Puntos cardinales del turismo en la zona: La Cueva y el Panorámica Garden
Mr. Marshall es el nombre que, con humor, le da Leonor a don Pablo. Pablo Odebrecht (de origen alemán, del que Carmen Machado recuerda que siempre iba vestido de blanco, como su Cadillac) fue uno de los principales promotores de las urbanizaciones de la zona 1 y 2. El origen europeo del capital invertido para estas transformaciones, tanto como el del hotel Maritim al oeste de la Romántica II (construido en los setenta también con capital alemán1) revela un factor diferencial respecto del resto del desarrollo turístico en el Estado español: la desposesión nativa de los medios económicos y financieros que favorece una dualidad colonial, si se quiere poner así. En la Romántica I don Pablo construyó un bar-terraza con jardín y una piscina donde se hacían shows con delfines. También construyó inmuebles en La Romántica II, salones comerciales y La Cueva2, que era un restaurante con una sala de espectáculos nocturnos. Para conocer mejor el funcionamiento de La Cueva, ubicado en la zona 2, se ha entrevistado a Claudio Antonio García Luis, antiguo trabajador en el local nocturno, donde tomaba fotografías a los turistas:
Nosotros lo que hacíamos era sacar fotos, revelábamos sobre la marcha y vendíamos. Era un revelado en caliente. (…) Teníamos dos curros, porque La Cueva funcionaba de dos formas: una era la gente que iba con la cena, y era brutal, hablo de meter ahí 5 guaguas de 60 personas, cabían 300 personas, 300 personas a cenar. Venían del Puerto y de toda la isla. A lo mejor del Sur venían 3 guaguas. Era una atracción turística como la que más, y de las más grandes que había en ese momento a nivel de Tenerife.
Funcionaba todos los días, de lunes a domingo. Tenía un comedor y funcionaba en dos partes; se hacían fotos allí, fotos de cerca y fotos de fiesta. En la cena bajaban los senegaleses, y tocaban música tradicional senegalesa con los tambores y el traje típico de Senegal, y tenías que intentar que se pusieran al lado de la gente y les sacabas la foto. Había alemanes, italianos, ingleses. Luego, las fotos que no lograbas vender en la cena tenías que buscarlos en la sala de fiesta, con las 300 personas de la cena más otros 100 o 200 que venían sólo al show. Ese show básicamente eran unas personas en un escenario tocando tambores, era una representación de la cultura de ellos típica. Y después de eso era fiesta hasta la madrugada. Podían caber 500 personas en la sala de fiestas.
Claudio comenta que cuando trabajaba en La Cueva iba a comisión: “Yo estudiaba y ganaba semanalmente 14 000 pesetas. Era muchísimo”. Gracias a este testimonio, sabemos que las personas que trabajaban allí eran mayoritariamente del mismo municipio, sobre todo de la zona de Icod el Alto y Realejo Alto. Comenta que las personas que iban lo hacían "como extra, porque tenían ya su trabajo aparte, y ganaban para mantener a la familia con lo que ganaban en las fotos”.
Podría decirse que el barrio Toscal-Longuera evoluciona paralelamente al crecimiento de la Romántica. Hoy tiene una calle comercial notable, pero que empezó con pequeños negocios cuando la zona 2 ya contaba con la transformación turística. Juan Manuel Gallardo, empresario jubilado, dice: “fui el primero que se instaló aquí, sólo había una peluquería aquí al lado. Prácticamente estaba solo. Soy sevillano, pero llevo desde 1966 que instalé mi primera tienda aquí. Casi cincuenta años después sigo aquí”. Al preguntar qué conocía sobre la zona de La Romántica, nos dice: “cuando yo llegué la zona de la Romántica ya estaba, en la Romántica II había una sala de fiestas llamada La Cueva, que dio mucho trabajo a la gente (…). Habían muchos alemanes en La Romántica, pero en la zona de aquí arriba era gente de aquí. [El barrio] está más conectado al Puerto que al Realejo, primero por la distancia, segundo por el clima, y tercero por la habitabilidad, que después se ha ido instalando la gente que viene a trabajar al Puerto. Es una especie de ciudad dormitorio. Tenemos más cerca el Puerto que el Realejo”.
