Revista n.º 1066 / ISSN 1885-6039

La maldita literatura canaria, de Jesús Giráldez Macía.

Lunes, 31 de julio de 2023
Juan Ferrera Gil
Publicado en el n.º 1003

No solo maneja el humor, la ironía y, en ocasiones, el costumbrismo, sino que pretende darse una vuelta por la Literatura Canaria con la intención, acaso, de plantear ideas nuevas, provocar otra perspectiva ubicado en Tindaya y con su mirada desinquieta.

Portada de Literatura canaria maldita.

 

 

Este espléndido libro, tan lleno de nuevas historias, múltiples personajes, literatura de diferentes tonos, ritmos y ambientes, viene a ser como una de esas muñecas rusas que se incrustan unas dentro de otras: cada referencia, cada línea, cada página es adentrarse en la verdadera aventura de la ficción de la mano de un escritor consolidado, cuyos trabajos anteriores fueron abordados desde la investigación y el compromiso histórico, que sabe lo que quiere y lo que quiere decir; que emplea la modulación adecuada en cada momento, en cada situación; que no solo maneja el humor, la ironía y, en ocasiones, el costumbrismo, sino que pretende darse una vuelta por la Literatura Canaria con la intención, acaso, de plantear ideas nuevas y novedosas: ansía, seguramente, provocar otra mirada, otra posibilidad desde la ficción más entretenida y universal: se ha ubicado en Tindaya y desde allí expande “su mirada desinquieta".

 

Es este libro de Jesús Giráldez Macía, La maldita literatura canaria (Baladre, Zambra, Libreando Ediciones, 2023), un valioso instante de sincera Literatura que nos descubre las posibilidades infinitas de enlazar palabras, unificar propuestas e intereses varios, y señalar, al mismo tiempo, que la creatividad es un derecho y una posibilidad que camina siempre a nuestro lado. Este viaje literario, que trata de 26 autores y sus correspondientes obras, resulta tan sorprendente como la imaginación de su autor; tan variopinto como su mirada eterna, llena de curiosidad permanente; y, también, tan extraordinario que parece que no le cuesta nada escribir. Da la sensación de que de sus anteriores publicaciones, donde hay de todo, han servido como el primer paso en el que ahora presenta una nueva vuelta de tuerca a su particular mundo literario. Cada relato tiene su índole discursiva acorde con su personal  contenido. Por eso nos resultan tan amenas las múltiples y diferentes visiones: en la variedad está la clave y, también, en la manera de contar. Así que este libro de relatos, fruto del esfuerzo más riguroso, es tan novedoso para nuestra expectativa novelera de lector empedernido, que no solo nos ha durado apenas unos días sino que, frecuentemente, regresamos a él para no perder el entusiasmo y poder sentirnos, nuevamente, atrapados entre sus líneas que, desde luego, no son fruto de la suerte sobrevenida: la perseverancia solitaria de escribir sale a la luz. Y nosotros, los inquietos lectores, lo agradecemos.

 

Y es una inmensa suerte el poder contar con estas páginas literarias: por un lado, con los argumentos proporcionados por los diversos autores señalados que brevemente se exponen; por otro, con las razones de un escritor de visión amplia, capaz de recorrer el mundo entero, que sugiere y nos deja con las ganas de saber más de cada uno de esos autores, algunos ligados entre sí. Su propuesta es inteligente porque el trato que le da al lector es honesto y sabe que quien lee también es sagaz y entendido.

 

Esta obra, compendio de lo que está por desarrollar y ampliar, consta de 26 libros encerrados, apretados fuertemente, en uno. Parece un modelo de introducción general y anunciador de que lo mejor está por venir; es apenas un aperitivo literario que deposita en el paladar de la imaginación un sabor agradable, entrañable, expectante; y, sobre todo, nos propone una particular forma de mirar, de lo que se deduce fácilmente la extraordinaria capacidad de Jesús Giráldez Macía: intuimos que su próxima propuesta será tan distinta a esta que nos dejará la puerta abierta para siempre, para que nosotros, simples lectores, la vayamos traspasando en diferentes etapas, porque el ritmo del autor de El Médico de los Corderos es tan imprevisible como deseable. Ya sabemos que ahondar en la mente de un escritor es tarea harto difícil, puesto que cuando nos mira parece que nos escudriña y uno tiende a plantearse aquello de qué carajo es lo que ve. Que justo el relato número trece, el correspondiente a Aurora Fajardo de León, transcurra en EE UU es toda una declaración universal de la imaginación bien entendida, donde esta melodía sincopada, que representa Aurora Fajardo, a ritmo de jazz y saxo, viene a reflejar la locura de un genio olvidado. Que el intermedio de los 26 relatos lleve voz de mujer, acaso, no sea una casualidad. Tal vez se podría entender como la confirmación del tradicional olvido de la mujer en nuestra literatura. No lo sabemos.

 

Que La maldita literatura canaria lleve dos adjetivos adosados viene a destacar que lo que verdaderamente sobresale es el término Literatura, sin aditivos añadidos y sin endulzar excesivamente el resultado final: estas voces dormidas, ausentes, silentes y silenciadas, podrían constituir un singular homenaje del autor de Antoñito, el dulcero anarquista hacia todas aquellas personas que escriben y no publican y que en nuestra geografía proliferan como las plataneras que sobreviven en los campos canarios: los cajones de las mesas de noche son auténticas bombas literarias de relojería.

 

Que Jesús Giráldez Macía tiene los pies anclados en el suelo es una verdad inalterable, pero, al mismo tiempo, es capaz de proyectar su imaginativa mirada en los celajes del horizonte.

 

No se lo pierdan.

 

 

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