Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

El espíritu de mi trompo.

Sábado, 23 de Octubre de 2010
Clemente Feo Feo
Publicado en el número 336

Por los años cuarenta, en San Miguel, era un juego de chicos. Lo primero que se hacía era cambiarle la púa roma, que traía de fábrica, por la punta de un clavo grande, grueso y puntiagudo para hacer más daño a los trompos de los otros jugadores cuando, bailándolo, había que sacar a puyazos el trompo de uno de ellos del círculo marcado en el suelo.

 

Al escribir la palabra espíritu, me acordé de mi abuela, que al alcohol de farmacia lo llamaba así ya que es la esencia sacada del vino. Y uso la misma palabra no porque maree y nos haga como que las cosas dan vueltas cuando abusamos de él, sino porque mi trompo tenía esa esencia invisible, común a todos los cuerpos que giran.

 

Cada año aparecía la época del trompo, lo sacábamos del cajón o comprábamos uno nuevo y, liña en mano, a bailarlo a la calle para exhibir las habilidades y participar en los juegos colectivos.

 

Por los años cuarenta, en San Miguel de Abona (Tenerife), era un juego de chicos. Lo primero que se hacía era cambiarle la púa roma, que traía de fábrica, por la punta de un clavo grande, grueso y puntiagudo para hacer más daño a los trompos de los otros jugadores cuando, bailándolo, había que sacar a puyazos el trompo de uno de ellos del círculo marcado en el suelo; o cuando, más agresivamente, con el cordón cogido por sus extremos y con el trompo trabado a su mitad, colgando detrás del brazo, se le catapultaba contra el trompo del que por suerte o fallo le tocaba ponerlo en el majadero.

 

También se le llamaba tornera, no sé si por dar vueltas o porque se usa un torno para hacerlo, lo cierto es que su forma cónica permite conseguir que la cuerda lo haga girar cada vez más rápido, manteniendo hasta el final la tensión originada por el propio peso del trompo, ya que empieza a desliarse por la parte más gruesa donde es mayor la longitud del hilo que da la vuelta, siguiendo con longitudes de cuerda por vueltas cada vez más pequeñas.

 

Cuando al bailarlo resultaba saltarín y corredor decíamos que estaba carretero y, para remediarlo, hacíamos la operación que hace la máquina que contrapesa las ruedas de los coches: hacer que el centro de gravedad esté en el eje de giro. Pero no usábamos plomos, sino que valiéndonos de una grieta en las piedras o en la madera, torcíamos la púa hasta conseguir, a base de pruebas, que bailara serenito; y, cuando lo recogíamos en la mano, bailándolo en el aire, con riesgo para los ojos y cristales, estaba liviano como una paja o una pluma.

 

 

Entusiasmado tratando de describir los juegos que hacíamos con el trompo, casi se me pasa lo de su espíritu, que está en todos los cuerpos que giran y que hace que la Tierra, que también gira, en su recorrido sideral no vaya a trompicones y el Sol salga y se ponga siempre por los mismos lados.

 

Este espíritu no se ve pero, con una rueda de bicicleta en las manos, poniéndonos en una plataforma fácilmente giratoria como las que hay en los parques infantiles o en el Museo de las Ciencias, que está en la Curva de Gracia en La Laguna, se puede sentir físicamente. Así puestos en la plataforma con la rueda girando entre las manos, sujeta por el eje, al variar la dirección del eje de la rueda aparece una fuerza misteriosa para evitar el cambio de dirección, que nos gira sobre la plataforma. Esta fuerza, que trata de conservar la dirección del eje de giro, es lo que hace que nuestro trompo, mientras está girando, permanezca de pie; que al diábolo, después de lanzado hacia arriba, se reciba no de cualquier manera sino con el eje en posición horizontal y que con sólo ladear mi aro, empujado por un alambre en forma de 7, diera la curva al igual que lo hacen ciclistas y motoristas.

 

Para que lo escrito sea algo más que un recuerdo, hemos de ponderar que nuestro trompo está en la familia del sofisticado giróscopo, de la brújula giroscópica, del piloto automático de aviones y hasta de la bala que el ánima del cañón hace girar, así como que los niños terminan conociendo tan bien a sus juguetes que, aún sin saberlo, son capaces de sacar el mejor rendimiento de ellos, ya sea apretando teclas con el pulgar o bailando el trompo.

 

 

Este artículo fue publicado en el nº 19 (enero-febrero de 2006) de la revista La Tajea, editada por el Ayuntamiento de San Miguel de Abona. Imagen interior de http://artevirgo.blogia.com/.

 

 

Comentarios
Miércoles, 19 de Enero de 2011 a las 21:16 pm - Carlos

#05 Estoy completamente de acuerdo con el autor. Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Hay personas como yo, que necesitamos saber para qué sirve una cosa cuando lo estudiamos. Uno de los grandes pecados del educador es no plantear al inicio de cada tema para qué se usa en la práctica lo que se va a dar a continuación. Recuerdo por ejemplo cuando me enseñaban las ecuaciones. A uno le proponian un problema, a continuación nos poniamos a aplicar las reglas para despejar la incognita o incognitas y llegabas a la solución que no tenía ningún sentido práctico. Se convertía en un ejercicio donde demostrar tu capacidad de razonamiento y nada más. Si bailando el trompo podemos aprender cuales son las leyes que rigen la física del movimiento rotatorio, me parece perfecto.

Buen artículo. un saludo.