En cuanto a la evolución posterior de la zona 1 y 2, Claudio cuenta que “La Romántica ha ido en declive, y ahora más o menos está un poco más recuperada, porque la gente ha ido cogiendo consciencia y han ido restaurando todos los chalets”. Durante los noventa “era un gueto total, aquello se estaba cayendo por todos lados”. Finalmente: “La Romántica no fue algo residencial, compró gente de fuera, pero no tan pudiente, con tanto capital. Era gente que venía de vacaciones y veía que Canarias estaba bien y compraba. Fabricaban tipo casas pareadas, adosados… Y ellos no tenían la capacidad económica de irse a vivir ahí, sino como segunda vivienda, y cayó en declive. Cuando dejaron de venir, esto quedó abandonado”.
Representación exótica y abaratamiento del territorio
Para tener una idea de cómo se publicitaba La Romántica en los años setenta, se han podido obtener una serie de tarjetas postales bastante significativas:
En esta primera tarjeta se puede ver una invitación a La Romántica, en la que se interpreta que es un club para tomar algo (Carmen M. Hernández también nos informó de que mucha de la gente que posa en estas postales son nativos y nativas de Los Realejos). Justo detrás de la primera tarjeta hay un texto escrito en alemán, que si traducimos el último párrafo viene a decir lo siguiente: "Tenerife se encuentra sólo en el comienzo de su desarrollo turístico. Los aviones son cada vez más rápidos y baratos. Según el periódico Frankfurter Allgemeine, el tráfico turístico a Canarias se quintuplicó la temporada pasada. Construir en un solar de primera calidad ya no cuesta nada, pero las posibilidades de incrementar su valor son mucho mayores. ¿Cuándo podemos esperarte? Por favor rellena la ficha adjunta o llámanos".
Por lo que se puede observar, enviaban tarjetas publicitarias para vender no sólo viajes, sino directamente parcelas para que los alemanes comprasen y revalorizasen su compra, justo cuando el boom turístico estaba empezando en la isla, en las Islas. En dichas tarjetas también se publicita cómo era la zona y cómo eran los bungalows, tanto por fuera como la decoración modernista que tenían.
La proyección exótica se aprecia por el encaje de la arquitectura en el paisaje, pero también es un pastiche con elementos culturales decorativos internos, que en esta última postal pueden apreciarse con más claridad. Otro aspecto clave de este consumo cultural se dio en el propio nightclub La Cueva. Claudio nombró un baile realizado por senegaleses y Carmen Machado amplia el mix particular de variedades culturales ofrecidas como espectáculo en el lugar: “el flamenco y las sevillanas fueron antecesores del folklore canario, y este de un show de hawaianas y bailadores africanos, que terminaron afincándose en Los Realejos”. Vale la pena citar ampliamente la historia de Jan Lowell, bailarina de origen hawaiano que llegó al Puerto de la Cruz a la joven edad de diecinueve años (y tras más de cuarenta años aún vive aquí), para saber algo de cómo llegaron a anudar elementos exóticos para shows turísticos en el destino.
En 1976 (…) yo bailaba el hula [en Hawái] y entonces había muchos shows de hawainas por el mundo; por ejemplo, en Japón en un parque, en Disney Land en California, en Disney World en Florida, había muchas opciones en el periódico, buscando chicas para shows hawaianos. Y había una que me llamó la atención y decía Canary Islands. Y yo ¿dónde es Canary Islands? Y entonces fui a hacer la entrevista (…) querían empezar un show en el hotel Parque San Antonio [en el Puerto] al final cogieron a ocho chicas (…). A Tenerife (…) llegamos en agosto y todos los días tenemos ensayo pero no abrimos hasta diciembre.
