Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

El Mundo de las Creencias: de San Borondón a San Borondón.

Miércoles, 17 de Septiembre de 2014
Manuel Lorenzo Perera
Publicado en el número 540

En El Hierro, donde sucintamente hemos basado la información que presentamos, la visión de San Borondón -con su aspecto inconfundible de territorio insular (una isla, como si fuera ver La Palma)- fue bastante frecuente contemplarla el año 1948, el de la sequera y el hambre...

 

 

A la Memoria de tres grandes Amigos y Maestros de la Tierra:

Toño Tosco Abad, Gabino Pérez Ávila y Juan Vega Henríquez.

 

 

Formas materiales y espirituales conforman la vida de los pueblos. Entre las segundas son pródigas las creencias, contempladas durante el desarrollo de determinadas fiestas. Entre estas últimas, hasta mediados del siglo pasado, destacó la de San Juan, tan en consonancia con comunidades habitadas por agricultores, ganaderos y pescadores. La fiesta del Sol o de San Juan tuvo por ámbito a todo el Archipiélago, habiéndose celebrado, con las lógicas matizaciones, en los tiempos anteriores y posteriores a la conquista de las Islas, llevada a cabo entre 1402 y 1496. Se desarrolló, con tremendo júbilo, en todos los pueblos de Canarias, tuvieran o no (la mayoría) templos o imágenes bajo la advocación de San Juan Bautista.

 

Constituyó, sin ningún género de dudas, la fiesta más animada, variada y participativa de las que tuvieron lugar en Canarias, recordada, además, como un momento cargado de misterio, desarrollada a lo largo de los días 23 y 24 de junio, rindiéndose culto a dos notorias fuentes de vida: el Sol y el agua: El día de San Juan es muy milagroso, decían los viejos; eso tiene un misterio, no sé por qué será.1 O también: ... que era milagroso, que son las aguas milagrosas.2

 

La mañana de San Juan se ve San Borondón y el Sol bailando. Dicha afirmación constituye un recuerdo que los habitantes más ancianos de las Islas escucharon contar a sus mayores. Oyeron decir, siendo niños, que el día de San Juan bailaba el Sol:

- ... temblando, bailando... Eso dicen siempre: levántate tempranito pa’ que veas bailar el Sol.3

- Decían que el Sol bailaba el día de San Juan. Antes se creía mucho en las cosas (...). No es que bailó, pero como otros días no salió (...). Salían como unos copos del mismo Sol, como unas nubecitas parriba.4

 

La Punta de La Dehesa, al fondo. Lugar desde donde se vela la Isla de San Borondón

 

Y, también, oyeron relatar que más de uno llegó a ver sobre el horizonte la mítica Isla de San Borondón. Tal episodio solía tener lugar al alborear el día de San Juan. Se comentaba que quien la vía una vez, no la vía más, que era un risco con unas ramas, dos piquitos en el horizonte. Tal cosa la posibilitaban determinadas circunstancias: Decían los viejos de la Isla de San Borondón. Decían los viejos que en la marea de San Juan, como bajaba la marea, se vía la Isla esa. El dicho está en que el día de San Juan se vía la Isla de San Borondón.5

 

Aparte de lo expuesto, que constituye sin duda alguna la opinión más generalizada, hemos recogido en la isla de El Hierro otras concernientes a haberla visto al amanecer, antes de salir el Sol, durante el mes de julio e inclusive con tiempo de invierno, de agua, un temporal. Y hasta da la impresión de ser, además, una isla viajera en el sentido de haberla contemplado en lugares diferentes y distantes del Noroeste (Punta de La Dehesa) y Suroeste de la isla (por El Julan pa’bajo, por Faro Orchilla pa’ fuera):

Eso es mentira [la había visto]. Dice mi suegro: esa es la Isla de San Borondón (...). Por El Julan pabajo, en este mes de julio cuando fuimos a echar las papas. Desde que salió el Sol se fue la Isla. Es un trozo grande, es una isla con sus puntas y todo. Yo creo que es una cosa de naturaleza, una sombra ahí y cuando le dio el Sol se fue.6

 

Hilando y conversando sobre la Isla encantada de San Borondón

 

Pero San Borondón es, además, una isla encantada. Las cosas encantadas suenan, es decir, se sienten, se sabe que existen. Y pertenecen al mundo de los vivos, a pesar de que no todos pueden verlas:

Unos que iban al Barrio la vieron, la Isla de San Marandón. Vieron ropa tendida y todo. Una isla encantada que está ahí, una isla que suena. Las cosas encantadas no las ve cualquiera. Por la Punta La Dehesa dicen que la vieron, José Espinel, Valentín Ortiz dijo que la vio una vez. Yo nunca la vi. Una isla encantada que está ahí. Si está encantada y hay algo no la podemos ver nosotros todos.7

