En 1602, Cairasco se impacienta: tiene preparado ya el segundo tomo de la obra y no tiene noticias del primero. Da por ello poder al canónigo Manuel Arias, que se desplaza entonces a la Corte, para que solicite las licencias correspondientes para su publicación. Y luego, aún, hace lo mismo con el Ldo. Alejo de Benavente Solís. Sea como fuere, Palenzuela Jiménez intervino en y cuidó la edición de Templo Militante, y en ella pone como entrada sendos poemas laudatorios, un soneto y una canción suyas que figuran tanto en la edición de Madrid (1609) como en la de Lisboa (1615). En 1624, Bernardino de Palenzuela seguía en Madrid e interviene como testigo en una causa seguida al doctor Juan de Vinatea.