En clausura pasa los últimos siete años de su vida, y una mañana será hallada muerta por una monja. En la mesilla, había dejado el poema “Esclavitud”, en el cual se manifestaba partidaria del abolicionismo. Con su traje de novia como mortaja, será enterrada de noche, con los asistentes portando antorchas y con música, según refieren José A. Álvarez Rixo*, en sus Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava (1872) y Aurelio Pérez Zamora*, en “Impresiones de un paseo nocturno al cementerio”, firmado como Aurelio. Su obra poética no llegó a publicarse reunida: algunos poemas sueltos aparecieron en la prensa de la época; otros se incluyen en Álbum de Literatura Isleña*, de Carlos Grandy (1857), o en Poetas Canarios. Colección de escogidas poesías de los autores que han florecido en estas islas en el presente siglo*, de Elías Mujica (1878). Existe, al parecer, un cuaderno personal de la autora, que no ha llegado a publicarse, en el cual recogía textos de varios escritores (Ángela Mazzini*, Victorina Bridoux*, José Benito Lentini*, Martín Fernández Neda* o Amaranto Martínez de Escobar*, entre otros) y también anotaciones sobre cuestiones diversas por las cuales se sentía interesada (astronomía o matemáticas, Antonio de Viana o los poetas clásicos latinos). Tras su fallecimiento, diversos poetas coetáneos dedicaron poemas a su memoria (Ignacio Negrín*, José Desiré Dugour* o Fernando Cubas) o semblanzas a la persona de la escritora: Alfonso Dugour*, en Revista de Canarias* (1879), y Antonio Ruiz Álvarez*, en la revista Gánigo (1956). En 1922 y 1935, Sebastián Padrón Acosta* sumaría la lectura de Siliuto a la de otras poetas canarias, en Siluetas de mujeres canarias y en Las poetisas isleñas. En 1959, Luis Álvarez Cruz* pronuncia una conferencia sobre la poeta, en el Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz, que sería publicada con el título Medallones del ochocientos. La vida romántica de Fernanda Siliuto, y recopilada en 2009, en un volumen de textos reunidos del autor.