Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

CRÓNICAS.

Sábado, 07 de Marzo de 2015
Jorge Rodríguez Padrón
Publicado en el número 564

Como primeras manifestaciones de la prosa en Canarias, cabe citar las Crónicas de la conquista, que datan de principios del siglo XV. Son reseñas -muy poco precisas, por otro lado, en lo que se refiere a fechas y acontecimientos- de algunos pasajes de la conquista de las Islas.

 

Por lo general no suelen ser testimonios directos, sino recopilación de relatos transmitidos por gentes del pueblo o por algún personaje notable del tiempo. El primer testimonio de esta naturaleza es la Histoire de la première découverte et conquête des Canaries, del franciscano Pierre Boutier y del presbítero Jean Le Verrier, capellanes de la expedición de Jean de Béthencourt el Grande, que se extiende hasta el 19 de abril de 1406. Del siglo XVI serán las cuatro crónicas que servirán de fuentes a los demás historiadores e investigadores del tema: la Crónica Lacunense, editada en 1933 por el profesores Serra Ráfols* y Bonnet Reverón*, de la Universidad de La Laguna (Tenerife), y que se atribuye a Alonso Jáimez de Sotomayor o a Pedro de Argüello; la Crónica Matritense, localizada por el profesor Millares Carlo en la Biblioteca Nacional de Madrid, referida a la conquista de Gran Canaria. El mismo Millares Carlo la publicará en 1935; la atribuida a Pedro Gómez Escudero; la atribuida a Antonio Sedeño, o Cerdeño, cuya redacción debe ser de hacia 1526, atribuida también a Hernando Ortíz, con ediciones hasta 1545. Mosén Diego de Valera dedica el capitulo XXXVII de su Crónica de los Reyes Católicos a la conquista de Gran Canaria. Quizá sea el cronista mejor informado y más veraz de cuantos han tratado el tema. El profesor Morales Padrón* sostiene la tesis de que sólo existe una crónica de la conquista (favorable a Juan Rejón), que es la redactada por Jáimez de Sotomayor, cuyo original se habría perdido; copias de esta serán, de acuerdo con la tesis de Morales Padrón, la Crónica Ovetense, conservada en la Universidad de Oviedo, y la Lacunense ya citada, aunque ambas con diversas variantes. Por último, el mismo profesor afirma que la Matritense es solo un extracto y que la de Sedeño (antirrejonista) y la de Gómez Escudero son recreaciones posteriores.

 

 

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