Miembro de una familia de claro origen guanche, nació en Arafo en abril de 1615, siendo hijo de don Juan Marrero y doña María Magdalena González. El 20 de ese mismo mes fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria por el Lcdo. don Marcos Xuárez, cura y beneficiado de la misma, y actuó como padrino fray Félix de Fonseca. Sus padres gozaron de gran prestigio en todo el Valle de Güímar, pues don Juan era descendiente del conquistador Gil Marrero y de los menceyes guanches de Adeje, Güímar y Abona.
Nuestro biografiado fue el cuarto de nueve hermanos, siendo dos de ellos don Jacinto y don Nicolás Marrero, capitán y alférez de Milicias, respectivamente. Al contrario que estos, don Francisco decidió seguir la carrera eclesiástica, por lo que comenzó los correspondientes estudios. Así, de 1634 a 1637 cursó cuatro años de Sagrada Teología en el convento y colegio de Santo Domingo de La Laguna. En 1637, a los 22 años de edad, ya estaba “para ordenarse in sacris” y aseguraba un testigo que “es sujeto que por sus buenas prendas, y afición á los estudios no se presume se distraiga de ellos en tiempo alguno”. Por entonces recibió las órdenes sagradas, desde la tonsura hasta el presbiterado.
Pocos años después, el sacerdote Marrero Bencomo pasó a la Universidad de Sevilla, en la que obtuvo el grado de Bachiller en Artes. Luego, en 1642, se practicaron diversas diligencias, así como una “Información de pobreza” y otra de “legitimidad y limpieza de sangre”, “para graduarse de Licenciado en Teología por esta universidad de Sevilla”. En virtud de ello, en la Facultad de Teología de dicha Universidad se le confirmó el título de Bachiller y, tras superar el oportuno examen, en ese mismo año obtuvo el de Licenciado en Teología. Dos años más tarde, en 1644, ya estaba en posesión del título de Doctor en Teología, pues como tal regresó en ese año a su pueblo natal, estancia que aprovechó para bautizar en la iglesia de San Pedro de Güímar a una niña que había nacido en Arafo. Por lo tanto, fue el primer arafero que alcanzó el máximo nivel académico, el de Doctor.
Luego obtuvo por oposición uno de los dos beneficios de la parroquia matriz de Ntra. Sra. de Guadalupe de la Real Villa de Teguise, por entonces capital de la isla de Lanzarote, en la que cumpliría con sus deberes eclesiales (misas, sacramentos, confesión, unción de enfermos, etc.). En 1649 ya figuraba como beneficiado, destino en el que continuó hasta su muerte, siendo además vicario de dicha isla en un período. Desde su cargo solicitó la importación de trigo y millo desde Gran Canaria para el sustento de los vecinos de Lanzarote, por la mucha necesidad que en dicha isla se estaba padeciendo. Además, figuró como visitador de las cuentas de fábrica de su propia parroquia en 1653 y 1654. En ella contaba con un sacristán mayor y otro menor. Asimismo, mientras la regentó, fueron mayordomos de la fábrica parroquial el Lcdo. don Guillén de Betancor Velázquez Luzardo (también beneficiado y vicario de la isla), hasta 1653, y el capitán don Luis Rodríguez Fleytas, desde dicho año en adelante. Con la colaboración de estos, sobre todo del segundo, impulsó la reedificación de la iglesia, que había sido incendiada y destruida en un ataque de piratas berberiscos.
Nuestro biografiado testó en Teguise, antigua capital de la isla, el 9 de agosto de 1661 y suponemos que falleció poco después pues, lamentablemente, el incendio que destruyó los libros sacramentales impide conocer con exactitud la fecha de su muerte. Debió recibir sepultura en el mismo templo parroquial y tendría como mucho 46 años de edad. Como curiosidad, en las cuentas de fábrica de dicha parroquia, correspondientes al período 1656-1661, se sumó un cargo de 4800 maravedíes, por el costo de la casulla con la que fue enterrado el Doctor don Francisco Marrero Bencomo, beneficiado de la misma.
Foto de portada: parroquia matriz de Teguise, donde Francisco Marrero Bencomo fue beneficiado y vicario de Lanzarote (foto de la FEDAC)