La obra se compone de ocho tomos en octavo y con treinta páginas cada uno, el primero firmado con el pseudónimo Joseph Álvarez y Valladares. En el último año, aparecía dos veces por semana, excepto festivos, con dieciséis páginas. Pronto alcanzó gran éxito y popularidad (se reeditó varias veces en Barcelona, con el título de El Pensador Matritense), tuvo varios imitadores (las más significada, Beatriz Cienfuegos, con La Pensadora Gaditana, publicado en Madrid y en Cádiz, en 1763), aunque Clavijo cuenta con privilegio real para publicarlo en exclusiva; y también impugnadores (Juan Cristóbal Romea y Tapia o Francisco Mariano Nipho). Pretendía seguir la idea del londinense The Spectator (1711), de Addison y Steele; y buscaba la difusión del pensamiento enciclopedista, dando cabida a las tesis rousseaunianas y a las posiciones morales de la sociedad británica. Reúne ochenta y seis discursos o pensamientos, como el autor los llama, tanto en cartas figuradas que se dirigen al editor como en comentarios literarios o de costumbres, a través de los cuales se censuran “vicios y ridiculeces” acerca de la vida civil, de la relación entre hombres y mujeres, de los modos en la conversación, de los estudios, del teatro (influyó mucho en la suspensión de los autos sacramentales), de los toros (cuya fiesta criticó abiertamente). Cada número se dedica a un asunto. El autor, uno de los primeros periodistas de la época, se define como un espectador de la realidad social, sobre la cual emite sus opiniones haciendo gala de una prosa ágil y accesible. Su sátira, sin embargo, mantiene una actitud de respeto; y su crítica propone siempre formas alternativas de comportamiento. “Ni mi genio es satírico -escribe- ni me ha puesto la pluma en la mano este maligno humor, el rencor ni la venganza (…) conozco el incontestable derecho que tienen todos a mantener su buena opinión, y por ningún motivo excederé los límites de una crítica general”. Hay edición facsímil de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Real Sociedad Económica de Amigos del País, del año 1999-2001, al cuidado de los profesores Manuel Lobo, Enrique Pérez Parrilla y Yolanda Arencibia*.