Su formación poética se sustancia en la lectura de los poetas clásicos y románticos, de Rubén Darío, Salvador Rueda o el citado Tomas Morales. Sus interés por la política y la sociedad de su tiempo la lleva a preocuparse sobre todo por el protagonismo de la mujer en el panorama cultural. A ello dedicará gran parte de sus trabajos periodísticos, aparecidos en prensa y revistas de la época; y a ejercer la actividad política, llegando a ser diputada en el período 1931-1936. Se traslada a Madrid, pero ha de regresar a Las Palmas, ya enferma de la dolencia que no pudo superar y habría de llevarla a la muerte. Su experiencia personal de la vida, y en torno al dolor sobre todo, así como su interés por las formas de la poesía popular y el folklore insular, son los temas dominantes en su lírica, reunida en los siguientes títulos: Para el perdón y para el olvido (1924) y Entre paisanos. Cantares originales (1930). Es autora también de varios relatos y de la novela corta Tiré del recuerdo... y como cerezas. En 1988 se publica Antología Poética de Ignacia de Lara. Y en 2004 ve la luz la monografía Ignacia de Lara 1880-1940. Perfil biográfico. Obra poética y obra en prosa, de la profesora María Inmaculada Egués.