En su hotel San Quintín, Santander, Galdós terminó Bodas reales poniendo fin a la tercera serie de los Episodios Nacionales. Con este episodio Galdós inauguró la serie más brillante, mejor construida, y más interesante de toda su obra. Bodas reales es realmente el episodio proemial que inaugura la cuarta serie, ya que, en este episodio, se inicia un modo de escribir y hasta un modo de ver nuevo en los Episodios Nacionales.
Como homenaje de admiración y cariño al insigne Galdós la colonia canaria de Madrid le ofreció un banquete, celebrado al mediodía del domingo 9 de diciembre de 1900, en el restaurant del Café Inglés. Los señores que asistieron fueron más de 70 y, entre ellos, Nicolás Estévanez, Tomás García Guerra, el Marqués de Villasegura, los Generales D. Luis de Cubas, D. Federico Verdugo y D. José March, junto con Luis Antúnez Monzón, Felipe Pérez del Toro, Juan de Quesada Déniz, José Wangüemert Poggio, José de Lara Mesa, Félix Benítez de Lugo y Luis Doreste Silva. Como representación de la prensa asistieron José Ferreras, director de El Correo, Salvador Canals de El Español, E. Gómez de Baquero de La Época, y Enrique Trompeta de El Liberal. Formaban la Comisión organizadora los señores José Betancort Cabrera Ángel Guerra, Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, Manuel Medina Navarro y Andrés Alós Cabrera.
Se sumaron como adheridos apoyando el homenaje Juan Alvarado Saz, Pedro Poggio Álvarez, Lorenzo García Beltrán, Rafael Fernández Neda, Tomás Monteverde, José María Hurtado de Mendoza y José H. Hurtado de Mendoza. La presidencia del acto la ocupó Benito Pérez Galdós teniendo a su derecha al exministro de la República Nicolás Estévanez Murphy y a su izquierda el señor José Ferreras Toro.
En los brindis intervinieron Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, Nicolás Estévanez, el Marqués de Villasegura, Manuel Delgado Barreto, José Wangüemert y Tomás García Guerra. Nicolás Estévanez al brindar manifestó que “hablar en presencia del maestro es una temeridad. Si yo lo hago, es para proclamar aquí la monarquía de las Letras; y aquí tienen ustedes el monarca… (señalando a Galdós)”.
El Marqués de Villasegura declaró que: “Al levantar mi copa, para saludar con un brindis al insigne literato a quien venimos hoy a rendir tributo de admiración y cariño, no puedo menos de expresar la satisfacción y la inmensa alegría que siente mi alma al encontrarme entre mis conciudadanos los canarios, porque esta reunión, presidida por el cariño y el talento, no significa solo el homenaje hacia una gloria nacional como lo es el ilustre escritor D. Benito Pérez Galdós: significa también la unión, la confraternidad de todos los canarios, de todos los que procedemos de aquellas queridas peñas, bajo cuyo cielo puro, apacible y sereno se meció nuestra cuna”.
El joven Manuel Delgado Barreto expresó que “Canarias necesita un libro que vaya diciendo al mundo las bellezas de aquellos bosques semivírgenes; un heraldo que pregone la fecundidad de aquellas verdes llanuras, la limpidez de aquellas aguas que refrescan nuestros campos la pureza de aquellas brisas africanas, y la majestuosidad grandiosa del Teide, del gigante, del coloso, que vomita lava como amenazando a quien intente profanar sus dominios, protegidos por la bandera de España”.
José Wangüemert brindó diciendo que “los que creen que Canarias tiene un solo Teide, se engañan; las atlánticas peñas tienen “dos Teides”: uno el famoso Pico de Tenerife, altura sorprendente, que singulariza la encantadora tierra que a todos nos ha visto nacer, y otro más colosal que este al no contentarse con escalar las nubes, sino llegar hasta el mismo ideal para aprisionarlo en sus esclarecidas obras, que se llama Benito Pérez Galdós”.
Finalmente, Tomás García Guerra pronunció un brindis sencillo y familiar recordando que, al pasar por la acera de la casa natal del insigne novelista, murmuraba que allí nació Benito Pérez Galdós, la gloria más grande y más universal de las islas Canarias. Y añadió que “brindo, pues, por aquella modesta casa, por las sombras y las figuras y los recuerdos que su nombre despierta en el espíritu de Pérez Galdós; brindo por las señoras que habitan aquella casa, hermanas de nuestro paisano, a las cuales propongo se dirija un telegrama de respetuoso saludo a nombre de esta reunión, así como otro saludo a las residentes en Madrid, compañeras en la jornada del maestro, haciéndolo extensivo a su señor hermano, Capitán General de la provincia, y admirable lazo de unión entre aquellas queridas islas, que son muy desdichadas cuando rompen y se desunen, y muy afortunadas cuando se unen y fraternizan”.
