Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Hijas de la bruma, de Coralia Quintana, por su propia autora.

Miércoles, 26 de Enero de 2022
Coralia Quintana
Publicado en el número 924

Una novela histórica sobre la vida de las mujeres rurales de Gran Canaria durante los primeros años de la dictadura franquista.

 

 

En mi anhelo de homenajear la vida de mi madre, crece en mí la semilla que da lugar a esta, mi primera novela. Al principio pensé en escribir unas memorias al uso, pero pronto mi rumbo cambió hacia una obra más artística, que me permitiera contar una historia que me salía de las entrañas y comenzar a desarrollar, ya de paso, mis inquietudes literarias.

 

Quería hablar de las mujeres que, por nacer en un tiempo y lugar determinados, vieron sus sueños ahogarse en un mar de normas y restricciones, que no les permitían ni siquiera reconocerse a sí mismas como personas independientes y diversas. Me pregunté cómo habría sido la vida de una de esas mujeres, si en su fuero interno se resistiera, aunque solo fuera pasivamente, a lo que sus circunstancias externas pretendían imponerle. Y en esa resistencia encontraría la fuerza para vivir sin someterse. Así fue como, durante el proceso de documentación, Lucía, la protagonista, se dibujó de forma nítida en mi cabeza.

 

En la obra se entremezclan historias reales que escuché de mi madre y mis abuelos con todo lo que inventé para que Lucía lo experimentara, en mi empeño de llamar la atención sobre la vida que tuvieron estas muchachas.

 

La Bruma constituye el telón de fondo que marca el paisaje externo de las medianías canarias donde se desarrolla la trama, pero también el interno, donde no se permite espacio alguno para el conocimiento de una misma, para que broten deseos y proyectos propios, donde los sentidos se nublan deliberadamente, para evitar por todos los medios que alguien pueda tomar otro rumbo más que el establecido en función de su sexo y condición social. De alguna manera, la Bruma pasa a ser un personaje más, que arropa a Lucía y que la ayuda, aunque resulte paradójico, a ver todo más claro.

 

Al final, mi deseo de conmemorar la existencia de mi madre se convierte en un homenaje a las mujeres de su generación, que no conocieron la libertad y, sin embargo, lograron educarnos en ella, tal y como recoge Yeray Rodríguez en su reseña de la obra:

La mayor valentía de Coralia en esta obra es dar voz a las mujeres libres, que se atrevieron a su propio camino y su propio horizonte, que trataron de escapar del guión que otros habían escrito para ellas y quisieron que todo se pareciera a sus deseos antes de que el telón de sus vidas cayera. Mujeres que se atrevieron, sin saberlo, a la sororidad que hoy se pregona y se necesita y que, como la protagonista, sabían que podrían llegar el marido y los hijos, pero que no iba a hacer por ir en busca de ellos. La guerra, que atraviesa el relato como atravesó las vidas de los que nos precedieron, enseñó a los hombre buenos y nobles, que también cruzan por las páginas de Hijas de la Bruma, que sobre el cuerpo de las mujeres se libraba otra batalla más fiera, que sigue sin ganarse todavía.

 

Para terminar, aquí les dejo un pequeño fragmento del primer capítulo:

 

 

Aún no había sangrado por primera vez. Sus padres no habían hablado nunca con ella de los cambios que se estaban produciendo en su cuerpo y era probable que nunca lo hicieran. Todo lo que Lucía sabía sobre ello lo leyó en un libro que le mostró doña Concha, su maestra. Gracias a ella sabía que pronto tendría su primera menstruación y que no tenía que asustarse por ello, que sus pechos crecerían y su pubis se poblaría de un vello oscuro. También aprendió cómo se engendraban los hijos e incluso qué se podía hacer para evitar un embarazo. Todo aquello que nunca le explicaría su madre, todo de lo que no se hablaba en las casas decentes con las niñas, todo lo que la ayu-daría a entender su cuerpo y los cambios que le esperaban, Lucía lo aprendió de un libro. Por cosas como esa adoraba los libros, porque le explicaban lo que nadie más estaba dispuesto a explicar a una niña en aquellos años y en aquel pueblo. Y por eso adoraba también a su maestra. Pero eso había sido antes de que todo se derrumbara, antes de que estallara aquella guerra que no entendía, ni creía que nadie en su sano juicio pudiera entender.

 

 

 

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