su prematura muerte, así como los 80 de la publicación de Crimen, su obra más emblemática.

 

Por tal motivo, a las 20.00 horas, tendrá lugar en el mencionado museo dependiente del área de Cultura, Patrimonio Histórico y Museos del Cabildo grancanario, la mesa redonda titulada ‘Una escritura Espinosa', en la que participarán los escritores de distintas generaciones Alexis Ravelo, Carlos Álvarez, Antonio Becerra y Rubén Benítez Florido, quienes abordarán desde la vindicación distintas facetas sobre la dimensión y el alcance literario de la producción de Espinosa, quien desempeñara un  papel central como creador de la moderna prosa en Canarias durante las décadas de 1920 y 1930.

Agustín Espinosa es una de las figuras capitales del panorama vanguardista de Canarias. Mantuvo amistad con García Lorca y realizó experimentos cinematográficos con Luis Buñuel. Cofundador de revistas como La Rosa de los Vientos o Gaceta de Arte, la mayor parte de su obra se enmarca en los años treinta.

Los estudios y ediciones de Miguel Pérez Corrales han sido determinantes para el más cabal conocimiento no sólo de la obra de Agustín Espinosa, sino de todo el período cultural comprendido entre 1926 y 1936 en Canarias. A partir de los trabajos de Pérez Corrales, la figura de Espinosa ha interesado a los estudiosos de la historia de la literatura española del período o bien a quienes se han ocupado de la aventura vanguardista. Sin embargo, aún quedan críticos –como Antonio Becerra Bolaños y Domingo Fernández Agis– que piensan que la figura y la obra de Espinosa debe integrarse en el canon de la literatura vanguardista no ya canaria —ahí está instalado por derecho propio desde hace tiempo—, sino española, y más allá.

Precisamente para Antonio Becerra, que ha coordinado volúmenes sobre el mencionado autor tinerfeño junto a Fernández Agís, "Agustín Espinosa supo conjugar la tradición y la vanguardia, que aparecen en su obra sin estridencias. Su escritura es producto del descubrimiento de una realidad, las Islas Canarias, que ofrece al escritor, y al lector, aquello que, en Europa, podía solo darse a través de una elaboración intelectual".

Para el profesor de Literatura y Teoría de la Literatura por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, "su obra es original, porque su expresión aúna lo originario -que ha estudiado y leído con atención- y lo nuevo. Eso es lo que precisamente necesitaban las Islas. En este sentido, ‘Lancelot 28º 7º' supone la fundación mitológica de la isla de Lanzarote y, por ende, del Archipiélago; coloca un molde vivo que dota de afectividad un espacio inexistente hasta aquel momento. Ofrece, desde la risa, desde el conocimiento profundo de una cultura que defiende en todo momento, desde el juego, en definitiva, las dosis de autoestima que necesitaban los canarios".

Por su parte, el escritor Alexis Ravelo opina que "Espinosa es un autor fundamental que en el canon de la literatura española no se le ha tenido lo suficientemente en cuenta. Su obra sigue sin ser conocida en España, lo que es una absoluta desgracia. Vinculado a la generación del 27, firmante del manifiesto surrealista y autor de una obra absolutamente vigente, demuestra cómo durante la Segunda República en Canarias existían en las islas una serie de autores que estaban acometiendo una obra de rabiosa modernidad".

El autor de ‘La estrategia del pequinés' o ‘Tres funerales para Eladio Monroy' sostiene que "no se puede hablar de literatura en Canarias sin la facción española surrealista de Tenerife como la llamó Pérez Minik. No se puede pensar sin Domingo López Torres, García Cabrera, Minik y, sin Espinosa, por supuesto". Para Ravelo la producción de Espinosa llegaría muy bien a los lectores jóvenes, pese a ser un autor nada fácil, por su capacidad magnética y valentía", añade.

Rubén Benítez Florido, profesor de Filosofía de Secundaria, se detendrá en la poco conocida obra periodística y ensayística de Agustín de Espinosa en el acto que tendrá lugar en la Casa Museo Pérez Galdós. A juicio de Florido, Espinosa fue un articulista muy considerado por todos los autores canarios de su época. "El escritor tinerfeño fue un interlocutor tanto a nivel local como nacional que tuvo encendidas polémicas con Ortega y Gasset o Unamuno. A pesar de que nunca editó un volumen de ensayos, sí que tiene una amplia producción de textos de contenido diverso porque fue un autor muy versátil", dice. "Fue un vanguardista e innovador que siempre sintió interés por todo lo nuevo como el progreso de la técnica, la pintura surrealista, la insularidad como elemento de aislamiento y laboratorio de culturas, la crítica literaria de la época, el cuestionamiento del status quo de la intelectualidad, etcétera. A pesar de que fue expedientado y separado de su cátedra como profesor nunca fue un escritor político. Cuando aborda la política en sus textos la plantea desde la provocación como una cuestión estética. La sociedad y la iglesia de la época no le perdonó que pudiera escribir un libro como ‘Crimen', de alto voltaje erótico. Lo que no se le perdonó nunca no fue tanto su adhesión a la República como su filiación al surrealismo", concluye Florido.

Finalmente, el escritor, periodista y guionista Carlos Álvarez, asegura que Agustín Espinosa "fue uno de los escritores más importantes y singulares de las vanguardias españolas. Tanto ‘Crimen' como ‘Lancelot 28º 7º' son dos obras que contienen todas las claves del surrealismo, además de un sentido del humor único. La guerra española y su lamentable muerte prematura en 1939 impidió que su obra no pudiera desarrollarse como prometía".

80 Años de ‘Crimen'.  ‘Crimen' publicada en 1934 es aún considerada la primera novela surrealista española, aunque alejada de la escritura automática propia de dicha corriente. Además de parecer, sin serlo, poema, relato, ensayo, diario o evocación, su rasgo más subversivo no es el erotismo extremado de su contenido, sino la ruptura con el siglo XIX, con el modernismo y con lo que de ingenuo podía acarrear en las estéticas vanguardistas.

 

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