Con el mismo objeto se recibieron cartas del General Valeriano Weyler, de Rafael F. Neda y del Marqués de Casa-Laiglesia. El General Valeriano Weyler escribió a la Comisión organizadora del banquete en honor de Pérez Galdós expresando que “todo lo que sea canario fija mi atención, y lo que de ahí trasciende al extranjero, como el nombre de Pérez Galdós, es causa y motivo de mi admiración”. Rafael F. Neda, en su carta dirigida a Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, afirmaba que “no necesita explicaciones ni comentarios, aplicándose al autor de los Episodios Nacionales, al gran canario por derecho propio, no por hijo de la isla que lleva ese calificativo: al contrario, la mayoría de las gentes hoy, y el mundo entero mañana, estimarán que, si una de las afortunadas se llama grande, lo debe a ser la madre de Pérez Galdós”. Por su parte el Marqués de Casa-Laiglesia escribió con posterioridad, el 14 de diciembre de 1900, una carta a D. Benito Pérez Galdós. “Muy señor mío y distinguido amigo: Como tuve el honor de manifestar a usted anoche, he recibido del Alcalde de Santa Cruz de Tenerife y del Presidente de la Diputación provincial de Canarias, telegramas en que ambas corporaciones, a nombre, respectivamente, del pueblo y capital del Archipiélago y de la provincia toda, me confían el honroso encargo de significar a usted personalmente su adhesión al merecido homenaje que la colonia canaria residente en Madrid le tributó en el banquete organizado en obsequio a usted el domingo 9 de los corrientes”.
Se recibieron, también, numerosos telegramas que leyó José Betancort Cabrera. Desde París Fernando León y Castillo decía a Don Benito: “Quiero que tú y nuestros paisanos me consideréis presente en la fiesta con que celebramos tus triunfos y tu gloria. León y Castillo”. El Alcalde accidental de Las Palmas de Gran Canaria, Miguel J. Navarro Sortino, en su telegrama decía que “ruego a ustedes manifiesten banquete colonia canaria Pérez Galdós, que este Ayuntamiento asóciese cordialmente merecidísimo homenaje, saludando con efusión insigne literato, gloria de España y legítimo orgullo de Las Palmas, su ciudad natal”. El alcalde de Santa Cruz de Tenerife con el telegrama expresaba que “en nombre Ayuntamiento capital adhiérome manifestación simpatía al eximio autor Episodios Nacionales”.
En Las Palmas la Sociedad Económica de Amigos del País se ha distinguido siempre, antes y ahora, manteniendo el fuego sagrado galdosiano editando obras y reproduciendo desde 1986 “Entre canarios, homenaje a Benito Pérez Galdós, 9 de diciembre de 1900“. Desde Las Palmas el doctor Gregorio Chil y Naranjo, como director de la Sociedad Económica Amigos del País, en su telegrama decía: “Sociedad Económica de Amigos del País se adhiere fiesta que colonia canaria celebra en honor de su ilustre socio de Mérito”.
También desde Las Palmas enviaron telegramas El Circulo Mercantil, El Gabinete Literario, la Prensa de Las Palmas y destacando el telegrama firmado por el director del Diario de Las Palmas, que indicaba “diga banquete Galdós Diario Las Palmas asóciase homenaje canarios honor ilustre novelista gloria España honra Gran Canaria”. Además, se recibieron telegramas de otras instituciones y corporaciones canarias y peninsulares.
Después de los brindis y lecturas fervorosas se levantó Galdós para leer un hermoso discurso que fue una síntesis maravillosa de la brillante fiesta. “En la fiesta con que me honráis, quiero y debo ver, más que el aplauso de mis lectores, el cariño de mis paisanos, y así lo declaro sin pararme a indagar el motivo de tan grandes honores, ni a discernir si me los tributáis con justicia o sin ella. […] Nosotros, los más chicos, seamos los más grandes en la firmeza y vigor de las resoluciones; nosotros, los últimos en fuerza y en abolengo histórico, seamos los primeros en la confianza, como somos los primeros en el peligro; nosotros, los más distantes, seamos los más próximos en el corazón de la patria. De este modo contribuiremos a formar lo que hace tanta falta: la fe nacional”.
Manuel Herrera Hernández es miembro de la Asociación Española de Médicos Escritores.