Martes, 04 de Enero de 2011 a las 10:41 am - clemente Feo Feo

#04 Sorprendido al encontrar comentarios a mi escrito “El espíritu de mi trompo”;que amablemente publicó la revista cultural del Ayuntamiento de San Miguel de Abona de Tenerife “La Tajea”, seguramente escrito con el afán de continuar la labor docente, resultó tener un trasfondo costumbrista .Yo, que mi vida profesional fue ayudar a aprender a alumnos de FP, me revelaba contra lo que algunos decían “que no podían enseñar Física sin una buena base matemática”, y aunque si es verdad que una formula matemática nos puede dar una definición simple de un fenómeno físico, previamente acotado. Defendía que estos fenómenos se podían conocer y estudiar de forma intuitiva valiéndose de la experiencia vivida e impresionado con los fenómenos que aparecen cuando los cuerpos giran, preparé unos apuntitos sobre “Las cosas que giran” que sirvió de base para ese escrito, “el espíritu de mi trompo”.El amigo Emmanuel de Schamann Las Palmas de Gran Canarias, al que duplico la edad, ya que en mis tiempos ni se vislumbraban los ordenadores ni las maquinitas, mira al trompo en el aspecto sociológico. Y si bien es verdad que los niños hoy ni lo conocen ni tienen esas habilidades, gozan de otras actividades que les permitirán tan bueno o mejor desarrollo intelectual,. .

Cuando uno busca en youtube el giroscopio aparece la experiencia magnifica de la rueda girando entre las manos puestos sobre una plataforma giratoria, que hace sentir una fuerza mágica que trata de impedir el cambio de dirección del eje. Confieso que mi sueño no resulto es poner de manifiesto de igual manera La brújula giroscópica

Jueves, 18 de Noviembre de 2010 a las 23:37 pm - Redacción BienMeSabe

#03 Lee la noticia de esta dirección y seguro se debe a esa razón:

http://www.bienmesabe.org/noticia/2010/Noviembre/bienmesabe-org-vuelve-a-su-normalidad

Saludos.

Jueves, 18 de Noviembre de 2010 a las 23:33 pm - Jose

#02 Dejé mi comentario, apareció publicado y ya no está.

¿Incumplí alguna regla? ¿cual fue el motivo de la eliminación?

Domingo, 24 de Octubre de 2010 a las 11:41 am - Emmanuel

#01 Bonito y lleno de añoranza este articulo, me hace venir a la mente no solo la funcion de entretenimiento que esos trompos tenian, que evidentemente no solo existian en San Miguel (lugar de visita obligatoria a su castillo mediaval), si no junto a la familia de juegos como eran el yo-yo, el mencionado aro del señor Clemente, los boliches (canicas), estampas (cromos), diabolo...y sin fin de juguetes que se creaban por sus usuarios con la finalidad de tener una diversion.

Hasta aqui solo es mas de lo mismo, pero no solo servian para divertir, eran una razon social, donde se hacian amistades, o enemistades o mejor dicho amistades tardias, ya que aquellos amigos peleones serian mas tarde amigos como los otros, eran otros años, donde las calles de mi barrio de Schamann permitia jugar a la pelota, o donde las videoconsolas y ordenadores no tenian sitio en la economia de casa y eran tan pocos las que los tenian que las ignoraban.

El que aqui deja estas palabras es bastante joven (36 años), y hablo con añoranza de esos trompos a las puertas de los jardines de entre las casas de cuatro pisos del barrio de Schamann (Las Palmas), o a los partidos de futbol en la carretera cercana al molino de gofio de Federico Viera donde yo hacia de Arconada o Hugo Sanchez. Los abuelos nos cuidaban y nosotros a ellos y se les trataba de usted, y repito soy un crio.

Con el trompo se fueron las relaciones sociales de los niños, el comprarle el peregil o cilantro a la vecina mayor que parecia esperar cuando mas entretenido estabamos, pero no deciamos que no por respeto, y un monton de cosas que no solo eran juegos, eran valores humanos, nos peleabamos y no nos grabavamos para disfrutar de lo hecho, el trompo se fue y llegaron las nuevas tecnologias que prometian adelanto social y educativo, y pienso que ni una cosa ni la otra fue lo que llego, no digo que no pueda ser pero no fue asi, creo que lo que trajeron fue el consumismo y la perdida de las relaciones humanas haciendo y creando niños tan independientes que realmente son dependientes de esas maquinas y redes informaticas, no conciben ni conocen una vida sin todo esto.

Con el trompo se fueron las risas y los llantos de los niños de la calle, se fueron las riñas sanas por culpa de algun espabilado que jugaba haciendo "maña", el trompo se llevo como compañero de viaje por el tiempo la pelota, al yo-yo, al scai (patin), a las chapas....

Con el se olvidaron en el tiempo al vecino proteston, la tiza de dibujar un teje para las niñas o el campo de futbol para las chapas, las niñas que cantaban y bailaban en las aceras para ensayar aquella escaa Hi-Fi que iba a ver en las fiestas de no se donde....

Con el trompo se fueron las mañanas de reyes llenas de niños que presumian de sus juguetes nuevos, mañanas donde se madrugaba y se iba a buscar al amigo para despertarlo si aun dormis y donde se llamaba por el telefono (el de casa por que aun el movil era el privilegio de unos pocos) a abuelo o a abuela para decirle lo que los reyes nos habian traido, de vecinos que se saludaban cariñosamente incluso cuando no se caian bien...

Con el trompo se fueron tantas cosas....

Estoy pensando que cuanto bien haria si volviese ese trompo, familia del giroscopio, cuanto de esos valores se estan muriendo y las video consolas o maquinitas como las llaman nuestros mayores no saben de esas cosas,....el trompo.

Un saludo y gracias por el espacio