Con motivo de las celebraciones acaecidas por el cincuenta aniversario de la fundación del grupo Los Sabandeños, en su sede se convocó una Mesa Redonda donde se debatiera sobre la indumentaria tradicional, con asistencia de público. Para ello, desde la organización se me solicitó la coordinación de la misma, y tras varias conversaciones previas se decidió qué personas debían estar presente en esa convocatoria, siguiendo el criterio de que habían de ser aquellas que por su trayectoria hubiesen estado vinculadas al mundo de la indumentaria regional desde hacía algunas décadas. Al final se decidió que debían estar D. Manuel Acosta, Dña. María del Carmen Almenara, D. Luís Dávila, D. Juan Rodríguez y el que suscribe como coordinador.
Previamente a la fecha señalada para la celebración, 23 de julio de 2015, se convocó una reunión donde se le pidió a los asistentes que llevaran sus propuestas con los temas que estimaran que se habían de tratar, de la misma manera que yo también aporté mis sugerencias, leídas en primer lugar por ser las más numerosas y por habérseme encargado la coordinación de la mesa. Fueron debatidas, matizadas y puntualizadas algunas de ellas por parte de los convocados, y se añadieron las sugerencias que los asistentes quisieron aportar. A continuación los integrantes de la Mesa eligieron los temas que querían desarrollar según sus preferencias y especialidades, terminándose la reunión emplazándonos para el día de la fecha señalada.
El acto atrajo una gran cantidad de público que llenó la sala, y que tuvo la oportunidad de intervenir al final con las preguntas y aportaciones que estimaron pertinentes. El desarrollo transcurrió como se había establecido, donde cada uno de los componentes desarrolló, en el tiempo previamente decidido, el o los temas con anterioridad voluntariamente asumidos. Se habían ofrecido tres minutos y medio por intervención, los mismos que se establecieron para la anterior convocatoria dedicada a los bailes tradicionales, y que es el tiempo usual que se establece en este tipo de foros, ya sean en ámbitos universitarios, políticos o de cualquier índole. La única anomalía digna de reseñar fue la intervención de D. Manuel Acosta, que había asumido hablar de los patrones tradicionales y optó, para sorpresa de la Mesa y los presentes, por contarnos su trayectoria personal en el campo de la confección. En todo momento los componentes de la mesa fueron invitados a responder las cuestiones que por parte del público se suscitaban, y así lo hicieron cuando lo creyeron conveniente. La sesión terminó con la intervención de D. Benito Cabrera que en nombre de Los Sabandeños y su directiva dio las gracias a los asistentes por su presencia.
Hasta aquí la crónica de una convocatoria que a decir de los asistentes y los convocantes fue totalmente exitosa y satisfactoria y de la que se pudieron sacar algunas conclusiones y propuestas para futuras actuaciones.
La sorpresa viene con otro relato de lo sucedido cargado de maledicencias, tergiversaciones, falsedades y embrollos a las que ya nos tiene acostumbrados su autor, que no es otro que, como él mismo se autodenomina, Manuel Acosta el Sastre.
El día 4 de agosto de 2015 aparece en las redes sociales su versión de lo que allí sucedió, que no tiene desperdicio ni por su contenido, redacción, terminología inadecuada y confusa, en un claro intento de justificar su desafortunada intervención en el transcurso de la reunión previa y en la propia Mesa Redonda que, a todas luces, a usted le venía grande, pues no fue capaz de aportar ni un solo tema en la reunión del día 14 de julio ni en la Mesa del día 23, con lo que tuvo nueve días para ofrecer lo que creyera pertinente el propio día de la convocatoria sin que nadie se lo impidiera, o incluso rehusar la invitación y no asistir.
En su escrito se dice que “después de estudiar los puntos a tratar se deja ver con toda claridad la tendencia y fijación por arremeter con todo el descaro en contra de las diferentes prendas de la vestimenta que yo he realizado desde que empecé a confeccionar la vestimenta tradicional y típica de Canarias”. ¡Pero qué presuntuoso llega a ser usted!, que concluye que todos los temas estaban dedicados a su persona y a su deficiente confección de trajes tradicionales, donde usted mismo en el escrito admite haber cambiado los patrones tradicionales bajo no sé qué justificaciones, teniendo en cuenta que justo lo que hay que hacer es tratar de reproducirlos con la mayor fidelidad posible en cuanto a géneros, corte y confección. Usted se ampara siempre en su oficio de sastre como aval de un presumible conocimiento del patronaje de las prendas que componen nuestros trajes regionales, pero sus hechos demuestran todo lo contrario: por lo general sus piezas están cortadas con patrones inadecuados, los géneros fallan por sus materias primas o sus colores y no digamos nada de los acabados, que en muchas casos dejan mucho que desear. No creo que haya usted olvidado cuando tuve oportunidad de examinar por solicitud del Ayuntamiento de Tegueste, por encargo de dicha corporación, los prototipos que había confeccionado para el grupo Teguaco, donde ni una sola de las prendas que componían dichos atavíos de hombre o mujer estaba exenta de fallos de patronaje, géneros o colores.
Sigue en su panfleto difamatorio alegando que los tres minutos y medio asignados solo eran para demostrar la preponderancia del moderador. No, no fue así, como ya le dije líneas arriba, es lo que comúnmente se estipula en este tipo de debates públicos, donde ninguno de los convocados, salvo usted, tuvo ningún problema en exponer los temas en ese tiempo. El problema fue que a usted le vino grande la convocatoria y no tuvo oportunidad de regodearse en esa palabrería vacua, fútil, trivial y pueril a la que desgraciadamente nos tiene acostumbrados, donde la frivolidad y los tópicos son sus máximas valías.
