Cada propietario tiene su propia marca, que con el paso del tiempo será heredada por sus hijos. El mayor, la marca original; mientras que cada uno de los hijos menores irá luego añadiendo detalles (diferencias) con distintos cortes.
Las marcas son un elemento más de la cultura pastoril del pueblo majorero, transmitida desde la época aborigen y que, de generación en generación, ha subsistido hasta la actualidad. Un pueblo y una isla que siempre ha vivido muy ligados a la actividad ganadera en general y, muy especialmente, al ganado caprino.