Danzas de Flores de Tegueste. Fundada en 1582, es una de las danzas más antiguas que existen en Tenerife, por lo que su Ayuntamiento le ha concedido la Medalla de Oro y la ha considerado Bien de Interés General.
En Tegueste su danza se caracteriza por que los danzadores en lugar de cintas portan varas semirrígidas, a modo de arcos adornados de flores y lazos con diferentes matices de colores sujetas al mástil o palo. La danza consiste en movimientos rápidos y cruces de los danzadores que tocan chácaras o castañuelas al son del tambor y ritmo de tajaraste. El palo, de dos metros y medio de largo y pintado de blanco, lleva en su parte alta la bandera española.
La vestimenta consta de camisa y pantalón blanco, con dos bandas anchas de seda de colores anudadas y colgando por los laterales y sombreros de paja adornados con flores, penachos de plumas. La confección de la decoración de los sombreros y arcos es realizada, de manera artesanal, por los propios integrantes de la danza y, además, utilizan los mismos procedimientos que sus antepasados. Los tocadores y el portador del palo no llevan sombrero.
Aunque el grupo lo forman veintidós componentes (seis hombres, nueve mujeres, cuatro niños y tres niñas), el baile lo ejecutan seis danzadores que llevan castañuelas. El baile, al ritmo del tajaraste, es tocado por varios tambores.
Danzas de Flores de Guamasa. La Danza de Guamasa, conocida también como Danza de las Flores o de los Arcos, se remonta a los años treinta (1932) del pasado siglo, manteniéndose con cierta regularidad hasta la década de los sesenta. Año tras año han participado en la celebración de las principales fiestas guamaseras, primero en Santa Rosa de Lima (septiembre) y luego también en la romería de San Isidro (junio), constituyendo siempre uno de los mayores atractivos de los festejos. En los últimos años se ha revitalizado, estando presente en muchas de las fiestas de la comarca lagunera.
La danza se caracteriza porque los danzadores portan varas semirrígidas, adornadas con flores agarradas al mástil. Las flores artesanales se hacen con papel de seda de colores. El palo, de tres metros de alto, está pintado con franjas rojas y azules. En la parte alta tiene una corona, adornada con las mismas flores que las varas, y una inscripción con el nombre y año de su fundación.
El baile, al ritmo del tajaraste ejecutado con tambor y castañuelas, consiste en movimientos rápidos y cruces de los danzadores que tocan las chácaras. Los danzadores, cinco hombres y cinco mujeres, llevan una boina negra con un rosetón en la parte superior y varias cintas de colores que le cuelgan hasta la cintura. Visten camisa blanca, y sobre ella llevan dos bandas de colores cruzadas sobre el pecho, además de otra banda anudada a la cintura. El pantalón y las lonas son de color blanco.
Al iniciar y finalizar el baile, el tamborilero ejecuta tres toques para que los danzadores hagan la venia al santo.