Revista n.º 1064 / ISSN 1885-6039

Una canción italiana de Cairasco sobre la salud.

Sábado, 13 de junio de 2020
Antonio Henríquez Jiménez
Publicado en el n.º 839

Hace patente la existencia de este personaje (Doramas) de la época de la conquista de Gran Canaria, y llega a llamar al hijo de la Virgen María divino Doramas, un verdadero atrevimiento, pues fue uno de los últimos caudillos canarios que dieron su vida luchando contra los castellanos apenas hacía algo más de un siglo (1480-1481).

Grabado de Cairasco de Figueroa.

 

 

El último Canto de la Cuarta parte (y última) del Templo militante de Bartolomé Cairasco de Figueroa está dedicado a san Silvestre (Cairasco suele escribir “Silvestro”). La primera parte del Canto, o sea, su introducción, es una canción italiana formada por seis estancias de veinte versos cada una, con la característica de estar formadas por diecinueve endecasílabos y un heptasílabo (siempre el verso diez). En total, son 120 versos. Esta misma estructura métrica la utiliza Cairasco en la introducción del Canto de san Eusebio (Tercera parte del Templo militante). También tiene la misma estructura la introducción del Canto de Sergio, Baquio, Marcelo y Apuleyo (Cuarta parte), y la introducción del Canto de san Marcos, Papa (esta vez son cuatro estancias, y no seis), de la Cuarta parte del Templo militante. La Canción IV de Garcilaso de la Vega contiene ocho estancias con la misma estructura métrica que la de Cairasco; contiene además una despedida de nueve endecasílabos. El carácter de la Canción de Cairasco se aleja del autoanálisis de Garcilaso; es más expositivo que personal, aunque también esto último forma parte de ella. Incluso hace una apelación a la “fealdad” en la estancia segunda.

 

En el usual reparto del Canto del santo que toca, el senado de las virtudes elige a quien contará su vida en las octavas que siguen (en este Canto son 59). Esta vez el senado de las virtudes decide que deben cantar y contar la vida del papa Silvestre las personificaciones de la salud del alma y del cuerpo (estancia segunda). En las estancias tercera y cuarta nos presenta el poeta la definición de las dos saludes. En las estancias quinta y sexta se nos presenta la descripción de la Salud corporal y la del alma, como si el poeta estuviera describiendo algún cuadro. La salud corporal viene a caballo; ambas madrugan y entran con grande acompañamiento. Se trata de las acostumbradas “teorías” o procesiones al estilo griego.

 

El porqué Cairasco dedica esta introducción a la Salud nos lo explica en la estancia segunda: porque el papa Silvestre curó la lepra que padeció el Emperador Constantino el Grande. Hoy sabemos que este hecho pertenece a la leyenda. A través de las cuatro partes del Templo militante aparecen más de cien referencias a las dos saludes, y a los remedios, unas cincuenta a los médicos y otras tantas a la medicina. Hay tres apariciones del término “receuta” y seis de “fármaco”.

 

En la vida del santo, a la que dedica Cairasco 59 octavas reales, se aparta de la fuente de donde la extrae (el Flos sanctorum nuevo de Alonso de Villegas), y aprovecha su nombre para dejar constancia de su tierra canaria. Esto ocurre en las cinco primeras octavas, que me atrevo a presentales (también la sexta, que es la usual invocación a la Virgen que suele poner en casi todos los Cantos de su obra), donde llama a su Templo militante “sagrada selva”, “gran historia”. Como anillo al dedo le viene el nombre de la Selva de Doramas. Hace patente la existencia de este personaje de la época de la conquista de Gran Canaria, y llega a llamar al hijo de la Virgen María “divino Doramas”, un verdadero “atrevimiento”, pues fue uno de los últimos caudillos canarios que dieron su vida luchando contra los castellanos apenas hacía algo más de un siglo (1480-1481). Sabemos que esta no es la primera vez que Cairasco referencia a Doramas en su obra. A más de uno se le torcería el gesto al comprobar los atrevimientos de Cairasco, y quizás sea esta una de las causas de que las autoridades no se hayan empeñado en que los canarios tengan la oportunidad de leer lo que escribió nuestro primer gran poeta. La Cuarta parte del Templo militante se publicó en 1614 y en 1615, después de la muerte de su autor (1610).

