Debe mantener a su familia, trabajando en diversas oficinas inglesas de Las Palmas de Gran Canaria y, luego, en la Junta de Obras del Puerto. En 1910, conoce a Unamunom durante una visita de este a Las Palmas de Gran Canaria; su contacto y amistad con el escritor vasco orientará decididamente su trabajo literario. Dirige el periódico Ecos, y más tarde La Crónica (1919), El Ciudadano (1919) y La Jornada (1920). Entre 1921 y 1924 será redactor de El Liberal. Viaja a Madrid, pero regresa muy pronto, presa de honda desilusión. Enfermo de tuberculosis, muere poco tiempo después de contraer matrimonio. Además de poeta, fue extraordinario prosista y, como tal, publicó la colección de cuentos Smoking-Room (1918-1920) y la novela Las inquietudes del Hall (1922), además de las Crónicas de la ciudad y de la noche (1929). El resto de su obra lo componen las piezas dramáticas: Llanura (1919) y La Umbría (1922), y los libros de poesía: El lino de los sueños (1915) y Los caminos dispersos (1944). Lázaro Santana, el más asiduo estudioso de su obra, ha preparado varias Obras completas de Romero, así como otros volúmenes relacionados con el autor, al igual que han hecho algunas personas como Antonio Henríquez Jiménez o Jorge Rodríguez Padrón, entre otros. Poemas suyos aparecieron en las revistas España y La Pluma (Madrid) y en Alfar (La Coruña). Entre 1918 y 1922 colaboró en La Publicidad (Barcelona), con una notable colección de crónicas.