En 1595, y como alcaide del Castillo de La Luz, intervino en la defensa de Las Palmas de Gran Canaria contra el ataque del corsario Drake. De sus composiciones poéticas sólo se tiene noticia de un soneto prólogo al Libro de las Grandezas de la Espada, de Luis Pacheco de Narváez (Madrid, 1600), y de otro soneto ofrecido a Juan de la Cueva que le respondería, a su vez, con otro soneto en el cual se compadecía “de la gran tristeza” que Serafín Cairasco mostraba “por haberle olvidado su dama Filis”.