La historia de la masonería tiene un capítulo de honor en Canarias. En la época de mayor esplendor (1870-78), coexistieron un total de 11 logias repartidas en cuatro islas. Hubo desde muy pronto procesos de la Inquisición contra masones, antes incluso de que aparecieran los primeros grupos. Y, por encima de todo, nos legó una obra patrimonial única: el templo masónico de Santa Cruz de Tenerife. Echémosle un vistazo necesariamente breve.
Aunque históricamente hubo logias en Tenerife, Gran Canaria, La Palma y Lanzarote, fue en la capital tinerfeña donde, siguiendo al profesor A. Sebastián Hernández Gutiérrez (Arquitectura y Masonería en las Islas Canarias), la presencia masona fue más importante. Existieron en la ciudad dos inmuebles construidos expresamente como logias, pero el que ha quedado en pie, con toda su sorprendente monumentalidad, es el templo de la calle San Lucas, perteneciente a la Logia Añaza.
Logia Añaza. Sufragado por los miembros de la logia, el edificio sigue despertando asombro al topárnoslo en un paseo por la estrecha calle santacrucera. No sólo llama la atención su escala monumental, sino especialmente la riqueza simbólica de su fachada con motivos como palmetas, alas de halcón o las esculturas de esfinges que presiden la entrada al templo. Manuel de Cámara insertó ese discurso simbólico en una fachada simétrica y con la presencia de dos grandes columnas que sostienen un frontón triangular. Allí, en el tímpano del frontón, aparece la representación de el ojo que todo lo ve. En su interior -muy modificado con el paso de los años y los cambios de uso- destacaron las dependencias que se adaptaban a la liturgia de la logia, como la Sala de Tenidas o la Cámara de Reflexión.
Fue inaugurado en 1902 y hasta el estallido de la Guerra Civil fue sede de la Logia y de sus actividades benéficas -su uso más recordado fue el de escuela nocturna para adultos-. Con el franquismo, el edificio pasó a manos del Ministerio de Defensa -fue farmacia militar-, hasta su cierre en los 90. En 2001, el Ayuntamiento de Santa Cruz compró el inmueble. Actualmente, el edificio, declarado Bien de Interés Cultural en 2008, espera su restauración y puesta en uso.
Católico y masón: El Salvador. El caso quizá más sorprendente lo encontramos en la iglesia de El Salvador, en Santa Cruz de La Palma. Masonería y religión parecen convivir en un Retablo Mayor, regido por la simetría y el orden y rematado por un Delta Místico -triángulo luminoso con el ojo de Dios al centro-. En él aparecen además triángulos equiláteros -emblema a la vez católico y masón- o la representación de la luna y el sol.
Tumbas masónicas. Aunque existe algún otro ejemplo -es el caso del cementerio Castañeyra en Puerto del Rosario, Fuerteventura-, para observar la más importante tipología funeraria masona debemos ir hasta La Orotava, Tenerife. Allí, en la finca de la Quinta Roja, la familia del marqués Diego Ponte del Castillo, ante la imposibilidad de enterrar al difunto en camposanto por su condición de masón, levantó un imponente mausoleo. Adolph Coquet concibió un monumento marmóreo repleto de iconografía masónica (cisne blanco, abecedario griego, triángulos).
Este artículo fue publicado previamente en el n.º 28 de la revista Océanos de Fred Olsen. Las fotos son de Jesús Bilbao.