 

 

SAN SILVESTRE, PAPA Y CONFESOR.

SALUD.

 

1       Después de la batalla la victoria,
         después de la tormenta la bonanza,
         la libertad después del captiverio,
         alegre fin tras tímida esperanza,
         gusto de dar remate a larga historia,
         después de sujeción tener imperio,
         y después de disgusto refrigerio,
         sentencia favorable en pleito largo,
         victoriosa pretensión de corte,
         ver tras nublado el norte
         que se desea, y dulce tras lo amargo,
         mudarse en canto el áspero lamento,
         y llegar a la patria el viandante,
         el trocarse la falta en afluencia,
         ver los amigos sobre larga absencia,
         el descubrir la tierra el navegante,
         y cuanto en este mundo da contento,
         después de gran disgusto y descontento,
         no iguala al bien de la salud preciosa
         tras una enfermedad larga enfadosa.

2       Si a la salud del cuerpo miserable,
         que al fin se ha de acabar tarde, o temprano,
         tanto encarecimiento se permite
         mi ruda lengua, y temerosa mano,
         ¿cómo será razón que escriba, y hable,
         de la salud del alma, si la admite?
         Pues con la misma eternidad compite,
         no sé, fealdad, con quién pueda igualarse
         la enfermedad de un alma, y su desgracia.
         Mas con salud, y en gracia,
         no hay belleza a quien pueda compararse.
         De una y otra salud tuvo experiencia
         el Magno valeroso Constantino
         con milagroso celestial remedio.
         Y el gran senado, viendo que por medio
         se las dio de Silvestro el Rey divino,
         de quien cantar pretende la excelencia,
         dio por decreto en su sagrada audiencia
         que la salud del cuerpo y la del alma
         su historia canten generosa y alma1.

3       Es la salud del cuerpo un don precioso
         de la naturaleza, que procede
         de estar bien concertados los humores.
         Es un favor que quien le alcanza puede
         decir con gran razón que es venturoso,
         y que goza el mayor de sus favores.
         Los infortunios y los disfavores
         del tiempo, y de fortuna mal mirada,
         se llevan con salud; pero, sin ella,
         cuanto se firma y sella
         por bueno acá se estima en poco o nada.
         No sabe qué es salud quien no la pierde,
         ni aquel que no la pierde sabe cuánto
         sin ella la virtud se perfecciona.
         Con todo, la salud es la corona
         de las prendas que cubre el áureo manto;
         y la madura edad, más que la verde,
         es bien que, conservándola, se acuerde
         que todo lo demás sin ella falta,
         porque con ella lo demás se esmalta.

4       Es la salud del alma un don celeste,
         que se comienza de divino impulso,
         y con la voluntad de ella se acaba.
         El médico divino toma el pulso,
         y la purga que ordena es que se apreste
         la penitencia, que las culpas lava.
         La dieta es el ayuno, y, si le agrava,
         le da una alcorza regalada y llena
         de amor, de tanto gusto y eficacia,
         que puede darle gracia,
         con que viene a quedar el alma buena.
         Esta salud del alma es una firma
         que Dios le ha dado de su mismo nombre,
         que le dará, si no la pierde, gloria.
         Es una verdadera ejecutoria
         de nobleza inmortal, que Dios da al hombre,
         que allá en el cielo empíreo se confirma;
         y, en fin, es fuerte basa, do se afirma
         el edificio de las obras buenas,
         de fe, de amor, y de esperanza llenas.

