Miércoles, 6 de octubre de 2010
Florence Du Cane
A comienzos del siglo XX se publica en Londres un libro sobre Canarias de una británica viajera interesada por la vegetación insular. En medio de algunas imprecisiones históricas, deja perlas tan interesantes sobre, por ejemplo, el lenguaje silbado, del que dice que en este momento sólo se conservaba en la zona de Chipude y que los más adelantados silbadores no utilizaban los dedos para la ejecución.
Miércoles, 11 de noviembre de 2009
Alexander von Humboldt
Es indefinible la emoción que un naturalista experimenta cuando por primera vez llega a un suelo no europeo. Se presta atención a tantos objetos que con dificultad uno se da cuenta de las impresiones recibidas. A cada paso se cree encontrar una especie nueva. Curiosísimas son las apreciaciones del alemán von Humboldt sobre el llamado Archipiélago Chinijo. Hemos optado por reducir sus minuciosas descripciones de plantas, pero el fragmento presentado da cuenta en general de lo que vio allí, como extranjero ávido de conocimientos en una tierra extraña.
Miércoles, 30 de septiembre de 2009
Alexander von Humboldt
Ahora que tenemos en Teguise una exposición dedicada a una de las figuras más importantes de la cultura europea de finales del XVIII y comienzos del siglo XIX, Alexander von Humboldt, les acercamos precisamente lo que el autor escribió de esta isla tras su paso por las Canarias rumbo a América.
Jueves, 19 de julio de 2007
Richard F. Burton
Aunque la ciudad de los cocineros (como los ciudadanos de La Laguna son llamados por los hijos de Santa Cruz), tenía sus calles anchas y regulares, y la amplia ciudad estaba bien aireada mediante cuatro plazas, su aspecto completo era muy sugestivo. Ellos (los laguneros) llamaban, como reproche, a sus hermanos rivales chicharreros, o pescadores del chicharro (caballa, Caranx cuvieri).
Domingo, 29 de octubre de 2006
Jules Leclercq
El lugar es todo calma y silencio. Uno se siente aquí aun más aislado que en La Orotava; la vegetación es más lozana y las aguas más abundantes. Las palmeras, que surgen aquí por todas partes, dan a este delicioso valle un aspecto que no tiene el de La Orotava. Pero lo que resulta más exclusivo es la incomparable visión del Pico, que aquí se muestra en toda su grandeza; ya no lo oculta el contrafuerte del Tigaiga; aparece aquí todo entero, desde la cumbre hasta el pie, y domina el paisaje con su prodigiosa elevación, como una pirámide egipcia cien veces mayor.
Sábado, 24 de junio de 2006
Jules Leclercq
El panorama desplegado ante mi vista era tan bello, tan vasto, tan inesperado, que no encontraba palabras para consignar en mi cuaderno los deliciosos sentimientos que me embargaban. ¡Ay, yo comprendo a todos los viajeros que hayan experimentado el mismo embrujo ante un sitio como éste! Se querría pintarlo con exactitud, pero nadie ha sido capaz de hacerlo. Es posible describir un rincón de Los Alpes o de Los Pirineos, pero La Orotava desafía toda descripción. Este valle parece una parcela desgajada de un mundo mejor. No se parece a nada de lo que solemos ver en otros punto de la Tierra. Se ha dicho, con razón, que se trata de algo distinto, de un paisaje no repetido por la Naturaleza.
Jueves, 11 de mayo de 2006
Jules Leclercq
Los camellos son, sin duda, la única curiosidad de Arrecife, y mi paso por allí ha sido lo más triste que recuerdo desde que recorro el mundo, así es que lo abandoné sin pena. A los que se aburren, les aconsejo veinticuatro horas de estancia en Arrecife. Así, cada vez que sientan la tentación de aburrirse, podrán dar gracias al cielo por no estar allí.
Lunes, 13 de marzo de 2006
Jules Leclercq
Me ha llamado la atención el carácter oriental de Las Palmas. Parece una ciudad árabe, más que española. El aspecto de las casas, las callejuelas irregulares y pendientes, el mismo tipo de los habitantes, todo recuerda la proximidad de Marruecos. Aquí, como entre los moros, las casas son, generalmente, de una planta, blancas como la nieve, y terminando en terrazas. La calle principal es la única de carácter europeo.
Domingo, 4 de diciembre de 2005
Jules Leclercq
Al recorrer las desiertas y silenciosas calles de Garachico, se creería uno al día siguiente de la erupción que, en 1706, destruyó esta ciudad, antaño la más floreciente del archipiélago. Durante su época de esplendor, su puerto era frecuentado por navíos de todas las banderas, debiendo su fortuna al célebre vino de malvasía, que se cosechaba en esta parte de la isla. Garachico tuvo suntuosos palacios, muelles, iglesias, plazas públicas, y sus habitantes le dieron el nombre de Puerto Rico. La lava se llevó todo aquello en unas horas; palacios, muelles, puertos, iglesias, viñedos, todas aquellas riquezas se perdieron en los torrentes de fuego vomitados por el volcán.
Viernes, 11 de noviembre de 2005
René Verneau
Entiendo el entusiasmo de los viajeros frente a un espectáculo tan grandioso. En otros puntos de Canarias puede encontrarse una vegetación tan frondosa y tan variada, pero lo que no se encuentra en ningún sitio es un conjunto tan majestuoso.