Empezamos a bailar en el [hotel] Parque San Antonio (…) y al final cambiamos a la Plaza de Toros [en el Puerto también], y ahí fue un éxito porque había comida, la gente le gustaba llegar temprano y después ver los shows. Ahí duramos 15 años o más. Y de allí otro compró y nos fuimos a La Cueva, en Los Realejos, en El Toscal. Y ahí duramos hasta el final y (…) empezamos ya a notar que había menos clientes, entonces empezamos a trabajar menos días, porque antes era todos los días, pero ya luego los demás hoteles estaban poniendo shows… Había gente que hacía flamenco, otros eran magos, otros eran rusos bailando, había inglesas con las plumas y todo eso…
De la decadencia del turismo residencial a la nueva ocupación como periferia trabajadora nativa en La Romántica
Las cosas han cambiado. Como se dijo al inicio, el patrón nacional de propiedad y el turismo residencial tienen otras pautas. En el caso de La Romántica (zonas 1 y 2), el actual alcalde de Los Realejos, Adolfo González, aseguró recientemente que “si bien en su día se trataba de una de las zonas más vinculadas a la residencia turística en el municipio por el desarrollo urbano concreto del entorno, en los últimos años paulatinamente se ha ido reconvirtiendo en zona habitacional de población local”3.
El conjunto de las zonas ha sido descrito en relación al Puerto por el vecino y exalcalde de Los Realejos Jesús Manuel Hernández García en uno de sus blogs: “Ingentes cantidades de personas duermen por estos lares (…). El trabajo, los intereses particulares están lejos de estos contornos, sobremanera en la vecina ciudad de Puerto de la Cruz. Nos vamos, poco a poco, sintiendo extranjeros, forasteros en nuestra propia tierra”4. También cabe tener en cuenta que, dada las proporciones de tierra acotada y consumida bajo el patrón de las urbanizaciones turísticas, los impactos medioambientales se han dejado notar con el tiempo. Como comentaba José Melchior Hernández: “En el año 2007, Greenpeace denuncia el emisario submarino de La Romántica por carecer de autorización. De hecho, dicho emisario sigue activo, ya que la estación de bombeo de aguas residuales (EBAR) de La Romántica II sigue sin funcionar. Al parecer, la EBAR de La Romántica necesita un depósito de mayores dimensiones que el actual, y esa es la razón de que el emisario siga arrojando las aguas residuales al mar”5.
¿Fueron estas grandes agnaciones de espacios cerrados un capítulo primerizo en los cambios de uso y enajenación de tierra que avanzó al capitalismo a una nueva fase basada en el turismo en Canarias, con impactos ambientales y sociales evidentes? ¿Cuánto ocupan del territorio canario y cómo calcular su metabolismo? ¿Son importantes estos testimonios para comprobar adaptaciones y resistencias?
Reflexión y cierre
Hoy en día se vive en Canarias un claro malestar de la turistificación, un sentimiento colectivo que se concretó en un movimiento social novedoso, aunque curtido por diversas luchas de larga duración que se enhebraron en un momento político explosivo. La asunción de este malestar en el discurso político hegemónico, tanto como en el análisis más estándar de la academia isleña, parece forzada por este momento; con la agudeza de mimetizar las consignas de las protestas del 20A para no cambiar nada. Esta estrategia, que no llega ni a un gatopardismo astuto, elude entrar en las dinámicas sociales e históricas del modelo de turismo de masas (la idea de que el modelo iba bien y de repente se torció); pero un sistema que extrae riqueza y que deja una contrapartida de pobreza y deterioro de ecosistemas no es un proceso que se gestó en dos días, ni su malestar es tampoco tan reciente…
Esta pequeña investigación de las primeras urbanizaciones turísticas, y sus formas de ocio y pautas de ocupación del espacio, pretende aportar un millito a la comprensión de nuestro presente. ¿En qué sentido? Anotaremos, para concluir, tan sólo dos aspectos aprendidos por el estudio de este espacio que sirven a un análisis pertinente del modelo. La privatización indirecta trata sobre un tipo de cercamiento de espacios y zonas de tránsito que son públicos, pero que la fuerza del turismo moldea y apropia con el fin de delimitar su disfrute. La misma disposición del barrio, la estructura de sus calles y el énfasis que se percibe en señalar que hay espacios videovigilados o conectados a sistemas de alarma privados denotan ya que, en conjunto, y como señalan algunos de nuestros/as entrevistados/as, el lugar se torna ajeno a la población nativa: por ejemplo, Claudio dice significativamente: “ahí sólo vivían guiris, era muy raro que tú vieses a un canario. [Hay lugares residenciales turísticos en la isla] que están tan escondidos (…) que son prácticamente inaccesibles para el de aquí, que tú dices cómo puedo ir yo ahí, si los tipos estos tienen su rollo ahí cerrado. Y aparte que tú vas y ven gente de aquí y te miran como raro… tú ves a los guiris y te ven como fuera de lugar”. Estos espacios anteceden, en parte, soluciones espaciales del turismo que en años posteriores hemos visto aumentar bajo las retóricas del miedo6.