Continua argumentando que se quedaron en el tintero temas muy importantes como los programas de los medios de comunicación locales y en especial Parranda Canaria, programa donde usted interviene, para desgracia de los teleespectadores, desde hace tres años. Qué bueno que haya usted sacado el tema a colación intentando una vez más arrimar el ascua a su sardina, pero siempre con la patraña de por medio. El asunto sí que fue tratado por uno de los componentes de la mesa, y sepa que gracias a la educación y sutileza de su exposición usted no alcanzó a darse por aludido, pero no diga que no fue tratado. En cuanto a sus intervenciones en el programa arriba nombrado, le puedo asegurar que he tenido la paciencia de tratar de verlos todos o casi todos y, refiriéndonos tan solo a la presentación de los trajes, el asunto raya en lo insufrible por la cantidad de falsedades, argucias, patrañas y embaucamientos que allí se han expuestos con la pasividad de los responsables del programa, por aquello de que en el país de los ciegos el tuerto es rey. En un tema tan minoritario como es el estudio de la indumentaria, con unas pocas de frivolidades, otros pocos de tópicos y cuatro cursiladas, la cuestión pasa por veraz y auténtica. Han sido tantas las meteduras de pata, las equivocaciones a la hora de nominar las prendas y los géneros, tantas las invenciones que usted justifica con pseudoteorías absurdas que la lista sería interminable. Pero no nos coge de sorpresa, es lo usual en todas sus actuaciones, ya sean públicas o privadas.
Prosigue usted arremetiendo contra el resto de los ponentes tachando su actuación de parodia. ¡Pero cómo se atreve! Otra vez la presunción de que usted es el que lleva la razón y todos los demás los equivocados. O sea, que trata de dar a entender que yo había aleccionado al resto de los ponentes en contra suya, ¡qué iluso! Usted se cae por su propio peso. Yo no soy de los que tiran la piedra y esconden la mano, yo espero a este tipo de foros para debatir honestamente un tema al que he dedicado toda mi vida, sin tener que recurrir al plagio, como usted hace. Es intolerable que trate de sometidos a la obediencia debida al resto de los componentes que expusieron sus conocimientos sin problemas, cosa que usted no supo hacer. Allí todo el mundo tuvo la oportunidad de expresar su parecer sobre los temas expuestos, y sobre todo al final cuando el público intervino, que ya no había límite de tiempo para las intervenciones. Le ofrecí la palabra varias veces a usted directamente y en general al resto de los componentes, y la declinó por carencia de argumentos, de respuestas o en definitiva de conocimientos. Todas estas afirmaciones se pueden probar dado que el acto fue filmado en su totalidad.
Como usted dice, la Casa de Los Sabandeños abre sus puertas a la cultura, por eso usted no tuvo cabida allí porque representa la incultura, la superficialidad, la ñoñería, y la afectación. En cuanto a que “en su opinión se quiso meter un gazapo con el ánimo de imponer criterios particulares en temas de vestimenta tradicional...”, los criterios en este tema solo son unos y únicos aquí y en el resto de Occidente, a no ser que usted demuestre lo contrario, y como por aquello de que por sus hechos los conoceréis, usted tiene en su haber un amplio historial de inventos, plagios y patrañas que demuestran perfectamente su trayectoria: la invención del traje de Güímar (transformación del traje de El Escobonal); la invención del “traje de La República” de la isla de La Gomera (transformación del modelo dibujado por Alfredo Reyes Darias); la teoría del origen de las flores bordadas de la falda del traje típico de La Gomera que, según usted, en origen eran flores naturales cogidas con alfileres; la teoría de la mujer de Gran Canaria que perdió los pechos al ser atropellada por una carreta e inventó la llamada “blusa de buche” para disimular su falta de senos; la transformación o invención de los patrones de las prendas básicas que componen nuestra indumentaria tradicional; la publicación en varios soportes diferentes de desfiles de indumentaria canaria preñados de defectos en los modelos, las prendas y sobre todo en las locuciones que los acompañan; el dantesco espectáculo del antiguo Cine Víctor, el bochornoso espectáculo de la última elección de romera en Arafo, etc., etc., etc.
Aquí nadie le obliga a que siga los cauces de la indumentaria tradicional, simplemente usted ha optado por otro camino donde se varían patrones, se confecciona con géneros sintéticos y se diseñan modelos sin ningún pudor, lo que es perfectamente lícito y habrá gente que le siga por ese camino, pero no nos lo venda usted como el paradigma de lo auténtico, lo tradicional y que luego usted justifica con la manida teoría de que se lo enseñó una viejita que ya se murió.
Y para terminar, porque usted da para muchos folios si entramos en detalles y pormenores, le quiero recordar que ha admitido públicamente en el programa de la Televisión Canaria donde intervenía, que conoce los trajes del siglo XVIII y XIX gracias a Juan de la Cruz, que los puso al alcance de todos a través de sus trabajos. Así que no muerda la mano que le ha dado el pan con el que se ha venido alimentando en las últimas décadas, pues es de mal nacido ser desagradecido. Y encima usted (y sus ayudantes correctores) se despide en sus escritos con lo de paz y bien, y en estas circunstancias yo le respondo: guerra al mal, sobre todo si proviene de un lobo disfrazado con piel de cordero. Apéese de su orgullo, soberbia, vanidad y ansias de notoriedad y las cosas le irán de otra manera.
Foto 1: Lamentable espectáculo ofrecido en Arafo con pretendidos trajes canarios. Verano de 2015.
Foto 2: Montera inventada para un traje de Gran Canaria.
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