5       Salió a caballo, llena de contento,
         la salud corporal, antes del día,
         pasando la carrera a larga rienda.
         Con ella va el valor, la lozanía,
         la fuerza, agilidad, trabajo, aliento;
         y delante de todos va la enmienda;
         que quien se vio morir y no se enmienda
         es muy ingrato al cielo o está loco.
         El auxilio divino la apadrina,
         porque la medicina
         sin él, y aun la botica, importan poco.
         Una flaca mujer va aprisionada,
         y muchos hijos suyos, que desprecio
         hacen de la salud, con desafíos.
         Y los que muestran más audaces bríos
         son dos, uno gran loco, otro gran necio,
         dolor de muelas este, aquel de ijada,
         y ella, la enfermedad triste y cansada,
         y las demás, dolencias diferentes,
         que están amenazando a los vivientes.

6       Del alma la salud salió más bella
         que el alba, cuando sale radiante,
         con alas revolando de paloma.
         La gracia preveniente va delante,
         y el consenso del alma después de ella,
         a quien le dice el médico que coma.
         Un escuadrón de damas luego asoma,
         que la triunfante como a hijas quiere,
         y siguen una reina soberana.
         Esta es la fe cristiana,
         y ellas las obras sin las cuales muere.
         Del can trifauce a cada cuello asida
         una cadena lleva por despojos,
         y en todas tres descubre su potencia.
         Es una la carnal concupiscencia,
         otra concupiscencia de los ojos,
         otra la gran soberbia de la vida.
         Y una, y otra salud, fue recibida;
         y en voz alterna, y diferente gloria,
         cantaron de Silvestro así la historia:

 

[Octavas]


1       Para salir de la sagrada selva,
         donde mi ingenio me llevó terrestre,
         con la victoria, que es razón que vuelva
         un santo atrevimiento, aunque silvestre,
         mi confesión es menester que absuelva
         el pontífice máximo Silvestre;
         que a tanto error y falta impertinente,
         absolución papal es conveniente.

2       Una famosa selva está en Canaria,
         real palacio de las santas musas,
         donde naturaleza rica y varia
         sus mayores bellezas tiene inclusas.
         Las ciencias, en su estancia solitaria,
         parece que se dan del cielo infusas;
         que santa soledad y ameno suelo
         tienen un no sé qué de allá del cielo.

3       Imperio en esta selva, rara al mundo,
         tuvo un canario, que lo fue en extremo.
         Llamáronle Doramas sin segundo,
         de aqueste sitio príncipe supremo.
         Dio el nombre al bosque de árboles fecundo,
         como a Roma le dio Rómulo, y Remo;
         que es muy usado los famosos hombres
         a sus reinos y pueblos dar sus nombres.

4       En medio está una cueva entapizada
         de musgo, madreselva, y culantrillo1,
         y, de un peñasco enfrente a la portada,
         de nativo cristal sale un chorrillo,
         do, habiendo hecho extremos por la espada,
         se retiraba siempre el gran caudillo;
         que el saber retirarse en ocasiones
         no es menos que vencer los escuadrones.

5       El nombre de Silvestre, y ser aquesta
         selva el lugar, do para honor y gloria
         de Cristo bosquejada fue y compuesta
         la mayor parte de esta gran historia,
         y aludir al canario, y su floresta,
         en parte, san Silvestro, y su memoria,
         me movieron a usar de aqueste símil;
         que basta ser la sombra verisímil.

6       Virgen y madre selva, do hay cipreses,
         palmas, olivas, bálsamo apurado,
         y torre donde ponen mil arneses,
         plátano, fuente, amomo inusitado,
         en cuyo gremio estuvo nueve meses
         el divino Doramas retirado,
         dadme tono en el canto del terreno;
         que si vos no le dais, no hay canto bueno.

 

 

 

Nota

1. DLE: "almo, ma: Del latín almus, derivado de alere 'alimentar'. 1. adjetivo poético. Criador, alimentador, vivificador. Alma Ceres. 2. adjetivo poético. Excelente, benéfico, santo, digno de veneración. El segundo alma significa, pues, 'benéfica', 'excelente', 'santa', 'fecunda'. Cairasco emplea con frecuencia este adjetivo, que es verdaderamente culto.

 

 

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