Señoras y señores:
Decía, hace unos dos años, en esta misma tribuna, en la presentación del número 22 de El Pajar. Cuadernos de Etnografía Canaria, que no descubríamos nada nuevo sobre la importante labor de difusión de esta revista en los amplios aspectos de la cultura y el patrimonio cultural canarios. Un año después se le concedía el Premio Canarias en la modalidad de Cultura Popular. Precisamente, el Jurado, en la justificación del premio, mencionaba, entre otros logros, la importancia de los contenidos que El Pajar había recogido a lo largo de 23 años.
Dos años después, y veinticinco desde su fundación, la revista continúa aportando valiosos trabajos de investigación para los campos del saber en las disciplinas de ese conjunto conceptual de la Etnografía-Etnología- Antropología, aparte de los contenidos de Historia de Canarias en su intersección con las técnicas de trabajo y disciplinas científicas anteriores, lo que suele denominarse como Etnohistoria. Nos referimos a la segunda época cuando nace con este formato en 1995, con lo que lleva en la calle, incluyendo el número 0, 27 ediciones.
Ha sido y es una labor de difusión, además, con amplia perspectiva geográfica, la que desde Canarias encontramos en los números de esta revista, en la proyección hacia nuestros espacios culturales cercanos de África, Europa y América. Y en el marco de nuestra geográficamente fragmentada nacionalidad canaria (y políticamente también), es una revista con una línea editorial definida por el esfuerzo de que siempre estén representados trabajos de cada una de las islas; y, en este sentido, quizás haya faltado alguno sobre la octava, La Graciosa. Aunque bien es verdad que la propia historiografía canaria haya descuidado este aspecto, por menguado que sea su espacio físico.
Los números 25 y 26 que hoy presentamos, en colaboración con el doctor en Ciencias Económicas don Antonio González Viétez, contienen una gran variedad de temas, de medio centenar de expertos. Aparte de los propios de nuestras islas, se inserta una decena de aportaciones venidas allende los mares, desde Chile hasta Marruecos y desde Marruecos hacia las penínsulas mediterráneas de Iberia e Italia. Y no es una casualidad: los canarios llevamos sangre y cultura de esos y otros tantos lugares, que en nuestro espacio insular, a lo largo de los siglos, hemos definido claramente: somos distintos y estamos distantes por el intenso y bendito Atlántico.
Atlántica es, pues, por definición de contenidos y objetivos editoriales, la revista El Pajar. Pedagógica por sus enseñanzas. Innovadora por saber combinar las variadas fuentes epistemológicas que sostienen las investigaciones de sus trabajos: iconográficas con las constantes aportaciones de documentos fotográficos antiguos, manuscritas por las referencias a tantos archivos que vemos en cada trabajo, orales por el valor que sus autores dan a los testimonios de sus informantes. Ni una ni otra fuente valen más o valen menos; todas ellas, desde la perspectiva del escepticismo científico, que hacen gala la mayor parte de sus autores, son analizadas con la profundidad exigidas por las técnicas de la investigación que impone el método científico; método que más bien podríamos definir como el método lógico o de sentido común.
El número que me toca analizar hoy aquí es el 26, el que lleva por título Hecho con Barro. El barro ha sido principio de la vida y tanto pensamiento religioso conformó en la cuna histórica de las civilizaciones antiguas, capaz de guardar mil tesoros y alimentos para subsistir, construir hogares, canalizar y almacenar aguas, escribir mensajes, dibujar y pintar elementos artísticos y mágico-religiosos, desde los tiempos prehistóricos y protohistóricos, incluida la civilización de los antiguos canarios.
Sobre el barro escriben en este nuevo número de El Pajar unas 12 autoras y autores canarios. Ofrecen diversos aspectos históricos y etnográficos de la cultura del barro en nuestro archipiélago. Además, al final de la revista, se añaden dos trabajos sobre anecdotarios etnohistóricos de la ciudad de Guía de Gran Canaria. Esta diversidad espacial se reparte en tres artículos cuyos contenidos son de nivel regional, más uno de La Gomera, dos de La Palma, tres de Tenerife y cuatro de Gran Canaria.
Por orden de inserción, la revista se inicia con un artículo del prolífico autor Pedro Quintana de Andrés, catedrático de Economía Aplicada de la ULPC y doctor en Historia, quien con la precisión que siempre establece en sus trabajos, concluye que la alfarería en Canarias, a lo largo de la Historia, fue una actividad realizada por la gente más pobre, que fracasó el proyecto ilustrado, como tantos, en el siglo XVIII, de industrializarla, y que hasta el siglo XIX-principios del XX no se dieron los primeros pasos para ello, sobre todo cuando el crecimiento de la población demandó materiales para la construcción. Es un artículo que sirve para contextualizar y ubicar al lector en el tiempo histórico de la loza-alfarería en Canarias.
Un alfarero tradicional, David Marrero, nos expone aspectos generales y tipologías, con un excelente soporte gráfico de las vasijas tradicionales en el municipio de La Candelaria, válido para el estudio de toda la zona del sureste tinerfeño.
Miembros de El Alfar Canarias explican con un prolijo soporte gráfico los materiales encontrados en la excavación arqueológica de La Lagartera, municipio de El Rosario (Tenerife). De igual forma lo hacen con otro artículo sobre Bernegales y Tinajas en relación a toda Canarias, también muy ilustrado que coadyuva a la comprensión de las variadas tipologías.
