Ocupará cargos, sucesivamente, en la Secretaría del Despacho Universal de Guerra y en el Archivo de Estado (1763). Pasa un tiempo en Francia, donde se verá influido por las ideas de Locke, de Rousseau, de Addison, y donde tuvo trato personal con Voltaire y Buffon. Su aventura con Pedro A. Caron de Beaumarchais, que había venido a Madrid en 1764, para vengar la honra de su hermana María Josefa, burlada al parecer por el propio Clavijo, sería aprovechada por el escritor francés para desprestigiar a Clavijo y Fajardo en sus memorias (1774) y en su drama Eugenia (1767). Goethe utilizaría aquel suceso como argumento de su drama Clavijo (1774). La repercusión del incidente en medios de la diplomacia española, hace que Clavijo pierda sus cargos y salga de Madrid ese último año citado. Se le nombra, entonces, oficial mayor para la correspondencia de los jesuitas expulsos y, en 1770, director de los teatros de los Reales Sitios. Más tarde, sucederá a Tomás de Iriarte* en la dirección de El Mercurio Histórico y Político, periódico político-militar que se publicó en Madrid entre 1738 y 1784. Al crearse el Real Gabinete de Historia Natural, Clavijo y Fajardo ejercerá allí como formador de Índices (1777), segundo director (1777) y director (1798). Miembro de las Academias de Historia Natural de Berlín y de Copenhague y de la Sociedad Económica de Amigos del País en la Isla de Canaria. Publicó, entre otras obras, El Tribunal de las Damas (1755), Pragmática del celo y desagravio de las damas (1755) y Diccionario castellano de Historia Natural, con sus acepciones en latín y en francés. Fue traductor de Racine (Andrómaca), de Buffon (Historia natural, general y particular, 1785-1805), de Beaumarchais (El barbero de Sevilla). Notable vino a ser también su participación en la campaña contra los autos sacramentales. Pero su obra más singular sería El Pensador*, folleto periódico, a semejanza de The Spectator, el periódico que Joseph Addison y Richard Steele publicaran en Londres, entre 1711 y 1712, con el propósito de llevar la filosofía desde las cátedras, escuelas y bibliotecas a los clubs, cafés y salones, de modo que se instalara en la conversación del público ilustrado. Clavijo y Fajardo publicaría El Pensador entre 1762 y 1767, con un lapsus entre 1764 y 1766. Aparecía todos los lunes y Clavijo lo solía denominar sátira de la Nación. En total se publicaron ochenta y ocho números, fustigando en ellos las costumbres españolas, en la línea de pensamiento ilustrado del padre Feijóo.
Foto: retrato del autor por Pereira Pacheco (http://lopedeclavijo.blogspot.com.es/)