Ajena a los sucesos literarios de la la isla, se editaba en Tenerife y apenas tuvo eco entre los escritores y grupos intelectuales de la época (solo le dedicaría un breve comentario periodístico María Luisa Villalba, pseudónimo, como se sabe, de María Rosa Alonso*). Orientada hacia la cuestión social, aunque desde una óptica literaria, afirmaba su obligación de "elevar los espíritus por una constante siembra de ideas nobles y concepciones bellas": una intención pedagógica y ejemplarizante. Dirigida por el librero Miguel Luque, esta publicación era una prolongación de su actividad profesional y de su idea de la literatura. Bajo su pie editorial, se publicaron los libros: Veinte sonetos rojos, anónimo, y Crisálida, de Luis Álvarez Cruz*.