Sobre tejas, hornos y tejeros, un tema que ya se ha tratado anteriormente en otras publicaciones de Canarias, este número de El Pajar presenta los trabajos sobre la producción y materiales de dos hornos de Guía de Isora (Tenerife), escrito por José María Mesa, licenciado en Historia y en Bellas Artes. Es uno de los artículos con mayor contenido de la revista con generoso soporte gráfico también. También sobre hornos y tejas se presenta el artículo etnohistórico de Francisco Hernández, que viene a completar los contenidos del trabajo anterior.
Sobre la puesta en valor de los bienes patrimoniales relacionados con el barro, las asociaciones de Aider Gomera y El Alfar Canarias presentan en otro artículo el Proyecto de revitalización del centro alfarero de El Cercado en La Gomera. En el mismo, como conclusión, proclaman la necesidad de dignificar los valores tangibles e intangibles de esta importantísima actividad artesanal canaria.
El uso del barro en la artesanía palmera es el artículo que escribe Nestor José Pellitero, quien para ello tomó como referencia la loza popular, las reproducciones aborígenes y también los materiales de construcción (tejas y ladrillos). También de esta isla se inserta un trabajo de Historia escrito por el Inspector de Patrimonio Histórico, Felipe Jorge Pais, artículo muy completo en contenidos y en referencias bibliográficas, a la altura a la que nos tiene acostumbrados.
Otra vez en el campo de la Etnohistoria, con las gafas multifocales con que las nuevas generaciones de geógrafos canarios analizan nuestro territorio, los doctores María del Pino Rodríguez y Antonio Santana, de la ULPGC, recrean, con precisión, la memoria de un lugar emblemático en Canarias, de producción locera: La Atalaya de Santa Brígida. Reivindican además para el Centro Locero la continuidad de la tradición. También, insertan la actividad en el papel de la vida cotidiana de las mujeres, lo que muy bien encaja con el otro número que hoyse presenta de la revista de El Pajar.
Como hemos intentado exponer, este número de El Pajar, multidisplinar pero integral, ofrece en amplio abanico la singularidad e importancia de las actividades tradicionales canarias relacionadas con el barro. Y como les decía en la introducción, el papel del barro ha sido vital, desde tiempos remotos, en las religiones y en las ingenierías y arquitecturas hidráulicas. En efecto, lo dice todo el título De barros eres y en barro te convertirás: los estanques de barro en Arucas, escrito por un equipo de historiadores que, como los geógrafos anteriores, llevan gafas multifocales del saber. Antonio y Margarita Jiménez, Alicia Hernández y Juan Zamora, nos acercan con precisión y método a una de las singularidades de la cultura del agua en Canarias: los masapés. No saben cómo me llamaba la atención de niño, en los años cincuenta, cuando venía para Las Palmas, aquellas maretas de barro junto a la carretera general donde se levantaban aquellos inmóviles toros negros publicitarios de Osborne.
La revista acaba, con dos artículos fuera del contexto del barro, escritos por Alejandro Moreno y Juan Dávila, uno de episodios de la cotidianidad de la ciudad de Guía de Gran Canaria y otro sobre un estudio histórico de los sobrenombres en esta ciudad, los nombretes de siempre, tema del que tenemos pocas aportaciones bibliográficas salvo el ensayo de Morales Padrón o el trabajo inacabado del extinto don Juan Manuel Díaz.
Paso la palabra a don Antonio González Vietez que presentará el número 25 de esta edición referida al papel histórico de la mujer en Canarias y en otras latitudes cercanas, cuyo artículo en dicho número lo contextualiza históricamente. Puede objetarse que sea un hombre y no una mujer quien presenta la revista; no obstante, su personalidad y trayectoria anulan posibles cuestionamientos. Recuerdo la noche que contacté con él para ver la posibilidad de su participación, quedando el hombre algo aturdido por aquello de “cómo yo, un economista, voy a navegar en el campo de la Etnología”. Creo que lo convencí cuando le indiqué haberle oído decir en una conferencia de unas jornadas de folklore y etnografía que estaba en la generación de los sesentones, de los viejos, siendo que estos -le dije-, con la experiencia de la vida, son los que mejor analizan los valores etnográficos, y más aún el papel de la mujer. La estrategia nos salió bien, nos dio la mano y se le cogió el brazo para que interviniera en unas jornadas sobre la mujer en La Orotava y ahora estuviera presente hoy para analizar este, de los mejores números que ha producido El Pajar, Mujer e Identidad, con más de 30 colaboraciones. La suya (para ayudarle a que no se presente a sí mismo) es la que abre el número, a modo de contextualización, donde resume la evolución de la identidad de la mujer, superando la otra identidad impuesta por el sexo que se dice el fuerte, aunque de lo dicho a lo hecho va mucho; y donde además expone con su conocido verbo del convencimiento de conceptos aún en debate como igualdad versus desigualdad, rebelión, sexo pecador, identidad igualitaria... para cerrar con el interrogante de ¿y la identidad de la mujer canaria?
Muchas gracias por la atención.
Don Antonio… tiene usted el honor de presentarnos este número 25 de El Pajar, que seguro todos, y más aún todas, van a abrir sus páginas con expectación y cerrarlas con provecho, lo que será una exitosa lectura, como decía Alcott, célebre pedagogo americano.