 

El Maestro de la Tierra don Juan Machín García

 

También se nos informó sobre la circunstancia de que las cosas que han sido encantadas pueden también desencantarse:

¡Anda muchacho, que es San Marandón! [le dijo la tía al padre de la informante, era entonces pequeño] (...). Le contó a mi padre [subían por el Camino de La Peña hacia Nisdafe, en julio, a sembrar papas]: aquí está encantada esa Isla, lo mismo que está encantado el Barranco de La Hacienda. Eso no dejaba de correr el agua por aquí, pero la princesa no sé qué encantó todo eso. ¿Y por qué no lo desencantan [replicó el muchacho]? Porque hace falta que una persona inocente o doncella haga una cruz en el suelo y la besara, una persona que fuera inocente. Eso le contaba la tía Juana Espinel a mi padre.8

 

Encantado es aquello que desaparece y vuelve a aparecer. Y ello puede suceder, según la creencia popular, con determinados elementos del mundo natural (islas, barrancos...), con personas e incluso con pueblos enteros.

 

En El Hierro, donde sucintamente hemos basado la información que presentamos, la visión de San Borondón -con su aspecto inconfundible de territorio insular (una isla, como si fuera ver La Palma)- fue bastante frecuente contemplarla el año 1948, el de la sequera y el hambre, tan similar, aunque con recursos más limitados, al actual 2012, convirtiéndose de esa manera en tierra de promisión para los desesperados herreños: Yo lo he oído decir, pero yo no la he visto. Yo creo que fue en el 48 que se pasó aquí mucha hambre, que había escasez de comida (...).9

 

Por entonces no contaba la isla con el recurso de los grandes pozos, comenzados a abrir, en su mayoría, a partir del año 1968. Hasta entonces los habitantes vieron transcurrir años buenos y malos, mirando asiduamente hacia la tierra y al cielo, vigilando y observando el crecimiento de las plantas y rogando a los Santos y a la Virgen de los Reyes que la gran Estrella del Agua (Venus) siguiera el propicio camino del Sur, que la nubecita se metiera en el interior de La Caldereta de la Montaña de Tenacas en La Dehesa... En 1948 -año que peor imagen ha dejado grabada en la conciencia herreña- la calamidad estableció que, en cubas, se llevara a los pueblos agua del pozo que se había horadado en el Valle de El Golfo (el de los Villareales en Agua Nueva), vendida a los vecinos, así como la que en el barco-correo se llevaba desde la isla de Tenerife. Muchos animales fallecieron. Otros se salvaron porque los tratantes y marchantes de diferentes puntos del Archipiélago aprovecharon la coyuntura para trasladarse a El Hierro y comprarlos a precios relativamente bajos. El hambre hizo frecuente acto de presencia: Hay quien se acostó esos años [1948-49] sin cenar. Yo me acuerdo que mi mujer le dio a un vecino suero y gofio pa’ que le diera a los niños.10

 

Con las lluvias invernales del año 1949 (y dio un agua preciosa) brotó de nuevo la buenaventura. Pero para entonces, y en años sucesivos, los herreños -con su talega de gofio y de higos pasados- siguieron la estela hacia otra isla de esperanza: Venezuela.

 

Mapa en el que se recrea la mitológica isla de San Brendan (San Borondón). Grabado perteneciente a la obra Nova Typis transacta navigatio,

de Caspar Plautius (firmada con el seudónimo Honorio Philipono), publicada en 1621

 

 

Notas

(informantes)

1. Don Gregorio Padrón Padrón, 73 arios. Tigaday, El Hierro, VIII-1985.
2. Don Juan Morales Armas, 89 años. San Andrés, El Hierro, VIII-1985.
3. Doña Valentina Hernández Pérez. El Chorrillo, Tenerife, XI-1990.
4. Don Cecilio Quintero Febles, 89 años. Tigaday, El Hierro, VIII-1985.
5. Don Eloy Regalado, 67 años. La Torre, Buenavista del Norte, Tenerife, 11-1986.
6. Don Juan Quintero Morales, 70 años. Taibique, El Hierro, VIII-1985.
7. Don Juan Machín García, 82 años. Las Lapas, El Hierro, IX-1985.
8. Doña Micaela Espinel. Los Mocanes, El Hierro, VIII-1985.
9. Don Marcelo Benítez Quintero, 79 años. Tigaday, El Hierro, VIII-1985.
10. Don Otoniel Hernández Ayala, 62 años. Las Casas, El Hierro, VIII-1979.

 

 

Este texto y estas imágenes fueron previamente publicados en el nº 70 de la revista El Baleo, en agosto/septiembre de 2012. Manuel Lorenzo Perera en Director del Aula Cultural de Etnografía de la ULL.

 

 

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