Impulsada por el grupo de intelectuales del mismo nombre, nacidos a la sombra de los cambios políticos que la primera República había puesto en marcha, su propósito era activar la sensibilidad creativa y crítica en el momento de regeneración política que aquellos años tratan de consolidar. Y, en consecuencia, sirvió de puente entre las formas literarias del modernismo y de la vanguardia en las Islas. Uniendo a la inclinación regionalista de la literatura y el arte del Archipiélago una visión universalista de la cultura, tal rezaba en el subtítulo: Literatura. Arte. Vida insular. Fundada y dirigida por el escritor Luis Rodríguez Figueroa*, sería su jefe de redacción Ildefonso Maffiotte*, que poco después sucedería a Rodríguez Figueroa en la dirección. En la nota editorial del primer número podía leerse: Castalia es todo juventud. Sin embargo, junto a muestras de los jóvenes escritores insulares del momento, se publicaron también textos de autores ya reconocidos y de larga trayectoria. Así, colaboraron, entre otros, Alonso Quesada*, Tomás Morales*, Domingo Rivero* o Saulo Torón*; Manuel Verdugo*, José Hernández Amador*, José Tabares Bartlett*, Domingo J. Manrique*, Guillermo Perera* o Antonio Zerolo*; Agustín Millares Carlo*, Claudio de la Torre*, que aún firmaba como Néstor, Miguel Sarmiento*, Francisco González Díaz* o Agustín Espinosa*. Bajo los epígrafes “Proemial”, “Glosario” o “Poliantea”, se publicaban notas informativas sin firma; fueron notables los artículos de crítica social de Fray Galindo. Y tuvo notable repercusión la polémica pedagógica entre Baltasar Champsaur y Sicilia* y Elías Serra Ráfols*. También dedicó atención la revista a autores clásicos y modernos de la literatura universal, y traducciones de Heine o Proudhomme aparecieron en sus páginas. Tanto las ilustraciones, firmadas por artistas y pintores como Guezala o Bonnin, entre otros; como la publicación de diversas partituras musicales (“Páginas musicales”) mostraban el carácter multidisciplinar que la revista mantuvo siempre.