Para un Ingeniero de Montes apartado ya hace unos años de la gestión directa de nuestros montes, pero siempre preocupado por los problemas y nuevas técnicas aplicadas a esa misma gestión, es una satisfacción poder prologar esta publicación.
Desde la segunda mitad el siglo XX, cuando se esbozaron líneas básicas de actuación que superaban la tradicional y exclusiva explotación de los bosques canarios, mantenemos el desafío de conciliar y armonizar sus valores y funciones, dentro del concepto del uso múltiple. Ahora cuando ha transcurrido ya más de la mitad de una larga centuria, las directivas se han ido completando y enriqueciendo con nuevos enfoques de lo que históricamente fueron preocupaciones de los profesionales forestales y que, a vuela pluma, se podrían concretar en la protección del suelo, los acuíferos y las especies y hábitats silvestres; la necesaria y ordenada producción de recursos económicos; y, por último, el uso recreativo, como espacio de ocio, conocimiento e interpretación de los sistemas naturales y su relación con el hombre. Entendida la política forestal como la intervención de los poderes públicos, mediante los instrumentos jurídicos oportunos, en la regulación, uso y aprovechamiento de las áreas boscosas, sus funciones prioritarias e irrenunciables son conservar y restaurar los ecosistemas más sensibles y singulares; asegurar la persistencia y evolución de la cubierta y rentabilizar equilibradamente sus producciones; compatibilizar las técnicas con las necesidades biológicas de los espacios para garantizar el equilibrio del sistema y la diversidad genética.
En esa dirección se orientaron las VII Jornadas Forestales de la Macaronesia, celebradas el pasado otoño en Las Palmas de Gran Canaria, con la participación de treinta expertos y la colaboración institucional de los archipiélagos de Madeira, Azores, Cabo Verde y Canarias y el gobierno de Senegal. Se convocan con carácter bianual con el propósito de intercambiar experiencias en territorios similares, tanto para la salvaguarda de sus valores y singularidades como para obtener el mayor rendimiento social y económico de sus materias primas. Las diferentes conferencias magistrales, ponencias técnicas y comunicaciones quedaron agrupadas en tres bloques temáticos: Aprovechamiento y movilización de los recursos forestales y los sectores económicos asociados; la gestión y planificación de los sistemas forestales y el uso social del monte y, así, quedan reflejadas en esta publicación.
En una exigente selección temática y en edición coordinada y cuidada por el Dr. Juan Carlos Santamarta Cerezal, Decano del Ilustre Colegio Oficial de Ingeniero de Montes de Canarias, se nos aporta una amplia documentación que, en un meritorio esfuerzo de divulgación, aúnan rigor científico y amenidad expositiva.
En el primer capítulo, y a modo de eficaz panorámica sobre la agenda de este encuentro científico, el profesor asociado de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria de la Universidad de La Laguna, plantea la “Puesta en valor del bosque macaronésico como vector de los recursos hídricos, energía y turismo”.
Al análisis de las amenazas que se ciernen sobre las masas forestales de esta área atlántica, le suceden las posibilidades que la ingeniería especializada tiene en los daños producidos por las lluvias torrenciales, la reducción de las escorrentías y, por tanto, de las tasas de erosión, la planificación de los espacios naturales, la mitigación de los daños producidos por las lluvias torrenciales y la mejora de los procesos de recarga de los acuíferos.
Analiza también la aportación de los residuos forestales, combinados con los agrícolas, para suministrar a centrales de biomasa localizadas en espacios estratégicos que, como complemento de las energías renovables más tradicionales, aliviarían la dependencia de los combustibles fósiles. Y, por último, como alternativa programada en ese proceso de diversificación necesaria de nuestra principal industria, el creciente turismo de senderismo y agroforestal.