Por otro lado, las truculentas representaciones del espacio y sus gentes (y gentes extranjeras marcadas por la representación exótica) parten de tal grado de nostalgia imperial que se crea un pastiche entre una fantasía urbana prototípicamente suburbial (al modo del sueño americano), mezclada con cierto interés por lo local y con resabio por las viejas arquitecturas aristocráticas presentes en Canarias. También abundan las plantas en los jardines y entradas de las casas, tanto así que, irónicamente, en un lugar que fue un Little Germany particular, con construcciones atípicas a la zona, las calles recibieron nombres de distintas plantas endémicas de Canarias, como Calle el Drago, Calle las Palmeras y otro tipo de plantas como girasoles, margaritas, etc. El summum del pastiche lo encontramos en un show donde bailarinas hawaianas, bailadores senegaleses y otras perfomances se juntaron al trabajo de locales que servían, sacaban fotos y conducían guaguas al nightclub La Cueva. ¿No es acaso la opción de tropicalizar y convertir en espectáculo, bajo cualquier máscara, uno de los resortes más importantes para la satisfacción del ego turista y de levantar, por tanto, el negocio basado en experiencias de viaje? Al escritor J. G. Ballard le hubiera encantado proseguir su indagación y retrato siniestro de los suburbios de clase media europeos a través de los misterios de La Romántica, un nicho de exnazis huidos tras la Segunda Guerra Mundial (según los viejos rumores). Pero más allá del fascinante terror que podría incubar tanto hermetismo está el resplandor inquietante de la misma imagen suburbial que representa una otredad arrolladora en el territorio. Lo siniestro no está en la historia secreta tras la postal: es la postal.
Agradecimientos y entrevistas
Gracias a la colaboración especial de Nikolai Pérez Knoph, realizando conmigo algunas de las entrevistas y parte de las transcripciones. A la ayuda vital de Saray González y Kalena García; y a las importantes y especiales entrevistas de Claudio Antonio García Luis, Jan Lovell, Gerardo Hernández Yanes, José Angelino González García, Leonor González Ribal, Carmen María Hernández Rodríguez y Juan Manuel Gallardo.
Notas
- Véase: Murray, Ivan (2015). Capitalismo y turismo en España. Del “milagro económico” a la “gran crisis”. Alba Sud, p. 289.
- Machado, p. 92.
- Véase: https://losrealejos.es/repavimentacion-y-red-de-aguas-en-calle-las-rosas/
- Véase: https://pepilloyjuanillo.blogspot.com/2012/08/toscal-longuera-un-barrio-dormitorio.html
- Véase: http://diariodelvalle.over-blog.es/article-las-aguas-residuales-en-la-romantica-los-realejos-118876602.html
- Blázquez, M., Cañada, E. y Murray, I. (2010). “Búnker playa-sol. Conflictos derivados de la construcción de enclaves de capital transnacional turístico español en El Caribe y Centroamérica”. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, vol. XV, no. 368.