Sin minimizar la importancia de todas las comunicaciones aportadas quiero hacer mención de alguna de ellas. Un apartado de especial interés recoge las experiencias de quince años, promovidas y patrocinadas por el Cabildo Insular de Tenerife, junto a Genea Consultores, para la recuperación del monteverde en las zonas Centro (con los términos de San Juan de la Rambla, Los Realejos y La Orotava) y Este, que comprende los municipios de Santa Úrsula, La Victoria y La Matanza de Acentejo, El Sauzal, Tacoronte y El Rosario. El estudio comprende el inventario e historia de estas masas, degradadas por la explotación continua y los incendios, y las actuaciones planteadas desde un nuevo enfoque donde priman sus valores científicos y ambientales; tratamientos diferenciales según las características de estación, diversidad de suelos, pendientes y altitud y actuaciones diferenciadas para facilitar la evolución de las masas hacia estadios ecológicamente estables, que puede servir de guía a esa difícil pero muy interesante labor de regeneración del bosque autóctono.
Dentro del interés objetivo del conjunto de la publicación y por su actualidad y trascendencia, destacamos el estudio realizado por Ángel Fernández, Luis Gómez González y María Gómez titulado “Garajonay después del gran incendio de 2012”, que nos dan la dimensión real de este suceso que se prolongó durante tres meses y afectó a una décima parte de la superficie de La Gomera y casi el veinte por cierto de su emblemático Parque Nacional, premiado también con el título de Patrimonio de la Humanidad.
A la relación detallada de los valores científicos de la mayor y mejor reserva de laurisilva de esta área atlántica, sucede la evaluación de los efectos, algunos irreversibles, en los ejemplares más característicos y sobre la cubierta vegetal que asegura el régimen hidrológico de la isla.
La pormenorización de los daños y la meticulosa enumeración de las medidas de urgencia emprendidas en cuanto se declaró la extinción total, agrava aún más la presunción de la intencionalidad del incendio porque, mientras en algunas zonas el entorno ha evolucionado bien, en otras presenta graves problemas de recuperación que se prolongarán en el tiempo e, incluso, en ciertos ámbitos tratados, desgraciadamente, han aumentado los riesgos de vulnerabilidad.
Valoramos ese trabajo como un protocolo de extraordinaria utilidad para aplicar en siniestros forestales de amplio alcance y para el diseño de una gestión a largo plazo pero, sobre todo, como una imprescindible alerta sobre los riesgos que amenazan a la flora relectica de la Era Terciaria, singularidad mundial, que constituye el primer activo de la Isla de La Gomera “y en la que no basta sólo la restauración sino también la concienciación social para evitar futuras catástrofes”.
Entre la selección realizada por Juan Carlos Santamarta para esta publicación, otro estudio de especial interés se refiere a la "Elaboración de cartografía forestal a partir de datos Lidar”, una tecnología implantada en Canarias desde 2008 y con variadas aplicaciones civiles. Firmado por Fernández Landa, Tomé Morán y Ranz Vega destaca el objetivo central de enriquecer la documentación sobre la superficie de monte de las cinco islas más occidentales de Canarias y actualizar los conocimientos que se tienen de ellos mediante cartografía comparativa a través de vuelos periódicos. Esa información resulta básica para conocer con pleno rigor científico la superficie realmente ocupada por la masa forestal canaria y su estado, sus características y niveles de riesgo para formular y sostener una política forestal que atienda las singularidades, establezca prioridades y, con medios jurídicos y técnicos idóneos, garantice la regulación, uso y aprovechamiento de la cubierta forestal, la participación directa de los habitantes de los entornos y, además, satisfaga las demandas de la población alejada del monte para el uso y disfrute de los valores estéticos y paisajísticos y el uso cultural y recreativo, tanto para la sociedad canaria como para los millones de visitantes que tienen al Archipiélago como meta turística.
Hay que agradecer a Juan Carlos Santamarta haber puesto a la disposición no sólo de los técnicos forestales sino también a todos los canarios amantes y orgullosos de nuestros montes esta publicación que sin duda será muy bien acogida por los lectores.
José Miguel González Hernández es Dr. Ingeniero de Montes.